domingo, 8 de abril de 2007

poblamiento americano

Unidad : Construcción de una identidad mestiza.
Tema : América precolombina: las grandes civilizaciones
Teorías del poblamiento americano
Capítulo I

El hombre americano ¿ cuándo apareció? ¿qué ruta utilizó? ¿cuál era su bagaje cultural?, constituyen las interrogantes que plantea el problema del poblamiento americano. desde la época de los conquistadores se han elaborado las más extrañas y exóticas teorías para resolverlas. Actualmente, gracias a las modernas técnicas de datación y el avance de los estudios arqueológicos y antropológicos, ha sido posible reconstruir, en forma bastante aproximada, la historia de este acontecimiento.

Los emigrantes no pudieron entrar y ocupar el Nuevo Mundo en fechas anteriores a las asignadas para la aparición del Homo Sapiens; con esta premisa concuerdan los restos de Lewisville (Texas) que, ubicados hacia 38.000 años atrás, constituye la más temprana evidencia humana en América.
1.- EL MITO BIBLICO

Se refiere fundamentalmente a las 10 tribus perdidas de Israel, cuyo destino se ignoró a partir de la conquista de ese reino por los asirios el año 722 A. C., dos siglos después del cisma que se produjo en el Estado Hebreo luego de la muerte del Rey Salomón. Estos datos han quedado consignados en algunos de los libros del Antiguo Testamento. De las originarias 12 tribus de los BEBEI ISRAEL que invadieron y conquistaron Canaan desde Egipto a finales de la Edad de Bronce, dos de las primitivas tribus constituyeron el Estado de Judá en el sur y los 10 restantes el Estado de Israel en el norte. El Estado septentrional fue destruído por los asirios a finales del siglo VIII A. C. y su población fue en gran medida dispersada. El destino de las 10 tribus restantes desaparecidas ha sido largamente discutido.

Algunos de los importantes investigadores como Arias Montano (1751), Gregorio García (1607) y los padres Durán y Las Casas (1550) en el siglo XVII y Lord Kisborough (1830) todavía a mediados del siglo XIX afirmaron que aquellas tribus perdidas del relato bíblico emigraron a América, colonizando el continente.

No tiene sentido ahora discutir ideas tan arbitrarias e irreales. Todos los supuestos semejantes, lingüísticas y culturales, entre los indios americanos y el pueblo hebreo no tiene fundamento serio alguno, no existiendo relación posible entre ambos. Sin embargo, la congregación religiosa de los Mormones en EEUU aún insiste en esta relación que ya planteara su fundador en el siglo pasado.

Es interesante hacer notar que el propio mito de la desaparición misteriosa de las 10 tribus de Israel tampoco tiene fundamento sólido. Los conquistadores asirios destruyeron y liquidaron parte de la población, otra fue desplazada y el resto permaneció en el lugar siendo transculturados por los asirios y sobre todo por las poblaciones arameas contemporáneas y posteriores. Sin embargo, una parte importante de ellos conservó aún, a pesar de los violentos cambios y transculturaciones, gran parte de su identidad y sus descendientes fueron samaritanos, los que se han conservado hasta la actualidad. En resumen, los restos de las 10 tribus bíblicas nunca salieron, realmente, muy lejos de su región, salvo en los límites del propio reino asirio. Por lo tanto, mal pueden haber llegado nunca a América.
2.- DESDE EGIPTO Y OTROS PUEBLOS ORIENTALES

También se postuló la hipótesis de la venida de otros pueblos del Oriente Antiguo, además de los hebreos. Entre estos, uno de los que más ocupó la atención fue el pueblo de Antiguo Egipto. Algunos autores observaron aparente semejanza en el culto solar y en la construcción de pirámides relacionadas con aquellos ritos, existentes especialmente en las altas culturas americanas, con fenómenos similares conocidos en el Antiguo Egipto. Esta tesis fue revivida en forma pseudocientífica a comienzos de este siglo por el antropólogo británico Elliot Smith (1912). Hoy sabemos, gracias a la arqueología, que dichas construcciones difieren tanto en su tipología como en su función, siendo las americanas, a diferencia de las egipcias, preferentemente de tipo escalonado y con una especie de templo construído sobre su cima trunca y cumpliendo las funciones ceremoniales de santuarios religiosos y templos, lo contrario de las monumentales tumbas egipcias. El culto solar mismo es demasiado difundido en el mundo para tener un centro originario único en el antiguo Egipto como pretendía la Escuela Heliolítica de Smith. En la actualidad estas ideas son rechazadas por cualquier investigador serio.
Además de los egipcios, se postuló la llegada de los Fenicios, que habrían navegado hacia el oeste hasta descubrir y colonizar América (Soland 1958), de los Tártaros y aún de las hordas mongólicas de Kublai Kan, los que habrían colonizado el continente, explicándose así la frecuencia de los rasgos mongólicos en la población de América. Uno de los cronistas, el padre García (1607) hizo llegar prácticamente a la mayoría de los pueblos de la antigüedad a descubrir y colonizar el nuevo mundo.
Una teoría sugestiva y mejor sustentada que todas las anteriores con respecto a la llegada de pueblos orientales históricos, esta vez del Extremo Oriente, más cercanos a América, se refiere a la posible llegada de misioneros chinos. Se basa en cierta documentación histórica china donde se relata una leyenda sobre la tierra de Fu Sang, a la que fueron enviados misioneros budistas desde China Imperial. La mayoría de los autores que se han ocupado del tema consideran que ella corresponde al Japón. Sin embargo, algunos han pretendido, aún en nuestros días, identificarla con América (Soland 1958). Tales hipótesis son difíciles de probar, pero tampoco pueden ser rechazadas de plano. Como las anteriores, se aducen posibilidades de naufragios procedentes del continente asiático, lo que ha sido verificado en más de una ocasión en los últimos siglos. Se esgrime también la posibilidad de viajes premeditados de misioneros aprovechando las corrientes oceánicas existentes en el Pacífico Norte, que al igual que las del Pacífico Sur posibilitarían los contactos marítimos con América, como ha sido comprobado por navegantes modernos (Heyerdahal, 1950). Alguien también indicó una flota enviada por Alejandro Magno desde la India en el siglo IV A. C. que habría atravesado el Pacífico (Gladwin, 1947). En la actualidad, algunos tratan de extraer argumentos para reforzar la idea de contactos transpacíficos como los interesantes hallazgos realizados en la cultura de agricultores incipientes y ceramistas de Valdivia, en Ecuador, que parece evidenciar un posible contacto con la cultura neolítica Jomon de Japón, ambas fechadas en el tercer milenio A. C. (Meggers, Evans y Estrada, 1965). Pero, por sobre todo, algunas semejanzas de la cultura Olmeca, en el Golfo de México, con la civilización China (Ekholm, 1964).
La mayoría de estas teorías, con honrosas excepciones, como las dos últimas mencionadas, se fundamentan en la comparación y en el análisis de hechos aislados y simples que no resisten, hasta el momento, una crítica seria y científica. Corresponden en realidad a ese período mitológico y precientífico del americanismo y no pueden ser tomadas muy en serio.

3.- EL MITO DE LA ATLANTIDA

Así como la literatura bíblica sirvió de base para la elaboración de una serie de teorías míticas sobre los orígenes americanos, también la literatura del mundo clásico grecoromano, que junto con la Biblia constituyen una de las bases más sólidas de la cultura europea renacentista y clásica que correspondía al contexto histórico de nuestros cronistas, dio pié para otras teorías mitológicas. En este sentido, la más sugestiva y que más partidarios acuñó fue la del mito de la Atlántida. José Imbelloni (1956) resumió y descalificó brillantemente todas estas hipótesis fantásticas y mitológicas.
Las primeras noticias sobre un desaparecido continente Atlántico provienen del filósofo griego Platón, estas menciones aparecen en dos de sus diálogos: Critias y Timeo donde se indica la leyenda transmitida a los griegos por sacerdotes egipcios, de la existencia de un gran pueblo en un adelantado grado de civilización que habría vivido en tierras más al occidente de las " columnas de Hércules " y por lo tanto en el Océano Atlántico. Encontrándose el pueblo de los Atlantes en condiciones de invadir Egipto y otras regiones del Mediterráneo, sobrevino una catástrofe natural que sepultó en el mar a los pretendidos invasores junto con su propio continente.
Este continente Atlántico desaparecido, conocido y popularizado posteriormente como la Atlántida, ha sido objeto de tenaces búsquedas, produciéndose numerosas conjeturas sobre el destino de sus habitantes. Una de las teorías favoritas de los partidarios de su existencia indica que restos de su población que lograron salvarse emigraron a América, poblando este continente y aportando la civilización de las altas culturas americanas.
Los estudios geológicos muestran que de haber existido la Atlántida sería en el período terciario temprano, o sea unos 50 a 70 millones de años atrás. En esa época no hay trazas siquiera del aparecimiento del hombre sobre la Tierra, ni tampoco de otros antropoides o primates superiores. Por tanto, postular la existencia de algún continente Atlántico en relación con el hombre es completamente irreal y utópico y menos aún lo que se refiere a un grado de cultura avanzada de alguna civilización desaparecida.








Capítulo II
4.- EL AUTOCTONISMO AMERICANO

Afines del siglo pasado (XIX), el sabio argentino y notable paleontólogo Florentino Ameghino, estudiando las formaciones geológicas pampeanas del sur de la provincia de Buenos Aires, creyó descubrir restos humanos muy antiguos y de rasgos muy primitivos asociados a fauna de mamíferos extinguidos, en terrenos del Cuaternario temprano y aún del tardío Terciario. También descubrió una industria Lítica primitiva a la que asignó gran antigüedad. En consecuencia, consideró que estaba en presencia de homínidos muy primitivos de una notable antigüedad que corresponderían a los eslabones perdidos enunciados por Darwin (1859-71) entre los antropoides y el hombre. De ahí desprendió también la conclusión de que el hombre no sólo era originario de este continente, sino el origen de la humanidad misma debía ubicarse y buscarse en las pampas meridionales de América de sur, desde donde se habría difundido hacia el resto de la Tierra.
Carlos Ameghino, hermano del anterior fue su eficiente colaborador que realizó la mayoría de las investigaciones de terreno, quedando de preferencia para su hermano mayor la tarea de gabinete y las elaboraciones teóricas correspondientes
Florentino Ameghino fue maestro primario y se formó posteriormente, de manera autodidácta, como paleontólogo y antropólogo. Su formación profesional sin embargo fue desordenada y adoleció de algunos vacíos; no obstante, llegó a adquirir un gran conocimiento y dominio como paleontólogo de vertebrados y especialmente de mamíferos sudamericanos de los cuales descubrió, con su hermano, varias especies nuevas. Fue autor de una obra monumental sobre paleontología de vertebrados; se preocupa también de paleo-antropología, publicando al respecto su obra básica al respecto (1880) "El origen del hombre en el Río de la Plata" en que planteó sus famosas y discutidas teorías.
En dicha obra y en otros escritos, comunicaciones y polémicas científicas, postuló y defendió apasionadamente sus teorías sobre el autoctonismo del hombre americano y su origen pampeano. Estableció un posible árbol genealógico para éste y que terminaba en el Homo Pampeanus, pasando por el Diprotomo, Triprotomo y llegando hasta el Tetraprotomo Platensis. Toda esta genealogía fue reconstruída a partir de unos pocos hallazgos de restos óseos, aparentemente de fósiles humanoides, entre los cuales, principalmente una calota y un fémur.
No le pareció a Ameghino exagerada su reconstrucción y consideraba su hallazgo semejante y aún más importante que la famosa calota descubierta en Neanderthal, en el sur de Alemania en 1856 y después la calota de Trinil en Java descubierta por Dubois en 1891.
Ameghino era además un decidido partidario y defensor apasionado de las nuevas ideas darwinistas, llegando a fines del siglo XIX a escribir un polémico y original tratado de defensa de dichas ideas (1884). Ameghino fue uno de los pocos y raros científicos que trascendió hacia amplios círculos, inclusive de las propias masas populares y fue además un notable divulgador de la Teoría de la Evolución en el ámbito del incipiente mundo científico e intelectual sudamericano.
En el año 1910, la teoría Autoctonista de Ameghino, que ya había empezado hacía mucho a mostrar sus debilidades, sufrió un golpe mortal que la dejó definitivamente descalificada. Con motivo del Congreso Internacional de Americanistas, realizado en Buenos Aires y La Plata, el sabio checo-norteamericano A. Hardlicka (1912) que vino a este evento acompañado de un grupo de expertos sometió a prueba los hallazgos de Ameghino, comprobando que los terrenos pampeanos pertenecían en su mayoría a un cuaternario tardío y no al terciario, que la famosa calota estuvo mal medida y que ante nuevas y más exactas medidas quedó identificada como perteneciente a un Homo Sapiens relativamente moderno y por último que el famoso fémur no era humano sino que perteneció a un pequeño felino. Igualmente la fauna asociada correspondía a bolsones faunísticos postglaciares. Aunque Ameghino se defendió, no dando su brazo a torcer y muriendo un año más tarde manteniendo aún sus ideas, éstas realmente perdieron toda base objetiva en que pretendían sustentarse. Algunos de los partidarios más recalcitrantes de Ameghino, especialmente en Argentina, han continuado casi hasta nuestros días aferrados porfiadamente a una teoría ya muerta para la ciencia americanista, cuyo certificado de defunción fue extendido en 1910.

Capítulo III
5.- MIGRACIONES ATLANTICAS HACIA AMERICA
Como el descubrimiento de América se produjo por el lado Atlántico, algunos estudiosos se han preguntado que si en el siglo XV de nuestra era América fue descubierta, conquistada y poblada por el lado Atlántico, no es improbable que una situación semejante se hubiese producido antes.
En primer lugar hay que considerar la teoría del poblamiento de Norteamérica realizado cinco siglos antes de Colón por navegantes escandinavos. Esto es un hecho histórico plenamente demostrado en documentos históricos comprobados por la ciencia histórica. La llegada de estos pueblos a Groenlandia fue en el siglo X y en los primeros años del siglo XI al país llamado por ellos Vinland, que corresponde a la costa oriental del Canadá. Si bien en Groenlandia la ocupación se mantuvo durante 300 años, en norteamérica sólo estuvieron algunos años no teniendo relevancia con respecto al problema del origen del hombre americano.

Con respecto a contactos más tempranos, algunos autores han querido establecer relaciones entre los "guanchesli", aborígenes de las Islas Canarias relacionados con el hombre de Cromagnon, y algunos indígenas sudamericanos, basándose en muy débiles semejanzas en las formas de enterramiento.
Una teoría bastante sugestiva ha sido planteada en los últimos años por Greemman en 1963 y se refiere a posibles conexiones entre Europa septentrional y la parte norte de América del Norte a fines de la última glaciación o comienzos del postglacial. Algunos investigadores han llamado la atención sobre la aparente semejanza de ciertos complejos culturales, tanto arqueológicos como etnográficos, entre algunas culturas de finales del Paleolítico Superior europeo y otras del Paleo Indio y de los esquimales. Se trata en especial de manifestaciones de la cultura magdaleniense del norte de Europa que habrían llegado por la misma ruta de los históricos escandinavos del siglo XI, a comienzos del postglacial, poblando el extremo septentrional del Canadá y cuyos descendientes serían los históricos esquimales. A pesar de las pretendidas evidencias de similares rasgos aportados por estos autores, la mayoría de los americanistas han rechazado las evidencias por considerar la base metodológica de muy débil.
Fuera de las mencionadas teorías, ninguna otra, relativamente seria sobre poblamientos provenientes del lado Atlántico, podríamos señalar. Recientemente, Thor Heyerdhal realizó una navegación en un barco de papiro construido sobre modelos del antiguo Egipto, logrando llegar a América desde el norte de Africa, indicando con ello que con muchas dificultades sería posible un viaje de los antiguos egipcios a América; en realidad, sólo demostró la posibilidad de dicho viaje, pero no probó nada más.
6.- MIGRACIONES DEL LADO PACIFICO
En este sentido, la primera y más importante de las teorías modernas es la esbozada por aquel mismo Hardlicka que combatió y descalificó a Ameghino ( Hardlicka, 1932 ).
Hardlicka postula un poblamiento totalmente alóctono para América que habría llegado por la única ruta de la región de Behring en el Pacífico Norte, es decir, a través del propio estrecho de Behring y de la cadena de las Islas Aleutianas poco más al sur. Este movimiento migratorio se habría iniciado recién en el postglacial no más antiguo de unos 10.000 años atrás. Habrían llegado en oleadas sucesivas de pueblos cazadores y recolectores, pero sobre todo agricultores neolíticos, todos pertenecientes a la raza mongólica, los que habrían dado origen a la formación racial de los amerindios de características uniformes y claramente mongoloides, distribuyéndose por todas las Américas.
Esta teoría tuvo una marcada influencia sobre la mayoría de los americanistas en las 4 primeras décadas de este siglo (XX). Hoy día, sin embargo, de dicha tesis no queda en pié más que la ruta misma de migración, la zona de Behring, aceptada unánimemente. Pero ya no es posible sostener el carácter exclusivo mongoloide de los indios americanos; ni su época de arribo al continente, tan tardía y de un período neolítico solamente.
Con Hardlicka se estableció, en definitiva, la procedencia asiática de los amerindios y su llegada por el lado Pacífico.
Paul Rivet (1957), partiendo de las ideas del anterior, aporta nuevos elementos de juicio. Acepta la ruta de Behring como la ruta principal de acceso de los inmigrantes asiáticos, pero no como la única. Acepta también el componente mongólico como el más numeroso e importante, pero no como exclusivo. Igualmente, la época postglacial de las migraciones, postulada por el antropólogo checo-norteamericano le parece apropiada. Sin embargo, Rivet considera que el poblamiento de América es el resultado de varios movimientos migratorios distintos. Además del elemento asiático mongoloide y esquimal llegado por vía Behring, se sumarían oleadas de elementos australianos y malayo-polinesios llegados por vía transpacífica--especialmente en el hemisferio sur--los que incluso serían anteriores a la llegada de aquellos.
Según Rivet (1957), los pueblos australianos podrían haber llegado a Sudamérica por el puente antártico, de acuerdo a la teoría del geógrafo y antropólogo portugués Mendes Correa (1925-28), quien postulaba que en los 6 mil a 2 mil años A. C. habrían retrocedido importantes masas de hielo antártico, dejando libres algunas islas australes y tierras antárticas. Esta migración habría sido posible como producto de una navegación primitiva de isla en isla y orillando las costas antárticas hasta arribar a las islas patagónicas del extremo austral de la América del Sur.
El elemento australoide habría dado origen a algunos grupos raciales de los Fueguinos en el extremo sur y el elemento melanésico a grupos raciales Laguidos. Estas razas americanas serían diferentes a las otras variedades raciales americanas de origen mongoloide y constituirían el estrato más antiguo de los aborígenes, formando lo que Rivet denominó las razas paleo-americanas.
Rivet trae a colación, para afirmar sus tesis, una serie de aparentes similitudes no sólo de rasgos raciales, sino también de rasgos culturales y lingüísticos que probarían el estrecho contacto entre estas áreas separadas por el Océano Pacífico, lo que le permitiría afirmar el origen transpacífico de los pretendidos paleoamericanos.
En la actualidad se considera ya superada la idea de Rivet respecto a la llegada de los australianos por el supuesto puente antártico de Mendes Correa, cuya existencia no se ha podido comprobar científicamente. Por el contrario, hay una carencia absoluta de evidencias arqueológicas y geológicas al respecto. Naturalmente, los restos arqueológicos tendrían que estar en su mayoría sepultados por el mar, aunque no todos. Con respecto a los elementos geológicos, no hay evidencia alguna de plataforma submarina de escasa profundidad, como la existente en la región de Behring. Tampoco hay evidencias concretas con respecto a las fluctuaciones de los niveles marinos o a la existencia de archipiélagos de islas que podrían haber servido a manera de puente, como el de las Aleutianas en el hemisferio norte. De las ideas de Rivet queda en pié solamente la posibilidad de la llegada de poblaciones melanésico-polinésicas por vía transpacifica directa.
Capítulo IV

POBLAMIENTO AMERICANO: BASES CIENTÍFICAS


El poblamiento de América se desarrolló durante el período que la geología a llamado Cuaternario.
Geológicamente, este período se divide en: Plesitoceno y Holoceno. Al Pleistoceno se le denomina la edad de las glaciaciones, con una duración de aproximadamente 3 millones de años; y al Holoceno o Reciente, porque en él vivimos, el período postglacial, a la que los geólogos dan comienzo hace 10.000 años.
Las glaciaciones fueron fenómenos climáticos que modificaron profundamente el relieve continental y los sucesivos cambios del nivel del mar. Para comprender mejor esto los glaciares son masas de hielo que desde la región de las nieves eternas, donde se origina, desciende a niveles inferiores en virtud de un paulatino deslizamiento, formando un verdadero "río de hielo" que se adapta a la mayor parte del terreno por donde se desliza. La progresión de la lengua del glaciar continúa hasta llegar a zonas de mayor temperatura donde lentamente va fundiéndose formando la cabecera de un río o un lago.
La periodicidad de los fenómenos glaciares en el Pleistoceno indica que entre una y otra glaciación hubo épocas de clima más templado, incluso se presentaron épocas en que el clima era como el actual y hasta más cálido durante la cual el glaciar retrocedía quedando libres grandes extensiones continentales que más tarde eran invadidas otra vez al producirse un recrudecimiento del frío y un nuevo avance glaciar.
Fueron estos factores climáticos muy marcados, que se sucedieron a través de prolongados espacios de tiempo, lo que condujo a que se alterase el mundo vegetal y animal, que debió adaptarse a las nuevas formas de subsistencia que la naturaleza le ofrecía.
Durante las épocas de glaciación, lógicamente la masa de agua de los mares se reducía y con ello el nivel descendía en proporción a la masa de hielo sobre los continentes. A fines del Cuaternario, con motivo de la última glaciación de Wisconsin, en el estrecho de Bering, el mar descendió alrededor de 50 metros, a tal punto de que el Viejo Continente (la Siberia Asiática) y el Nuevo Continente (Alaska), quedaron unidos por una llanura de la que sobresalían unas montañas, que ahora son las islas Diómedes. Hace casi 40 mil años, cuando el mar alcanzó su nivel más bajo, entre 100 y 110 metros, afloró una masa terrestre de casi 2,000 kilómetros, de norte a sur, conocida como Beringia, dándose las condiciones óptimas que permitieron el paso a los habitantes del extremo noroeste de Siberia hacia América. O sea, que para estos momentos no se puede hablar de dos continentes separados, sino que están unidos por esta franja de tierra y hielo. Esta vía resulta más viable y lógica; permite un desplazamiento de pequeñas bandas cazadoras, o sea núcleos integrados por hombres, mujeres y niños.
La ubicación de estos grupos humanos en estas áreas, responde a que estas pequeñas bandas de cazadores se desplazan lentamente en busca de aquellos animales que conforman su dieta alimenticia, quienes encuentran la misma situación en ambos lados; las condiciones eran exactamente iguales, presentaba las mismas características en cuanto a clima y recursos explotables. Más que una migración, su ubicación en América (el lado americano de Beringia) debe verse como un lento desplazamiento en habitats similares, en donde estos grupos humanos se habituaron y reprodujeron por espacio de 4,000 años.

Con el retiro de los hielos glaciares, debido al deshielo, las aguas del mar subieron nuevamente de nivel, cubriendo Beringia que fue desapareciendo como territorio. Debido a este fenómeno, las bandas de cazadores quedaron separados totalmente por el mar de Bering, dando lugar a nuevos islotes de individuos. Al cabo de los siglos, ya cuando las condiciones climáticas lo permiten, empiezan a migrar hacia el continente americano; este desplazamiento se observa también al otro lado del Estrecho de Bering, cuyos habitantes regresaban nuevamente después de miles de años, a poblar áreas que antiguamente habían explotado.

Los primeros pobladores de América

El poblamiento de América debe verse dentro de una perspectiva económica, ya que, los grupos que se desplazaban, lo hacían en busca de alimentos y como eran cazadores, tenían forzosamente que seguir los desplazamientos de los animales que formaban parte de su dieta.
La llegada de grupos humanos al continente americano se calcula hace 30.000 o 40.000 años, edad propuesta en base a numerosos hallazgos en la región noroccidental del continente (Estrecho de Bering, Alaska, Canadá y Estados Unidos) que, además, ratifican a Asia como la región de origen de estos pobladores.
Una aproximación cronológica para ubicar en el tiempo el poblamiento del continente americano, son los siguientes hallazgos,: huesos de mamuts enanos que parecen fueron quemados en un fogón, encontrados en la Isla de Santa Rosa frente a las costas del sur de California, datan de 29.000 años (C14). Una tibia de caribú convertida en raspador, encontrada en el territorio del Yukón, Canadá, con una edad de 27.000 años (C14). Un cráneo encontrado en la ciudad de Los Angeles, fechado a través del método de los componentes proteínicos del hueso, con una antigüedad de 23.600 años. Una pelvis de bisonte cortada por un instrumento filoso, encontrada en el sitio American Falls en el estado de Idaho, presenta una fecha aproximada de 30.000 años. Sitios como Lewisville en Texas, dan fechas superiores a 38.000 años.
Estas fechas no son compartidas por muchos investigadores, argumentando la existencia poco confiable del contexto arqueológico, y plantean que los restos humanos más antiguos de Norteamérica, son los pertenecientes a la tradición de caza mayor de las praderas, fechados , por radiocarbono, entre 13.000 y 11.000 años.
Lo que sí es importante hacer notar es que este proceso tardó miles de años, pues los primeros pobladores eran cazadores-recolectores cuyos movimientos son lentos, sobre todo cuando abundan los recursos explotables, y que cuando la presión en la obtención de alimentos se hace sentir, se ven obligados a iniciar su recorrido a lo largo del continente.
Cuando estos grupos empezaron a penetrar hacia el sur, se abrió ante ellos un territorio nuevo, con clima, flora y fauna distinta y desconocidas, a cuya explotación tenían que habituarse.
Estaban organizados a nivel de hordas o bandas, que probablemente consistían en una o varias familias nucleares emparentadas entre sí y sin ninguna otra autoridad formal que la ejercida por el jefe de familia. Las bandas obedecían las órdenes del sujeto reconocido como el más fuerte o más astuto.
Mantenían una cultura material reducida a lo más mínimo, pues había que desplazarse constantemente, en búsqueda del sustento, marchando tras las manadas que huyen de las acciones depredatorias y que suelen migrar con los cambios de estación o debido al clima cambiante.
Por su carácter mismo de nómada, la gente de entonces no llegó a levantar construcciones arquitectónicas. La vivienda dependía más de lo que ofrecía la naturaleza (por ejemplo, cuevas o abrigos rocosos) que de otra cosa.
Las herramientas y las armas empleadas en esa época, estuvieron integradas, en cuanto a forma y función, a la modalidad económica recolectora practicada por entonces para sustentarse. Su manufactura requería de técnicas especiales.
Son conocidos principalmente, los instrumentos de piedra (las hachas, cuchillos, raspadores, y puntas de proyectil o "flechas" como las llamadas Folsom, Clovis y "Cola de Pescado") encontrados con los restos de caza mayor (mamuts, camellos y bisontes).
La técnica básica para elaborarlos era la percusión, mediante la cual se golpea con un martillo pétreo o de otro material, el núcleo de una piedra escogida, a fin de fragmentarla y entonces obtener formas deseadas de las lascas. Esto se lograba mediante retoques a percusión; y también a presión, una variante de desbastar la piedra. Finalmente, los implementos eran afilados, dotándolos de una punta; o se les aserraba en sus bordes.
Había mucha caza menor (venados, caballos, tortugas) y pesca; también la labor de recolección de productos silvestres, como nueces, frutas, granos, huevos, conchas e insectos, frecuentemente era de mayor impacto dietético para el grupo.
FUENTE: Bernardo Berdichewsky: "En torno a los orígenes del hombre americano".

1 comentario:

Anónimo dijo...

El origen del poblamiento americano a generado un cien numero de teorìas que en ocaciones nos confunden, pero el relevante mito de atlantida es interesante, puesto que la idea de un continente perdido en las frofundidades del mar nos provoca un espiritu de historiadores queriendo o deseando investigar sobre aquel tema y en sierto modo puede tener una complejidad en creerlo, pero a la misma vez una manera facil de inculcar dentro de ello si tomamos en consideraciòn que en los principios del poblamiento los espacios de tierra en el planeta tierra tenian una inificaciòn y quizas de esta forma los sobrevivientes de aquel continente perdedido pudieron tomar rumbo al continente americano para una mejora en sus vidas luego de tan desagradable y triste perdida de su continente Atlantida.