domingo, 8 de abril de 2007

Chile

Chile: un país tricontinental
Se dice que Chile tiene una condición de tricontinentalidad, lo cual quiere decir que es un Estado que ejerce soberanía sobre territorios ubicados en tres continentes: América, Antártica y Oceanía.
Cordillera de los Andes, columna vertebral del relieve chileno.
Base Presidente Eduardo Frei Montalva (Territorio Antártico Chileno).
El caudaloso río Baker se encuentra en la XI Región.
La actividad pesquera ha alcanzado significativos niveles de comercializn, en especial en mercados como Europa y Estados Unidos.
En el mar y en el aire
Si miramos un mapamundi, nuestro país aparece como el último rincón del mundo. Esta larga y angosta faja de tierra se ubica en la parte suroeste de América del sur.
Se dice que Chile tiene una condición de tricontinentalidad, lo cual quiere decir que es un Estado que ejerce soberanía sobre territorios ubicados en tres continentes: América, Antártica y Oceanía.
La soberanía que Chile tiene en América, Chile Continental, se ubica entre los 17º30’ y 56º30’ de latitud sur, y se encuentra alineado en torno a los 70º de longitud oeste, ocupando una superficie de 756.626 Km2 y con una longitud norte-sur de 4.300 Km.
Además del territorio que ocupa en el continente americano, Chile tiene varias islas integradas a su dominio cuyas superficies suman 379,9 Km2, correspondiendo a lo que se conoce como Chile Oceánico o insular; estos territorios son: Isla de Pascua, el archipiélago de Juan Fernández y las islas San Félix, San Ambrosio, Sala y Gómez.
El territorio chileno, ubicado en el continente antártico, es una prolongación de forma triangular del Chile Continental hacia el mismo Polo Sur, que se desarrolla entre los 53º y 90º de longitud oeste y entre los 60º y 90º de latitud sur, con una superficie de 1.250.000 Km2.
La Isla de Pascua, que está a una distancia de 3.700 Km del continente, corresponde al trozo de territorio chileno ubicado en plena Oceanía.
La superficie total de Chile, es decir, de Chile americano, antártico e insular, es de 2.006.626 Km2. La longitud que posee desde la Línea de la Concordia hasta el Polo Sur es superior a los 8.000 Km. A los 52º21’ de latitud sur (Estrecho de Magallanes), posee un ancho máximo de 445 Km y a los 31º37' latitud sur (entre Punta Amolanas y Paso de la Casa de Piedra) su ancho mínimo es de 90 Km.
Una loca geografía
Nuestro territorio se caracteriza por tener un relieve accidentado y montañoso, con no más de un 20% de superficie plana y por poseer cuatro formas significativas de relieve, que se desarrollan en sentido norte-sur; estas son: las planicies costeras o litorales, la Cordillera de la Costa, la Depresión Intermedia y la Cordillera de los Andes.
Majestuosa es la blanca montaña
La Cordillera de los Andes es la columna vertebral del relieve de Chile. Nace en la Guajira colombo-venezolana y muere en el Cabo de Hornos, para reaparecer en la Antártica. De los 9.000 Km de largo que tiene la Cordillera de los Andes, 4.600 corresponden a Chile, los que han sido divididos, según sus variaciones, en cuatro zonas: el norte (desde el límite con el Perú hasta el cerro Tupungato), el centro (desde el Tupungato hasta el monte Tronador), el sur (desde el Tronador al Cabo de Hornos) y por último, los Antartandes.
En el Norte Grande se encuentra la parte más alta y ancha de la cordillera, con alturas que superan los 6.000 metros. En el Norte Chico se desarrollan cordones montañosos que se orientan en sentido este-oeste, originando una serie de valles transversales.
En el centro, el macizo cordillerano comienza a descender desde los 6.000 m frente a Santiago, hasta bordear los 3.000 m cerca de Chillán.
En la zona sur, la actividad volcánica es bastante frecuente y la altitud sigue disminuyendo; no obstante existen algunos puntos que sobrepasan los 3.000 m. Al sur del Cabo de Hornos, los Andes se sumergen en el Océano Pacífico para reaparecer en la Antártica chilena, con el nombre de Antartandes.
El rico valle
Entre la Cordillera de los Andes y la de la Costa se extiende una faja de relieve, más o menos plana, llamada Depresión Intermedia. Es en ella donde se encuentran las más grandes ciudades del país y, por lo tanto, la mayor parte de la población chilena.
Esta depresión se desarrolla a lo largo de casi todo el territorio chileno y sólo se encuentra interrumpida por los cordones montañosos que forman los valles transversales. Estos están ubicados al sur de la Región de Tarapacá (Copiapó, Huasco, Limarí, Elqui y Choapa) y luego al sur del cordón de Chacabuco (Cuenca de Santiago y Rancagua).
Desde el Seno de Reloncaví, la Depresión Intermedia se hunde en el mar y reaparece en la isla de Chiloé, para desaparecer finalmente bajo las aguas del golfo de Penas.
La importancia de esta macroforma reside en las funciones que se desarrollan en ella: las actividades agrícolas y ganaderas, el asentamiento urbano y las comunicaciones terrestres.
Cordillera propia
La Cordillera de la Costa es un relieve exclusivo del territorio chileno, que se extiende desde el cerro Camaraca (20 Km al sur de Arica) hasta la península de Taitao. Esta cordillera debe su nombre al hecho de desarrollarse casi pegada al litoral chileno.
A lo largo de su extensión, exhibe diversas alturas, aunque siempre menores respecto de la Cordillera de los Andes. En el Norte Grande, la Cordillera de la Costa tiene alturas superiores a los 2.000 m. En el Norte Chico, prácticamente no hay Cordillera de la Costa por la presencia de los valles transversales.
En Chile Central se manifiesta con alturas considerables, lo que dificulta la comunicación entre la costa y las ciudades del interior del país. Al sur del río Rapel, la Cordillera de la Costa se deprime, sin alcanzar siquiera los mil metros. Pero al sur del río Biobío retoma más altura y recibe el nombre de Cordillera de Nahuelbuta. Al sur del río Bueno aparece como Cordillera Pelada, y en la isla de Chiloé se le denomina Cordillera de Piuché y de Pirulil. Luego se manifiesta nuevamente en las islas Guaitecas y en el archipiélago de los Chonos, desapareciendo en el oeste de la península de Taitao.
Hacia la costa
Esta forma de relieve está conformada por una serie de planicies y terrazas que se desarrollan entre la Cordillera de la Costa y el mar, de manera discontinua en la zona norte del país y continua hasta el canal de Chacao.
Las planicies costeras o litorales son el resultado de la erosión marina sobre el borde oeste de la Cordillera de la Costa, especialmente en épocas geológicas pasadas, cuando las aguas alcanzaban mayor nivel que el actual.
Nuestra hidrografía
Debido a lo angosto del territorio chileno, nuestros ríos no alcanzan a recorrer grandes distancias y, por lo general, tienden a escurrir de este a oeste y a no ser aptos para la navegación. Se caracterizan, también, porque en su mayoría son poco caudalosos, aunque no por eso menos torrentosos. Sus aguas son importantes para las labores agrícolas, pues permiten la irrigación del suelo. También poseen gran potencial hidroeléctrico, aunque este no se aproveche en su totalidad.
En la zona norte, específicamente en el altiplano, las cuencas hidrográficas son del tipo endorreicas, es decir, no llegan al mar. Los principales ríos son: Azapa, Vitor, Camarones, Camiña, Tarapacá, Lauca, Isluga y Cariquima.
Entre los ríos Loa y Copiapó (pleno desierto de Atacama) no hay escurrimiento superficial (cuencas arreicas), aunque existen napas subterráneas que proveen de agua. El río Loa es el más importante y el más largo de Chile.
Desde Copiapó al sur, las aguas superficiales desembocan en el mar (cuencas exorreicas). En estas condiciones destacamos los siguientes ríos (de norte a sur): Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí, Choapa, Petorca, Aconcagua, Maipo, Rapel, Mataquito, Maule, Itata, Biobío, Imperial, Valdivia, Bueno, Palena y Baker.
Los otros espacios
El espacio marítimo de Chile abarca el Mar Territorial, que va desde la línea de más baja marea hasta 12 millas náuticas mar adentro, además de la Zona Económica Exclusiva, que es de hasta 200 millas en las porciones del continente americano y la Antártica, y ampliándose a 350 millas náuticas en torno a la Isla de Pascua y Sala y Gómez, con pleno derecho sobre sus recursos. Incluye el suelo y subsuelo marítimo, tanto para el territorio continental como para el insular.
El espacio aéreo comprende la proyección de los límites de los territorios marítimos y terrestres hacia la atmósfera. En este espacio, el Estado ejerce una soberanía total y exclusiva.
Geografía física de la Quinta Región de Valparaíso
En esta región hay diferentes zonas climáticas, que fluctúan entre el clima marítimo cálido y el frío de altura que se da en la alta cordillera.
Relieve de la V Región
El relieve de la parte norte de la región es similar al de la IV Región, ya que ahí se encuentran los últimos valles transversales, que son recorridos por las cuencas de los ríos Petorca, La Ligua y Aconcagua.
En cambio, la geografía de la zona sur es más simple, ya que la región es más angosta. Limita al este con la Cordillera de la Costa, por lo que solo presenta este cordón y planicies costeras. Estas tienen un ancho que varía entre unos cientos de metros y más de 15 Km, y presentan colinas o pequeños cerros, como sucede en la ciudad de Valparaíso.
En esta región, la Cordillera de los Andes llega a los 5.000-6.000 msnm; sus mayores alturas son el cerro Juncal (6.110 msnm) y el cerro Alto Los Leones (5.400 msnm). La Cordillera de la Costa apenas sobrepasa los 2.000 msnm.
Como ya se mencionó, al norte del paralelo 33º de latitud sur las dos cordilleras (de los Andes y de la Costa) se encuentran unidas por cordones transversales. En cambio, al sur del río Aconcagua, ambas cordilleras están separadas por la Depresión Intermedia, que se prolonga hasta la Décima Región.
Aproximadamente a los 33º30’ de latitud sur, la Cordillera de la Costa se divide en dos; la rama occidental está dentro de la Región de Valparaíso y la oriental, en la Región Metropolitana.
Hidrografía
La parte norte está dominada por tres ríos exorreicos, de régimen mixto (pluvio-nival, o sea, su cauce proviene de las lluvias y los deshielos): Petorca, La Ligua y Aconcagua. Al sur de la región están las desembocaduras de los ríos Maipo y Rapel.
El río Petorca tiene una cuenca de, aproximadamente, 2.700 Km2 y 72 Km de extensión. Nace en la localidad de Chincolco, producto de la unión de los cursos de los ríos Pedernal, que viene del norte, y Sobrante, que viene del oeste. Junto al río La Ligua, el Petorca desemboca al sur de la playa de Pichicuy, donde se forma una albufera, junto al cordón dunario de Longotoma.
La cuenca del río La Ligua drena una superficie de 2.000 Km2. Se forma cerca del pueblo de Cabildo, de la confluencia del río Alicahue y el estero Cajón de Los Angeles. Su cauce recorre 44 Km hasta desembocar en el mar, junto al río Petorca, al sur de Pichicuy.
El río Aconcagua tiene una superficie de 7.200 Km2. Nace de la unión de los ríos Juncal, que proviene del este, y Blanco, que llega desde el sureste. A 15 Km de su origen, el Aconcagua recibe el aporte del río Colorado, y 4 Km después, el del río Putaendo. Además, recibe el aporte de varios esteros, como el Riecillo, Vilcuya, Pocuro, Quilpué, Catemu, Los Loros, El Cobre, San Isidro y Limache. Recorre 142 Km hasta desembocar en el mar, al norte de la ciudad de Concón.
Además de los tres ríos principales, las planicies costeras de la V Región también son atravesadas por cursos de agua de microcuencas que se originan en la Cordillera de la Costa. Es el caso de los esteros Marga Marga, que desemboca en la ciudad de Viña del Mar; Casablanca, que llega al mar junto al poblado de Tunquén; San Jerónimo, que desagua cerca de Algarrobo, y El Yali, que desemboca en una albufera a 15 Km al sur de Santo Domingo.
Además, al sur de Valparaíso está la cuenca baja del río Maipo, que desemboca en Llolleo, y la del río Rapel, que está en el límite sur de la región.
Además de la de El Yali, existen otras lagunas de origen albuférico: la laguna el Peral, junto a Las Cruces, y Cabildo, Matanzas y El Rey, que se encuentran al sur de Santo Domingo.
Clima
En esta región hay diferentes zonas climáticas, que fluctúan entre el clima marítimo cálido y el frío de altura que se da en la alta cordillera.
En la zona costera e insular el clima es templado, con temperaturas gratas, con estrechas variaciones diarias y estacionales y con una alta humedad relativa, causante de los días cubiertos y de las neblinas matinales. En Valparaíso, la temperatura media anual en verano es 17,9º C y en invierno es de 11,9º C, con una amplitud térmica de 6º C.
Al interior, disminuye la influencia del mar, se acentúa la amplitud térmica, las diferencias entre las estaciones son más marcadas y es menor la humedad relativa. En invierno son frecuentes las heladas, que se incrementan al ascender por la Cordillera de los Andes. En Los Andes, la temperatura media anual en verano es 22º C y en invierno es 10º C, con una amplitud térmica de 12º C.
Las precipitaciones adquieren mayor importancia y regularidad, respecto a la IV Región. Mientras al norte de la región el promedio anual es de 250-280 mm, en la cuenca del Aconcagua este asciende a 520 mm. La altura también influye: en la alta cordillera las precipitaciones, en forma de nieve, superan los 1.000 mm anuales.

Datos adicionales
La comuna de menor superficie de la región es El Quisco (50,7 Km2)
La comuna de mayor superficie es Petorca (1.516,6 Km2)
La comuna más poblada es Viña del Mar (286.931 habitantes)
La comuna menos poblada es Juan Fernández (633 habitantes)
Viña del Mar es la única comuna que carece de población rural.
¿Sabías que?
La superficie de la Quinta Región de Valparaíso corresponde solo al cero coma ocho por ciento del territorio nacional.
El archipiélago de Juan Fernández, de casi diez mil hectáreas, está formado por tres islas, Robinson Crusoe, Marinero Alejandro Selkirk y Santa Clara, y algunos islotes menores.

Las civilizaciones fluviales

Se denominan genéricamente como Civilizaciones Fluviales, a aquellas que durante el Neolítico se fueron asentando junto a grandes ríos y desarrollando una cultura propia y en las que aparecería, entre otros muchos logros, la escritura.
Las principales Civilizaciones Fluviales de la antigüedad fueron la Egipcia, las mesopotámicas, la Hindú y la China. En esta página sólo se tratarán las culturas mesopotámica y egipcia por su influencia directa sobre nuestra cultura.
Las civilizaciones mesopotámicas se desarrollaron en la región de Mesopotamia, situada en el Asia Menor, al sur de la Península de Anatolia, entre los ríos Tigris y Éufrates. La egipcia se desarró en el valle del río Nilo en el noreste de África.
La cercanía geográfica de ambas civilizaciones ha dado lugar a la denominación de la zona que ambas ocupan como "Creciente Fértil", dada la forma de luna creciente que ofrece la zona de asentamiento de ambas civilizaciones, tal y como se puede observar en la ilustración y la fertilidad de sus tierras.
Dada su riqueza natural, Mesopotamia atrajo desde la prehistoria a poblaciones humanas procedentes de regiones más pobres.
Sobre el año 6000 a.C. los asentamientos aumentaron y en el cuarto milenio a. C. se construyeron las primeras ciudades, de entre las cuales destaca Uruk. El primer pueblo mesopotámico del que tenemos noticia histórica es el sumerio. Los sumerios, cuya civilización se extendió hasta el norte del Éufrates, utilizaron la metalurgia, desarrollaron la administración pública e inventaron un tipo de escritura denominada cuneiforme.
Hacia el 2330 a.C. los acadios, pueblo procedente de la zona central de Mesopotamia, conquistó la región, bajo el reinado del rey Sargón I El Grande, unificando ambos pueblos en una sóla cultura y situando su capital en la ciudad de Acad.
En el 2118 a.C. la capital pasó a la ciudad de Ur y en el siglo XVIII a.C. toda Mesopotamia fue unificada por Hammurabi, rey de Babilonia. En esta época se desarrolló en Mesopotamia una gran civilización, se fortaleció el sistema administrativo, se desarrolló el sistema de regadíos y la navegación y se construyeron grandes templos y monumentos. La principal obra de Hammurabi fue su Código que constituye la primera recopilación de leyes de la historia.
Hacía el 1595 a.C. los hititas, pueblo procedente de la meseta de Anatolia, y posteriorente los casitas, invaden Mesopotamia y dominan Caldea. Durante casi 400 años el reino de Babilonia fue muy próspero y sus reyes tuvieron un poder similar al de los faraonesegipcios, al tiempo que se desarrollaron fuertes relaciones comerciales con los pueblos vecinos.
Tras esta etapa, serán los asirios, procedentes del norte de mesopotamia, conquistarán Babilonia, expandiendo su imperio hasta el Mediterráneo, llegando incluso a dominar Egipto.
Las contínuas revueltas de las tribus caldeas y el empuje de los medas, terminaron con el imperio asirio, quedando Mesopotamia de nuevo en manos de los caldeos de Babilonia, bajo el gobierno de Nabuconodosor II. Así quedaría la región hasta que en el año 539 a.C. es conquistada por los persas de Ciro el Grande.






El Antiguo Egipto estaba situado en el valle del río Nilo, en el norte de África. Este valle supone un enorme oasis en medio del desierto del Sahara. Las inundaciones anuales debidas a las crecidas del río dejaban un suelo fértil y fácil de cultivar, lo quel garantizaba el alimento y el agua a los grupos humanos que vivían en sus orillas.
Los primeros habitantes del Valle del Nilo comenzaron a cultivarlo hacia el 5000 a.C. dividiéndose el valle en dos reinos denominados Alto y el Bajo Egipto. En esa época los egipcios ya enterraban a sus muertos en tumbas de arena junto con objetos para la vida de ultratumba, lo cual denota la creencia, desde la antigüedad, en la vida después de la muerte.
Egipto fue unificado hacia el año 3100 a.C., según la leyenda por el rey Menes, formándose el Imperio Antiguo en el cual bajo el mandato de los primeros faraones estables y poderosos, considerados dioses vivientes con un poder absoluto, se desarrollan la economía y cultura del país. La capital estaba en la ciudad de Menfis. En esta época la escultura y la arquitectura alcanzan su máximo apogeo con la contrucción de las pirámides de Gizeh por los faraones Keops, Kefrén y Mikerinos.
El Imperio Antiguo desapareció hacia el 2160 a.C. a consecuencia del debilitamiento del poder del faraón y el dominio de los gobernadores territoriales sobre sus provincias. El país fue reunificado por Mentuhotep II que fundó el Imperio Medio en el 2040 a.C. situando la capital en Tebas. Los faraones volvieron a controlar Egipto y reforzaron el comercio exterior. Es este periodo los egipcios invaden Libia y Nubia. La invasión del norte de Egipto por los hicsos que establecieron su capital en Menfis, debilitó el poder del faraón y el Imperio Medio entró en crisis.
El periodo más importante de la historia egipcia es el Imperio Nuevo (1500-1086 a.C.) en el que faraones guerreros como Amosis I y Tutmosis III expulsan a los hicsos, extienden los dominios del imperio hasta el Oriente Medio. En esta época se construye el Valle de los Reyes que serviría como tumba decorada de los faraones.
En el 525 a.C., Cambises II rey de Persia, invade Egipto poniendo fin a la época imperial
Los egipcios inventaron la escritura jeroglífica y sus creencias politeístas desarrollaron una mitología rica que tenía como principales deidades a Osiris, Isis, Horus y Anubis, así como una compleja red administrativa formada por escribas y funcionarios que controlaban las cosechas, las obras públicas y los impuestos.
El arte mesopotámico refleja al mismo tiempo la adaptación y el miedo de las gentes a las fuerzas naturales, así como sus conquistas militares.
En las ciudades de Mesopotamia, el templo fue el centro del comercio y la religión hasta que fue desbancado en importancia por el palacio real.
El suelo de Mesopotamia proporcionaba el barro para los adobes que fueron el material constructivo más importante de esta civilización. Los mesopotámicos también cocieron esta arcilla para obtener terracota, con la que realizaron cerámica, esculturas y tablillas para la escritura.
Se conservan pocos objetos en madera. En la escultura emplearon basalto, arenisca, diorita y alabastro. También trabajaron algunos metales como el bronce, el cobre, el oro y la plata, así como nácar y piedras preciosas en las piezas más delicadas.
El arte de Mesopotamia abarca una tradición de 4.000 años con estilo aparentemente igual. Hasta la conquista por los persas en el siglo VI a.C. cada uno de los grupos que la habitó, hizo su propia contribución al arte mesopotámico.
ESCULTURA Las primeras esculturas descubiertas en la Mesopotamia datan del 5000 a.C. y son en su mayoría figuras de barro muy similares a las de las Venus prehistóricas encontradas en el resto de Europa. En el milenio siguiente se refleja una estilización de las formas tendientes al naturalismo y se encuentran piezas en mármol tales como bustos, estelas conmemorativas y relieves. La más importante es la estela encontrada en Lagash, considerada la más antigua del mundo en cuanto que en ella aparece por primera vez la narración figurativa de una batalla.
Las estatuas más típicas son figuras de hombre o mujer de pie, llamados orantes, ataviados con largas túnicas con las manos tomadas a la altura del pecho, siendo la cara la parte más llamativa del conjunto por el relieve de los ojos normalmente realizados con piedra. En cuanto a los relieves, estos han sido de una importancia fundamental para comprender la historia, la iconografía religiosa y el ceremonial de los pueblos mesopotámicos.
Existían varios tipos, entre ellos los esculpidos en la piedra y los realizados sobre ladrillos esmaltados como es el caso de los pocos restos encontrados de la famosa "Puerta de los dioses" (de hecho, eso significa Babilonia) y los de arcilla. Dependiendo del pueblo y de la ciudad los temas y los estilos variaban: durante las dinastías acadia y persa la temática era la narración de la victoria de los reyes, mientras que en tiempos de los babilonios se preferían las representaciones de las divinidades o de las tareas cotidianas del pueblo.
ORFEBRERÍA La orfebrería mesopotámica constituye uno de los hallazgos más interesantes de las excavaciones de tumbas reales y templos. El trabajo de los metales era una de las actividades artísticas más importantes en los pueblos mesopotámicos. Si bien la mayoría de las tumbas fueron saqueadas por los ciudadanos de sucesivos asentamientos poblacionales, que descubrían los tesoros cavando para construir sus casas. Algunos, han llegado intactos hasta hoy, como el tesoro de los reyes de Ur, encontrado por el arqueólogo Charles Wooley.
Entre los valores más preciados de este tesoro se cuenta el tocado de una de las sesenta y cuatro cortesanas enterradas en el sepulcro real, de una suntuosidad y un diseño exquisito, en el que finísimas láminas de oro imitan hojas y pétalos de flores. Restos de vajilla labrada en oro y numerosísimas estatuillas de cobre, uno de los metales más trabajados, así como collares y brazaletes de cornalina, lapislázuli y plata e instrumentos musicales con piedras preciosas completaban el tesoro más antiguo del mundo oriental.
En las formas y el modelado del metal se descubre un naturalismo de cierta ingenuidad, con obsesión por el detalle ornamental. Se hace difícil un estudio del estilo general de la orfebrería mesopotámica debido a la gran variedad de pueblos y culturas que poblaron sucesivamente el territorio. Sin embargo, en todos lo objetos se descubre el valor de las fuerzas de la naturaleza y la esperanza del hombre en una vida después de la muerte, algo que explica que los objetos más valiosos se encontraran en los sepulcros.
También durante el imperio Persa (VI a.C.) la orfebrería experimentó un florecimiento. Los tesoros encontrados en las excavaciones dan cuenta de la habilidad de los artesanos en la realización de bellísmos utensilios y objetos decorativos en oro y plata. Destacan sobre todo las piezas del último período del Imperio. El naturalismo de las estatuillas destinadas a los hipogeos y el logrado dinamismo de su decoración refleja la influencia de los artistas griegos.
ARQUITECTURA La arquitectura de la Mesopotamia se sirvió en sus comienzos de los ladrillos de barro cocido, poco resistentes, lo que explica el alto grado de deterioro de las construcciones encontradas. Las obras más representativas de la construcción mesopotámica son los zigurats o templos en torre que datan de los primeros pueblos sumerios y que asirios y babilonios mantuvieron en lo formal. Éstos eran en realidad edificaciones superpuestas que conformaban especies de pirámides de lados escalonados dividida en varias cámaras.
El zigurat de la ciudad de Ur es uno de los que mejor se ha conservado gracias a que después de su destrucción, por los acadios, el rey Nabucodonosor II lo mandó reconstruir. El templo constaba de siete plantas y en la terraza se encontraba el santuario. Se cree que en la reconstrucción, se intentó copiar la famosa torre de Babel, hoy destruida. A la última planta se accedía por interminables y estrechas escalinatas que rodeaban los muros.
La arquitectura monumental aqueménida retomó las formas babilónicas y asirias con la monumentalidad egipcia y el dinamismo griego. Los primeros palacios de Pasargada de Ciro el Grande (559-530) poseían salas de doble hilera de columnas con capiteles en forma de cabeza de toro de influencia jónica. Para centralizar el poder, Darío (522-486) transformó en capitales administrativas y religiosas a Susa y Persépolis respectivamente. Sus palacios fueron los últimos testimonios de la arquitectura oriental antigua.
En cuanto a las tumbas, los monarcas aqueménidas, que no siguieron la tradición zoroástrica de exponer sus cadáveres a las aves de rapiña, excavaron fastuosos monumentos funerarios en las rocas de montañas sagradas. Una de las más conocidas es la tumba de Darío I, en la ladera del monte Hussein-Kuh. Su fachada imita el portal de un palacio, y se halla coronada con el disco del dios Ahura Mazda. Este fue el modelo seguido posteriormente en las necrópolis.
PINTURA La pintura egipcia experimentó su máximo apogeo durante el Imperio Nuevo. Sin embargo, dado el carácter religioso de la misma, las técnicas pictóricas evolucionaron muy poco de un período al otro. Más bien se mantuvieron siempre dentro del mismo naturalismo original. Los temas eran normalmente narraciones de la vida cotidiana y batallas, además de leyendas religiosas.
Las típicas figuras de perfil con los brazos y el cuerpo de frente de los murales egipcios, son producto de la utilización de la perspectiva aspectiva. Los egipcios no representaron las partes del cuerpo humano según su ubicación real sino teniendo en cuenta la posición desde la que mejor se observara cada una de las partes: la nariz y el tocado de perfil, que es como más resaltan; y ojos, brazos y tronco, de frente. Esta práctica se mantuvo hasta mediados del Imperio Nuevo, luego se prefirió la representación frontal.
Un capítulo aparte en el arte egipcio lo constituye la escritura. Un sistema de más de 600 símbolos gráficos denominados jeroglíficos, se desarrolló a partir del año 3.300 a.C. y su estudio y fijación fue tarea de los escribas. El soporte de los escritos era un papel fabricado en base a la planta del papiro. La escritura y la pintura se hallaban estrechamente vinculadas por su función religiosa. A las pinturas murales de los hipogeos y las pirámides se las acompañaba de textos y fórmulas mágicas dirigidas a las divinidades y a los difuntos.
Es curioso observar que la evolución de la escritura en jeroglíficos más simples, la llamada "escritura hierática" determinó en la pintura una evolución similar, traducida en un proceso de abstracción. Estas obras menos naturalistas, por su correspondencia estilística con la escritura, se denominaron a su vez "pinturas hieráticas". Del Imperio Antiguo se conservan las famosas pinturas "Ocas de Meidun" y del Imperio nuevo merecen mencionarse los murales de la tumba de la reina Nefertari, en el Valle de las Reinas, en Tebas.
ESCULTURA La escultura egipcia fue ante todo, animista. Encontró su razón de ser en laeternización del hombre después de la muerte. Fue una escultura eminentemente religiosa. La representación de un faraón o un noble, era la reemplazante física del muerto, su doble, en caso de descomposición del cuerpo momificado. Esto justificaría el exagerado naturalismo logrado por los escultores egipcios, sobre todo en el Imperio Antiguo. Con el paso del tiempo, al igual que la pintura, la escultura se estilizó.
Las estatuillas de barro eran piezas concebidas como complementarias del ajuar en el ritual funerario. En cuanto a las estatuas colosales de templos y palacios, surgieron a partir de la Dinastía XVIII como parte de la nueva arquitectura imperial. Poco a poco, las formas se fueron complicando y pasaron del realismo ideal al amaneramiento completo. Con los reyes tolemaicos la gran influencia de Grecia se hizo sentir en la pureza de las formas y el perfeccionamiento de las técnicas.
En un principio, el retrato tridimensional fue privilegio de faraones y sacerdotes. Con el tiempo fue posible a ciertos miembros de la sociedad como escribas y sacerdotes. De los retratos reales más populares merecen mencionarse los dos bustos de la reina Nefertiti, considerada una de las mujeres más bellas de la historia universal. Ambos son obra de uno de los pocos artistas egipcios conocidos, el escultor Thutmosis, y se encuentran hoy en los museos del Cairo y de Berlín, respectivamente.
No fueron menos importantes las obras de orfebrería, cuya maestría y belleza son suficientes para testimoniar la elegancia y el lujo de las cortes egipcias. Los materiales más utilizados eran el oro, la plata y las piedras. Las joyas siempre tenían alguna función específica (talismanes), lo mismo que los objetos elaborados para templos y tumbas. Los orfebres también colaboraron en la decoración de templos y palacios revistiendo muros con láminas de oro y plata labrados con inscripciones, de los que apenas quedaron testimonio.
ARQUITECTURA La esencia de la arquitectura egipcia lo constituyen sin duda las pirámides, cuyas técnicas de construcción siguen siendo objeto de estudio de ingenieros y historiadores. El creador de las mismas fue el arquitecto Imhotep, durante la tercera dinastía, y su obra le valió la divinización. En un principio las tumbas egipcias tenían la forma de pequeñas cajas y eran de barro, recibiendo el nombre de mástabas (banco). Fue este arquitecto el que superpuso las mástabas dando forma a la pirámide.
También se debe a Imhotep la utilización de la piedra en lugar del barro, que sin duda servía mejor en vistas a la conservación del cuerpo del difunto. Las primeras pirámides fueron las del rey Zoser y eran escalonadas. Las más célebres del mundo pertenecen sin embargo a la IV dinastía y se encuentran en Gizeh: Keops, Kefrén y Mikerinos de caras completamente lisas. La regularidad de ciertas pirámides se debe, aparentemente, a la utilización de un número áureo que muy pocos arquitectos conocían.
Otro tipo de construcción fueron los hipogeos, templos excavados en las rocas dedicados a varias divinidades o a una en particular. Normalmente se hallaban divididos en tres cámaras de las cuales la primera era para los profanos, la segunda para el faraón y los nobles, y la tercera, para el sumo sacerdote. La entrada a estos templos eran guardadas por galerías de colosos o esfinges. En cuanto a la arquitectura civil y palaciega, las ruinas que se conservan permiten recabar muy poca información al respecto.

poblamiento americano

Unidad : Construcción de una identidad mestiza.
Tema : América precolombina: las grandes civilizaciones
Teorías del poblamiento americano
Capítulo I

El hombre americano ¿ cuándo apareció? ¿qué ruta utilizó? ¿cuál era su bagaje cultural?, constituyen las interrogantes que plantea el problema del poblamiento americano. desde la época de los conquistadores se han elaborado las más extrañas y exóticas teorías para resolverlas. Actualmente, gracias a las modernas técnicas de datación y el avance de los estudios arqueológicos y antropológicos, ha sido posible reconstruir, en forma bastante aproximada, la historia de este acontecimiento.

Los emigrantes no pudieron entrar y ocupar el Nuevo Mundo en fechas anteriores a las asignadas para la aparición del Homo Sapiens; con esta premisa concuerdan los restos de Lewisville (Texas) que, ubicados hacia 38.000 años atrás, constituye la más temprana evidencia humana en América.
1.- EL MITO BIBLICO

Se refiere fundamentalmente a las 10 tribus perdidas de Israel, cuyo destino se ignoró a partir de la conquista de ese reino por los asirios el año 722 A. C., dos siglos después del cisma que se produjo en el Estado Hebreo luego de la muerte del Rey Salomón. Estos datos han quedado consignados en algunos de los libros del Antiguo Testamento. De las originarias 12 tribus de los BEBEI ISRAEL que invadieron y conquistaron Canaan desde Egipto a finales de la Edad de Bronce, dos de las primitivas tribus constituyeron el Estado de Judá en el sur y los 10 restantes el Estado de Israel en el norte. El Estado septentrional fue destruído por los asirios a finales del siglo VIII A. C. y su población fue en gran medida dispersada. El destino de las 10 tribus restantes desaparecidas ha sido largamente discutido.

Algunos de los importantes investigadores como Arias Montano (1751), Gregorio García (1607) y los padres Durán y Las Casas (1550) en el siglo XVII y Lord Kisborough (1830) todavía a mediados del siglo XIX afirmaron que aquellas tribus perdidas del relato bíblico emigraron a América, colonizando el continente.

No tiene sentido ahora discutir ideas tan arbitrarias e irreales. Todos los supuestos semejantes, lingüísticas y culturales, entre los indios americanos y el pueblo hebreo no tiene fundamento serio alguno, no existiendo relación posible entre ambos. Sin embargo, la congregación religiosa de los Mormones en EEUU aún insiste en esta relación que ya planteara su fundador en el siglo pasado.

Es interesante hacer notar que el propio mito de la desaparición misteriosa de las 10 tribus de Israel tampoco tiene fundamento sólido. Los conquistadores asirios destruyeron y liquidaron parte de la población, otra fue desplazada y el resto permaneció en el lugar siendo transculturados por los asirios y sobre todo por las poblaciones arameas contemporáneas y posteriores. Sin embargo, una parte importante de ellos conservó aún, a pesar de los violentos cambios y transculturaciones, gran parte de su identidad y sus descendientes fueron samaritanos, los que se han conservado hasta la actualidad. En resumen, los restos de las 10 tribus bíblicas nunca salieron, realmente, muy lejos de su región, salvo en los límites del propio reino asirio. Por lo tanto, mal pueden haber llegado nunca a América.
2.- DESDE EGIPTO Y OTROS PUEBLOS ORIENTALES

También se postuló la hipótesis de la venida de otros pueblos del Oriente Antiguo, además de los hebreos. Entre estos, uno de los que más ocupó la atención fue el pueblo de Antiguo Egipto. Algunos autores observaron aparente semejanza en el culto solar y en la construcción de pirámides relacionadas con aquellos ritos, existentes especialmente en las altas culturas americanas, con fenómenos similares conocidos en el Antiguo Egipto. Esta tesis fue revivida en forma pseudocientífica a comienzos de este siglo por el antropólogo británico Elliot Smith (1912). Hoy sabemos, gracias a la arqueología, que dichas construcciones difieren tanto en su tipología como en su función, siendo las americanas, a diferencia de las egipcias, preferentemente de tipo escalonado y con una especie de templo construído sobre su cima trunca y cumpliendo las funciones ceremoniales de santuarios religiosos y templos, lo contrario de las monumentales tumbas egipcias. El culto solar mismo es demasiado difundido en el mundo para tener un centro originario único en el antiguo Egipto como pretendía la Escuela Heliolítica de Smith. En la actualidad estas ideas son rechazadas por cualquier investigador serio.
Además de los egipcios, se postuló la llegada de los Fenicios, que habrían navegado hacia el oeste hasta descubrir y colonizar América (Soland 1958), de los Tártaros y aún de las hordas mongólicas de Kublai Kan, los que habrían colonizado el continente, explicándose así la frecuencia de los rasgos mongólicos en la población de América. Uno de los cronistas, el padre García (1607) hizo llegar prácticamente a la mayoría de los pueblos de la antigüedad a descubrir y colonizar el nuevo mundo.
Una teoría sugestiva y mejor sustentada que todas las anteriores con respecto a la llegada de pueblos orientales históricos, esta vez del Extremo Oriente, más cercanos a América, se refiere a la posible llegada de misioneros chinos. Se basa en cierta documentación histórica china donde se relata una leyenda sobre la tierra de Fu Sang, a la que fueron enviados misioneros budistas desde China Imperial. La mayoría de los autores que se han ocupado del tema consideran que ella corresponde al Japón. Sin embargo, algunos han pretendido, aún en nuestros días, identificarla con América (Soland 1958). Tales hipótesis son difíciles de probar, pero tampoco pueden ser rechazadas de plano. Como las anteriores, se aducen posibilidades de naufragios procedentes del continente asiático, lo que ha sido verificado en más de una ocasión en los últimos siglos. Se esgrime también la posibilidad de viajes premeditados de misioneros aprovechando las corrientes oceánicas existentes en el Pacífico Norte, que al igual que las del Pacífico Sur posibilitarían los contactos marítimos con América, como ha sido comprobado por navegantes modernos (Heyerdahal, 1950). Alguien también indicó una flota enviada por Alejandro Magno desde la India en el siglo IV A. C. que habría atravesado el Pacífico (Gladwin, 1947). En la actualidad, algunos tratan de extraer argumentos para reforzar la idea de contactos transpacíficos como los interesantes hallazgos realizados en la cultura de agricultores incipientes y ceramistas de Valdivia, en Ecuador, que parece evidenciar un posible contacto con la cultura neolítica Jomon de Japón, ambas fechadas en el tercer milenio A. C. (Meggers, Evans y Estrada, 1965). Pero, por sobre todo, algunas semejanzas de la cultura Olmeca, en el Golfo de México, con la civilización China (Ekholm, 1964).
La mayoría de estas teorías, con honrosas excepciones, como las dos últimas mencionadas, se fundamentan en la comparación y en el análisis de hechos aislados y simples que no resisten, hasta el momento, una crítica seria y científica. Corresponden en realidad a ese período mitológico y precientífico del americanismo y no pueden ser tomadas muy en serio.

3.- EL MITO DE LA ATLANTIDA

Así como la literatura bíblica sirvió de base para la elaboración de una serie de teorías míticas sobre los orígenes americanos, también la literatura del mundo clásico grecoromano, que junto con la Biblia constituyen una de las bases más sólidas de la cultura europea renacentista y clásica que correspondía al contexto histórico de nuestros cronistas, dio pié para otras teorías mitológicas. En este sentido, la más sugestiva y que más partidarios acuñó fue la del mito de la Atlántida. José Imbelloni (1956) resumió y descalificó brillantemente todas estas hipótesis fantásticas y mitológicas.
Las primeras noticias sobre un desaparecido continente Atlántico provienen del filósofo griego Platón, estas menciones aparecen en dos de sus diálogos: Critias y Timeo donde se indica la leyenda transmitida a los griegos por sacerdotes egipcios, de la existencia de un gran pueblo en un adelantado grado de civilización que habría vivido en tierras más al occidente de las " columnas de Hércules " y por lo tanto en el Océano Atlántico. Encontrándose el pueblo de los Atlantes en condiciones de invadir Egipto y otras regiones del Mediterráneo, sobrevino una catástrofe natural que sepultó en el mar a los pretendidos invasores junto con su propio continente.
Este continente Atlántico desaparecido, conocido y popularizado posteriormente como la Atlántida, ha sido objeto de tenaces búsquedas, produciéndose numerosas conjeturas sobre el destino de sus habitantes. Una de las teorías favoritas de los partidarios de su existencia indica que restos de su población que lograron salvarse emigraron a América, poblando este continente y aportando la civilización de las altas culturas americanas.
Los estudios geológicos muestran que de haber existido la Atlántida sería en el período terciario temprano, o sea unos 50 a 70 millones de años atrás. En esa época no hay trazas siquiera del aparecimiento del hombre sobre la Tierra, ni tampoco de otros antropoides o primates superiores. Por tanto, postular la existencia de algún continente Atlántico en relación con el hombre es completamente irreal y utópico y menos aún lo que se refiere a un grado de cultura avanzada de alguna civilización desaparecida.








Capítulo II
4.- EL AUTOCTONISMO AMERICANO

Afines del siglo pasado (XIX), el sabio argentino y notable paleontólogo Florentino Ameghino, estudiando las formaciones geológicas pampeanas del sur de la provincia de Buenos Aires, creyó descubrir restos humanos muy antiguos y de rasgos muy primitivos asociados a fauna de mamíferos extinguidos, en terrenos del Cuaternario temprano y aún del tardío Terciario. También descubrió una industria Lítica primitiva a la que asignó gran antigüedad. En consecuencia, consideró que estaba en presencia de homínidos muy primitivos de una notable antigüedad que corresponderían a los eslabones perdidos enunciados por Darwin (1859-71) entre los antropoides y el hombre. De ahí desprendió también la conclusión de que el hombre no sólo era originario de este continente, sino el origen de la humanidad misma debía ubicarse y buscarse en las pampas meridionales de América de sur, desde donde se habría difundido hacia el resto de la Tierra.
Carlos Ameghino, hermano del anterior fue su eficiente colaborador que realizó la mayoría de las investigaciones de terreno, quedando de preferencia para su hermano mayor la tarea de gabinete y las elaboraciones teóricas correspondientes
Florentino Ameghino fue maestro primario y se formó posteriormente, de manera autodidácta, como paleontólogo y antropólogo. Su formación profesional sin embargo fue desordenada y adoleció de algunos vacíos; no obstante, llegó a adquirir un gran conocimiento y dominio como paleontólogo de vertebrados y especialmente de mamíferos sudamericanos de los cuales descubrió, con su hermano, varias especies nuevas. Fue autor de una obra monumental sobre paleontología de vertebrados; se preocupa también de paleo-antropología, publicando al respecto su obra básica al respecto (1880) "El origen del hombre en el Río de la Plata" en que planteó sus famosas y discutidas teorías.
En dicha obra y en otros escritos, comunicaciones y polémicas científicas, postuló y defendió apasionadamente sus teorías sobre el autoctonismo del hombre americano y su origen pampeano. Estableció un posible árbol genealógico para éste y que terminaba en el Homo Pampeanus, pasando por el Diprotomo, Triprotomo y llegando hasta el Tetraprotomo Platensis. Toda esta genealogía fue reconstruída a partir de unos pocos hallazgos de restos óseos, aparentemente de fósiles humanoides, entre los cuales, principalmente una calota y un fémur.
No le pareció a Ameghino exagerada su reconstrucción y consideraba su hallazgo semejante y aún más importante que la famosa calota descubierta en Neanderthal, en el sur de Alemania en 1856 y después la calota de Trinil en Java descubierta por Dubois en 1891.
Ameghino era además un decidido partidario y defensor apasionado de las nuevas ideas darwinistas, llegando a fines del siglo XIX a escribir un polémico y original tratado de defensa de dichas ideas (1884). Ameghino fue uno de los pocos y raros científicos que trascendió hacia amplios círculos, inclusive de las propias masas populares y fue además un notable divulgador de la Teoría de la Evolución en el ámbito del incipiente mundo científico e intelectual sudamericano.
En el año 1910, la teoría Autoctonista de Ameghino, que ya había empezado hacía mucho a mostrar sus debilidades, sufrió un golpe mortal que la dejó definitivamente descalificada. Con motivo del Congreso Internacional de Americanistas, realizado en Buenos Aires y La Plata, el sabio checo-norteamericano A. Hardlicka (1912) que vino a este evento acompañado de un grupo de expertos sometió a prueba los hallazgos de Ameghino, comprobando que los terrenos pampeanos pertenecían en su mayoría a un cuaternario tardío y no al terciario, que la famosa calota estuvo mal medida y que ante nuevas y más exactas medidas quedó identificada como perteneciente a un Homo Sapiens relativamente moderno y por último que el famoso fémur no era humano sino que perteneció a un pequeño felino. Igualmente la fauna asociada correspondía a bolsones faunísticos postglaciares. Aunque Ameghino se defendió, no dando su brazo a torcer y muriendo un año más tarde manteniendo aún sus ideas, éstas realmente perdieron toda base objetiva en que pretendían sustentarse. Algunos de los partidarios más recalcitrantes de Ameghino, especialmente en Argentina, han continuado casi hasta nuestros días aferrados porfiadamente a una teoría ya muerta para la ciencia americanista, cuyo certificado de defunción fue extendido en 1910.

Capítulo III
5.- MIGRACIONES ATLANTICAS HACIA AMERICA
Como el descubrimiento de América se produjo por el lado Atlántico, algunos estudiosos se han preguntado que si en el siglo XV de nuestra era América fue descubierta, conquistada y poblada por el lado Atlántico, no es improbable que una situación semejante se hubiese producido antes.
En primer lugar hay que considerar la teoría del poblamiento de Norteamérica realizado cinco siglos antes de Colón por navegantes escandinavos. Esto es un hecho histórico plenamente demostrado en documentos históricos comprobados por la ciencia histórica. La llegada de estos pueblos a Groenlandia fue en el siglo X y en los primeros años del siglo XI al país llamado por ellos Vinland, que corresponde a la costa oriental del Canadá. Si bien en Groenlandia la ocupación se mantuvo durante 300 años, en norteamérica sólo estuvieron algunos años no teniendo relevancia con respecto al problema del origen del hombre americano.

Con respecto a contactos más tempranos, algunos autores han querido establecer relaciones entre los "guanchesli", aborígenes de las Islas Canarias relacionados con el hombre de Cromagnon, y algunos indígenas sudamericanos, basándose en muy débiles semejanzas en las formas de enterramiento.
Una teoría bastante sugestiva ha sido planteada en los últimos años por Greemman en 1963 y se refiere a posibles conexiones entre Europa septentrional y la parte norte de América del Norte a fines de la última glaciación o comienzos del postglacial. Algunos investigadores han llamado la atención sobre la aparente semejanza de ciertos complejos culturales, tanto arqueológicos como etnográficos, entre algunas culturas de finales del Paleolítico Superior europeo y otras del Paleo Indio y de los esquimales. Se trata en especial de manifestaciones de la cultura magdaleniense del norte de Europa que habrían llegado por la misma ruta de los históricos escandinavos del siglo XI, a comienzos del postglacial, poblando el extremo septentrional del Canadá y cuyos descendientes serían los históricos esquimales. A pesar de las pretendidas evidencias de similares rasgos aportados por estos autores, la mayoría de los americanistas han rechazado las evidencias por considerar la base metodológica de muy débil.
Fuera de las mencionadas teorías, ninguna otra, relativamente seria sobre poblamientos provenientes del lado Atlántico, podríamos señalar. Recientemente, Thor Heyerdhal realizó una navegación en un barco de papiro construido sobre modelos del antiguo Egipto, logrando llegar a América desde el norte de Africa, indicando con ello que con muchas dificultades sería posible un viaje de los antiguos egipcios a América; en realidad, sólo demostró la posibilidad de dicho viaje, pero no probó nada más.
6.- MIGRACIONES DEL LADO PACIFICO
En este sentido, la primera y más importante de las teorías modernas es la esbozada por aquel mismo Hardlicka que combatió y descalificó a Ameghino ( Hardlicka, 1932 ).
Hardlicka postula un poblamiento totalmente alóctono para América que habría llegado por la única ruta de la región de Behring en el Pacífico Norte, es decir, a través del propio estrecho de Behring y de la cadena de las Islas Aleutianas poco más al sur. Este movimiento migratorio se habría iniciado recién en el postglacial no más antiguo de unos 10.000 años atrás. Habrían llegado en oleadas sucesivas de pueblos cazadores y recolectores, pero sobre todo agricultores neolíticos, todos pertenecientes a la raza mongólica, los que habrían dado origen a la formación racial de los amerindios de características uniformes y claramente mongoloides, distribuyéndose por todas las Américas.
Esta teoría tuvo una marcada influencia sobre la mayoría de los americanistas en las 4 primeras décadas de este siglo (XX). Hoy día, sin embargo, de dicha tesis no queda en pié más que la ruta misma de migración, la zona de Behring, aceptada unánimemente. Pero ya no es posible sostener el carácter exclusivo mongoloide de los indios americanos; ni su época de arribo al continente, tan tardía y de un período neolítico solamente.
Con Hardlicka se estableció, en definitiva, la procedencia asiática de los amerindios y su llegada por el lado Pacífico.
Paul Rivet (1957), partiendo de las ideas del anterior, aporta nuevos elementos de juicio. Acepta la ruta de Behring como la ruta principal de acceso de los inmigrantes asiáticos, pero no como la única. Acepta también el componente mongólico como el más numeroso e importante, pero no como exclusivo. Igualmente, la época postglacial de las migraciones, postulada por el antropólogo checo-norteamericano le parece apropiada. Sin embargo, Rivet considera que el poblamiento de América es el resultado de varios movimientos migratorios distintos. Además del elemento asiático mongoloide y esquimal llegado por vía Behring, se sumarían oleadas de elementos australianos y malayo-polinesios llegados por vía transpacífica--especialmente en el hemisferio sur--los que incluso serían anteriores a la llegada de aquellos.
Según Rivet (1957), los pueblos australianos podrían haber llegado a Sudamérica por el puente antártico, de acuerdo a la teoría del geógrafo y antropólogo portugués Mendes Correa (1925-28), quien postulaba que en los 6 mil a 2 mil años A. C. habrían retrocedido importantes masas de hielo antártico, dejando libres algunas islas australes y tierras antárticas. Esta migración habría sido posible como producto de una navegación primitiva de isla en isla y orillando las costas antárticas hasta arribar a las islas patagónicas del extremo austral de la América del Sur.
El elemento australoide habría dado origen a algunos grupos raciales de los Fueguinos en el extremo sur y el elemento melanésico a grupos raciales Laguidos. Estas razas americanas serían diferentes a las otras variedades raciales americanas de origen mongoloide y constituirían el estrato más antiguo de los aborígenes, formando lo que Rivet denominó las razas paleo-americanas.
Rivet trae a colación, para afirmar sus tesis, una serie de aparentes similitudes no sólo de rasgos raciales, sino también de rasgos culturales y lingüísticos que probarían el estrecho contacto entre estas áreas separadas por el Océano Pacífico, lo que le permitiría afirmar el origen transpacífico de los pretendidos paleoamericanos.
En la actualidad se considera ya superada la idea de Rivet respecto a la llegada de los australianos por el supuesto puente antártico de Mendes Correa, cuya existencia no se ha podido comprobar científicamente. Por el contrario, hay una carencia absoluta de evidencias arqueológicas y geológicas al respecto. Naturalmente, los restos arqueológicos tendrían que estar en su mayoría sepultados por el mar, aunque no todos. Con respecto a los elementos geológicos, no hay evidencia alguna de plataforma submarina de escasa profundidad, como la existente en la región de Behring. Tampoco hay evidencias concretas con respecto a las fluctuaciones de los niveles marinos o a la existencia de archipiélagos de islas que podrían haber servido a manera de puente, como el de las Aleutianas en el hemisferio norte. De las ideas de Rivet queda en pié solamente la posibilidad de la llegada de poblaciones melanésico-polinésicas por vía transpacifica directa.
Capítulo IV

POBLAMIENTO AMERICANO: BASES CIENTÍFICAS


El poblamiento de América se desarrolló durante el período que la geología a llamado Cuaternario.
Geológicamente, este período se divide en: Plesitoceno y Holoceno. Al Pleistoceno se le denomina la edad de las glaciaciones, con una duración de aproximadamente 3 millones de años; y al Holoceno o Reciente, porque en él vivimos, el período postglacial, a la que los geólogos dan comienzo hace 10.000 años.
Las glaciaciones fueron fenómenos climáticos que modificaron profundamente el relieve continental y los sucesivos cambios del nivel del mar. Para comprender mejor esto los glaciares son masas de hielo que desde la región de las nieves eternas, donde se origina, desciende a niveles inferiores en virtud de un paulatino deslizamiento, formando un verdadero "río de hielo" que se adapta a la mayor parte del terreno por donde se desliza. La progresión de la lengua del glaciar continúa hasta llegar a zonas de mayor temperatura donde lentamente va fundiéndose formando la cabecera de un río o un lago.
La periodicidad de los fenómenos glaciares en el Pleistoceno indica que entre una y otra glaciación hubo épocas de clima más templado, incluso se presentaron épocas en que el clima era como el actual y hasta más cálido durante la cual el glaciar retrocedía quedando libres grandes extensiones continentales que más tarde eran invadidas otra vez al producirse un recrudecimiento del frío y un nuevo avance glaciar.
Fueron estos factores climáticos muy marcados, que se sucedieron a través de prolongados espacios de tiempo, lo que condujo a que se alterase el mundo vegetal y animal, que debió adaptarse a las nuevas formas de subsistencia que la naturaleza le ofrecía.
Durante las épocas de glaciación, lógicamente la masa de agua de los mares se reducía y con ello el nivel descendía en proporción a la masa de hielo sobre los continentes. A fines del Cuaternario, con motivo de la última glaciación de Wisconsin, en el estrecho de Bering, el mar descendió alrededor de 50 metros, a tal punto de que el Viejo Continente (la Siberia Asiática) y el Nuevo Continente (Alaska), quedaron unidos por una llanura de la que sobresalían unas montañas, que ahora son las islas Diómedes. Hace casi 40 mil años, cuando el mar alcanzó su nivel más bajo, entre 100 y 110 metros, afloró una masa terrestre de casi 2,000 kilómetros, de norte a sur, conocida como Beringia, dándose las condiciones óptimas que permitieron el paso a los habitantes del extremo noroeste de Siberia hacia América. O sea, que para estos momentos no se puede hablar de dos continentes separados, sino que están unidos por esta franja de tierra y hielo. Esta vía resulta más viable y lógica; permite un desplazamiento de pequeñas bandas cazadoras, o sea núcleos integrados por hombres, mujeres y niños.
La ubicación de estos grupos humanos en estas áreas, responde a que estas pequeñas bandas de cazadores se desplazan lentamente en busca de aquellos animales que conforman su dieta alimenticia, quienes encuentran la misma situación en ambos lados; las condiciones eran exactamente iguales, presentaba las mismas características en cuanto a clima y recursos explotables. Más que una migración, su ubicación en América (el lado americano de Beringia) debe verse como un lento desplazamiento en habitats similares, en donde estos grupos humanos se habituaron y reprodujeron por espacio de 4,000 años.

Con el retiro de los hielos glaciares, debido al deshielo, las aguas del mar subieron nuevamente de nivel, cubriendo Beringia que fue desapareciendo como territorio. Debido a este fenómeno, las bandas de cazadores quedaron separados totalmente por el mar de Bering, dando lugar a nuevos islotes de individuos. Al cabo de los siglos, ya cuando las condiciones climáticas lo permiten, empiezan a migrar hacia el continente americano; este desplazamiento se observa también al otro lado del Estrecho de Bering, cuyos habitantes regresaban nuevamente después de miles de años, a poblar áreas que antiguamente habían explotado.

Los primeros pobladores de América

El poblamiento de América debe verse dentro de una perspectiva económica, ya que, los grupos que se desplazaban, lo hacían en busca de alimentos y como eran cazadores, tenían forzosamente que seguir los desplazamientos de los animales que formaban parte de su dieta.
La llegada de grupos humanos al continente americano se calcula hace 30.000 o 40.000 años, edad propuesta en base a numerosos hallazgos en la región noroccidental del continente (Estrecho de Bering, Alaska, Canadá y Estados Unidos) que, además, ratifican a Asia como la región de origen de estos pobladores.
Una aproximación cronológica para ubicar en el tiempo el poblamiento del continente americano, son los siguientes hallazgos,: huesos de mamuts enanos que parecen fueron quemados en un fogón, encontrados en la Isla de Santa Rosa frente a las costas del sur de California, datan de 29.000 años (C14). Una tibia de caribú convertida en raspador, encontrada en el territorio del Yukón, Canadá, con una edad de 27.000 años (C14). Un cráneo encontrado en la ciudad de Los Angeles, fechado a través del método de los componentes proteínicos del hueso, con una antigüedad de 23.600 años. Una pelvis de bisonte cortada por un instrumento filoso, encontrada en el sitio American Falls en el estado de Idaho, presenta una fecha aproximada de 30.000 años. Sitios como Lewisville en Texas, dan fechas superiores a 38.000 años.
Estas fechas no son compartidas por muchos investigadores, argumentando la existencia poco confiable del contexto arqueológico, y plantean que los restos humanos más antiguos de Norteamérica, son los pertenecientes a la tradición de caza mayor de las praderas, fechados , por radiocarbono, entre 13.000 y 11.000 años.
Lo que sí es importante hacer notar es que este proceso tardó miles de años, pues los primeros pobladores eran cazadores-recolectores cuyos movimientos son lentos, sobre todo cuando abundan los recursos explotables, y que cuando la presión en la obtención de alimentos se hace sentir, se ven obligados a iniciar su recorrido a lo largo del continente.
Cuando estos grupos empezaron a penetrar hacia el sur, se abrió ante ellos un territorio nuevo, con clima, flora y fauna distinta y desconocidas, a cuya explotación tenían que habituarse.
Estaban organizados a nivel de hordas o bandas, que probablemente consistían en una o varias familias nucleares emparentadas entre sí y sin ninguna otra autoridad formal que la ejercida por el jefe de familia. Las bandas obedecían las órdenes del sujeto reconocido como el más fuerte o más astuto.
Mantenían una cultura material reducida a lo más mínimo, pues había que desplazarse constantemente, en búsqueda del sustento, marchando tras las manadas que huyen de las acciones depredatorias y que suelen migrar con los cambios de estación o debido al clima cambiante.
Por su carácter mismo de nómada, la gente de entonces no llegó a levantar construcciones arquitectónicas. La vivienda dependía más de lo que ofrecía la naturaleza (por ejemplo, cuevas o abrigos rocosos) que de otra cosa.
Las herramientas y las armas empleadas en esa época, estuvieron integradas, en cuanto a forma y función, a la modalidad económica recolectora practicada por entonces para sustentarse. Su manufactura requería de técnicas especiales.
Son conocidos principalmente, los instrumentos de piedra (las hachas, cuchillos, raspadores, y puntas de proyectil o "flechas" como las llamadas Folsom, Clovis y "Cola de Pescado") encontrados con los restos de caza mayor (mamuts, camellos y bisontes).
La técnica básica para elaborarlos era la percusión, mediante la cual se golpea con un martillo pétreo o de otro material, el núcleo de una piedra escogida, a fin de fragmentarla y entonces obtener formas deseadas de las lascas. Esto se lograba mediante retoques a percusión; y también a presión, una variante de desbastar la piedra. Finalmente, los implementos eran afilados, dotándolos de una punta; o se les aserraba en sus bordes.
Había mucha caza menor (venados, caballos, tortugas) y pesca; también la labor de recolección de productos silvestres, como nueces, frutas, granos, huevos, conchas e insectos, frecuentemente era de mayor impacto dietético para el grupo.
FUENTE: Bernardo Berdichewsky: "En torno a los orígenes del hombre americano".

NACIMIENTO DE LAS CIVILIZACIONES

AGRICULTURA
Un descubrimiento crucial para la evolución del hombre
EL MUNDO
El ser humano necesita comida y cobijo para su supervivencia. A lo largo de la historia han ido evolucionando las formas empleadas para estos fines. Hubo una época en que el hombre vivía de la caza y de la recolección de comida. Desde los ardientes bosques del Congo hasta los desiertos helados de Siberia todos se encontraban con un problema común: conseguir comida suficiente para alimentar a sus familias durante todo el año.
Los hombres del Paleolítico conocían las costumbres de los animales que cazaban y recorrían grandes distancias en su busca. El trabajo de la tierra y la cría de animales supuso un descubrimiento crucial para la evolución del hombre. Se iniciaba el Neolítico.
La aparición de una serie de útiles, fabricados mediante el pulimento de la piedra, marcaba el inicio de una nueva etapa, que se iba a caracterizar por la vida sedentaria, el aumento del tamaño de los grupos humanos, una estructura social más compleja y unas nuevas creencias religiosas.
Las primeras pistas que existen sobre la producción de alimentos se localizan en el Próximo Oriente, en el área sirio-palestina, así como en Irak e Irán, en el siglo X y IX a. C. Las condiciones geográficas de esta zona, con recursos vegetales y animales de fácil explotación y sencilla domesticación, provocaron que los cazadores llevaran una vida más sedentaria y el desarrollo de una economía agrícola y ganadera.
La incorporación de la Península Ibérica al cultivo del trigo y la cebada, y a la cría de ovejas y cabras, se enmarca dentro de un proceso de expansión que tuvo lugar por la costa mediterránea a lo largo del s. V a.C. Por aquel entonces convivían los primeros agricultores con los últimos cazadores-recolectores.
Instrumentos
El cultivo obligó a buscar útiles de trabajo
El cultivo del suelo, al permitir a las tribus llevar una vida sedentaria opuesta a la nómada de la caza y el pastoreo, fue uno de los primeros factores que influyeron en el desarrollo de la civilización. Las nuevas actividades obligaron al hombre a emplear su tiempo en la búsqueda de instrumentos que le permitieran trabajar la tierra. La tradicional industria de piedra tallada, que representaba el soporte de los útiles, sufrió una reorientación notable.
Se perfeccionaron las técnicas de pulimento, que se utilizaban sobre todo para fabricar hachas y azuelas, herramientas relacionadas con la deforestación y el trabajo de la madera, así como objetos de adorno personal (colgantes, collares, brazaletes...). Las hoces, que se empleaban para segar cereales, también alcanzaron una mayor perfección.
La población, debido a la agricultura, se empezó a distribuir en pequeñas comunidades. Ya podían acumular bienes y adoptar costumbres mucho más sociales. A medida que se divulgaron y perfeccionaron los métodos de producción agrícola, la creciente complejidad de las relaciones humanas dio origen al nacimiento de las grandes naciones del mundo antiguo.
El neolitico, un periodo de grandes cambios.
El Neolítico es el periodo de la Prehistoria en el que se desarrolló la a-gricultura y la ganadería. Pero éstas no fueron las únicas novedades que surgieron en esta época. También apareció el comercio y se pro-dujo un importante aumento demográfico. Desde un punto de vista técnico, los cambios se produjeron en la utilización de la cerámica, del telar y del pulimento de la piedra.
El Neolítico se desarrolló entre el mesolítico y la Edad de los Metales (en la imagen, un grupo de la-bradores de la Edad del Hierro golpean el cereal para separar el gra-no de la paja). Según las regiones, varía el comienzo de este periodo: en Egipto y Oriente Próximo tuvo lugar hacia el 7.000 a. C.; en el Me-diterráneo oriental hacia el 4.000 a. C., y en Europa occidental, hacia el 3.000 a. C.
¿Qué es la prehistoria?
Los dos grandes divisiones que engloban el pasado de la vida humana son la Prehistoria y la Historia. La Prehistoria cubre aproximadamente 3.5 millones de años del pasado de la humanidad. Esta enorme etapa abarca el desarrollo de los primeras sociedades humanas, desde la aparición de los primeros (hace 4 millones de años) hasta la invención y difusión de la escritura (hacia el año 3 500 a. de N. E.). A su vez, la Prehistoria se divide en dos grandes edades o periodos: Paleolítico y Neolítico, con un periodo intermedio de transición llamado Mesolítico.
La Historia dura mucho menos que la Prehistoria. Se inicia cuando con el invento de la escritura (3 500 a. de N. E.) y llega hasta la actualidad. También tiene divisiones temporales, que son: Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea.

El reloj de la evolución
Se cree que las formas de vida simple aparecieron en la Tierra hace unos 3,8 mil millones de años, pero los homínidos sólo hace unos 5 millones de años.

¿Cómo se estudia la prehistoria?

El estudio de la prehistoria comenzó en el siglo XIX en Francia , Inglaterra y Bélgica, con el análisis de la edad de las rocas y su relación con fósiles humanos y utensilios antiguos que se encontraron cerca de estos restos.
Los paleontólogos se ocupan más directamente de la prehistoria. Estos científicos estudian los de los animales y de los primeros seres humanos. Los fósiles humanos tienen mucha importancia porque a los científicos les interesa la relación del ser humano con otros primates. Hay semejanzas y diferencias entre el cráneo y los huesos de diversas especies, y cuantos más restos fósiles se encuentran, más se complican las conexiones entre ellas. Los primeros seres humanos también dejaron otros indicios de su existencia y de su forma de vida: los objetos que fabricaron y emplearon, es decir, los útiles, las viviendas y el arte.
El estudio de los materiales que dejaron los seres humanos se denomina arqueología, la ciencia que más explicaciones puede darnos sobre el pasado prehistórico de la humanidad. La arqueología sirve para examinar cualquier período del pasado humano del que hayan quedado restos materiales.
Otra disciplina que sirve para la prehistoria es la antropología. Según algunos antropólogos, se puede aprender mucho sobre los hombres y mujeres de la antigüedad observando a los pueblos que en nuestros días siguen viviendo en circunstancias similares a las de las épocas prehistóricas. Sin embargo, no se puede concluir que la vida actual de estos grupos humanos sea igual al de seres humanos en la prehistoria.
Los geólogos, por su parte, se dedican el estudio de la forma de la Tierra, de las rocas, del suelo, minerales, etcétera; pero también pueden explicar detalles muy importantes sobre el pasado humano, como los cambios climáticos, la antigüedad de ciertos niveles de roca y, por consiguiente, la edad de los objetos incrustados en ellos.
Durante muchos años, el único método fiable para ubicar históricamente los restos del pasado consistió en observar detalladamente dónde y cómo se habían descubierto dichos restos. En la mayoría de los casos se fechaba partiendo de la suposición de que los objetos encontrados en la Tierra podían ordenarse en secuencias según los niveles en los que se hallaban. Los situados en los niveles superiores debían ser posteriores a los de los niveles inferiores. Algunas veces, cuando se encontraba un objeto que podía fecharse con seguridad (una moneda, por ejemplo), también podían establecerse fechas absolutas aproximadas en la serie de secuencias así extraídas.
Éste constituyó durante mucho tiempo el método más importante para estudiar el pasado remoto, pero era un método muy complicado porque había que contrastar miles y miles de hallazgos para ordenar las pruebas de tal modo que cada una de ellas encajara. Sin embargo, en los últimos años la situación ha empezado a cambiar gracias a nuevos métodos de análisis. Uno muy importante es el de la datación por medio de la radioactividad. La forma más extendida se llama datación por el radiocarbono


¿Cuándo y dónde se desarrolló la Prehistoria?


La prehistoria empezó en África. En comparación con otras partes del mundo, la prehistoria terminó relativamente temprano en algunas regiones de África (como Egipto, donde la escritura jeroglífica apareció alrededor del 3000 a. de N. E.) pero en otras zonas aún prevalecen sociedades que viven en un estado prehistórico (sin escritura y con tradición oral).
La aparición del ser humano prehistórico en Asia y en Europa tuvo lugar hace unos 2.5 millones de años y 700 mil años en el hemisferio sur, mientras que en las regiones del norte, que eran más frías e inhóspitas, tardaron en poblarse. En estos continentes, la aparición de la escritura, que marca el fin de la prehistoria, varió: tan temprano como 3300 a. de N.E. en Mesopotamia y en el Valle del Indo; en China y en el Egeo la escritura apareció en el segundo milenio a. de N. E.; en Italia alrededor del año 800 a. de N. E.; y después del año 1000 d. de N. E. en las regiones del norte de Europa.
Se cree que los primeros hombres llegaron a América hace 60 mil años. En este continente, el final de la prehistoria se ha relacionado con las exploraciones europeas (en Norteamérica por los vikingos alrededor del año 1000 de N. E. y en México y Sudamérica a partir del siglo XV) o bien a partir de la emergencia de culturas complejas en el área de Mesoamérica, hacia el año 1000 a. de N. E.
En Australia se encontraron restos de seres humanos de hace 50 mil años. Parece que la Polinesia comenzó a poblarse en los primeros siglos de Nuestra Era y Nueva Zelanda hasta el año 800 d. de N. E. Las exploraciones europeas de los siglos XVII y XVIII pusieron fin a la prehistoria en esta zona del planeta.
Lo anterior muestra la diferencia cronológica de la prehistoria de un continente a otro o incluso en el mismo continente. Las civilizaciones florecieron en distintos medios naturales, que condicionaron su forma de vida y su expansión cultural. Esto nos explica la complejidad del término prehistoria. Para evitar confusiones, tal vez sería mejor hablar de varias prehistorias.
A pesar de las limitaciones, es posible establecer en un esquema general las etapas básicas del desarrollo de las sociedades prehistóricas: Para los cazadores-recolectores, la talla de utensilios arcaicos vino primero, después el dominio del fuego, luego la aparición de las primeras esculturas, y finalmente apareció la expresión artística hace 30 mil años.
Después, durante la revolución Neolítica, la humanidad logró la producción de alimentos con la domesticación de plantas y animales. Luego vino la especialización de los individuos, la emergencia de unidades sociales, el ascenso al poder de una clase política en comunidades organizadas y finalmente la creación de un esquema urbano y la invención de la escritura. Este proceso comenzó en Sumeria en el año 4000 a. de N. E.; en el Valle del Indo en el año 3 000; en China y el Egeo en el año 2 000 y en México en el primer milenio a. de N. E.

Era de las glaciaciones

El periodo Paleolítico comenzó hace 4 millones de años y terminó cerca del año 10 mil a. de N.E. (Paleolítico superior). Esta era se desarrolló durante el periodo geológico del Pleistoceno, también llamado Era glacial. Es decir, la historia de los homínidos y de los primeros seres humanos se desenvolvió entre cambios climáticos conocidos como glaciaciones.
Las glaciaciones fueron un conjunto de fases frías (glaciares) entre las que se intercalaban otras más cálidas (interglaciares) que se dieron sobre todo en las zonas del norte del planeta, aunque también afectaron el resto del mundo. Entre los períodos interglaciares las temperaturas bajaban muchísimo, disminuían las lluvias y enormes masas de hielo, a veces de espesor que superaba los mil metros, cubrían grandes extensiones de la Tierra. En Europa, los avances glaciares llegaron a cubrir la mitad del continente.
En los períodos interglaciares, al ascender la temperatura, las masas de hielo se fundían en parte y aumentaban las lluvias, elevándose el nivel de las aguas marinas. Entonces volvían a producirse cambios en la configuración de las costas, en la flora y fauna. Hacia el año 10 mil terminó la última glaciación. Los hielos fueron retrocediendo hasta quedar reducidos a su situación actual en el casquete polar y la temperatura en el resto del planeta ascendió.
Los ancestros del ser humano pudieron adaptarse a los cambios climáticos que trajeron las glaciaciones, tanto en las praderas africanas como en los bosques del Asia oriental, en la tundra y bosque de Europa o en las valles americanos. Este entorno en transformación imponía diversas formas de adaptación, según las distintas áreas ocupadas. La clave del éxito de la especie humana radicó en que, mediante su inteligencia, supo crear una tecnología adecuada a sus necesidades de supervivencia.

La evolución del ser humano

La Era de los mamíferos
Se calcula que hace 180 millones de años, cuando aún dominaban los reptiles el planeta, aparecieron los primeros mamíferos sobre la Tierra. La multitud de especies de mamíferos que comenzaron a desarrollarse a partir de entonces eran muy diferentes a las que actualmente conocemos y muchas de ellas han desaparecido por completo.
Las cerca de 5 mil especies de mamíferos conocidos en la actualidad se agrupan en órdenes, como son: cetáceos, carnívos, marsupiales, roedores, desdentados, entre otros. De los distintos órdenes, los seres humanos, así como sus ancestros más lejanos, pertenecen al de los primates.
Los primates
Para los el punto de inicio de la historia de la humanidad empezó con la aparición de los primates, hace unos 65 millones de años. Los primeros de ellos eran unos pequeños seres que empezaron a vivir en los árboles en lugar de permanecer en el suelo, como la mayoría de los mamíferos. Entre las especies que pertenecen a los primates están, además del ser humano, los simios, monos y musarañas. Durante su desarrollo evolutivo, estos primates se hicieron de ciertos rasgos especiales: buena visión, manos con las que se pueden sujetar firmemente objetos y un cerebro relativamente grande.
Por pertenecer a la misma familia, las diferentes especies de primates, en especial monos y simios, guardan similitud con el ser humano. Según algunos estudiosos, el último ancestro común entre el ser humano y el chimpancé, nuestro primo más cercano, existió hace 6 ó 7 millones de años. Después de esta separación apareció el primer , el llamado Australopithecus, que posteriormente dio lugar al Homo habilis, el primer especímen del género Homo, al que pertenecemos los seres humanos modernos.
Los cambios en la biología de los primates que desembocaron en los primeros homínidos se dieron en África: en el Este y en el Sur. El cañon de Olduvai, en Tanzania, el noreste de Africa, es uno de los lugares donde se han encontrado los fósiles más antiguos que aportan datos sobre la historia evolutiva del ser humano.
Homínidos
Los límites que señalen el comienzo y el final de los distintos homínidos no son exactos, se calcula que aparecieron hace 4.5 millones de años y se extinguieron hace unos 2 millones de años. Durante mucho tiempo debieron coexistir diferentes tipos, y el final de una especie se entremezcló con las generaciones de otra en el transcurso de miles de años.
Los científicos distinguen entre varias especies de homínidos. Todos ellos comparten algunas características básicas:
Pueden mantenerse erguidos y caminar en dos pies Tienen un cerebro relativamente grande en relación con el de los monos Su mano tiene un dedo pulgar desarrollado que les permite manipular objetos.
Australopithecus
El Australopithecus es el homínido más antiguo que se conoce. Australopithecus quiere decir "simio sudafricano" y se estima su antigüedad hasta en 4 millones de años.
En 1925, el paleontólogo Raymond Dart descubrió el cráneo de un Australopithecus en Taung, al sur de África. El descubrimiento de este fósil, ancestro del ser humano e íntimamente relacionado con el mono, provocó polémica porque se encontró en África y hasta entonces se había fundado el origen del ser humano en Europa. En lugares cercanos a este descubrimiento se encontraron otras especies de Australopithecus (afarensis, africanus, robustus, boisei), que confirmaron el origen del hombre en África.
Sus restos demostraron que estos homínidos medían más de un metro de estatura y que sus caderas, piernas y pies se aparecían más a los de los seres humanos que a los de los simios. El cerebro se asemejaba al de estos animales y tenía un tamaño similar al del gorila. La mandíbula era grande y el mentón hundido. Caminaban erguidos y podían correr, a diferencia de los simios. Sus largos brazos acababan en manos propiamente dichas, con las yemas de los dedos planas, como las de los seres humanos. Se cree que estos seres eran carnívoros, pues a su alrededor se han encontrado huesos y cráneos que habían sido machacados para extraer el tuétano y los sesos.
Quizá la especie más famosa de Australopithecus es la Australopithecus afarensis, gracias al descubrimiento, en 1974 en Hadar, Etiopía, de los restos de , una joven mujer de la que se encontraron 52 huesos de un esqueleto semicompleto, con una edad aproximada de 3.2 millones de años. Esta especie trepaba árboles pero también podía caminar en dos pies. Durante mucho tiempo se pensó en Lucy como la abuela de la humanidad. Sin embargo, esta especie pudo haberse extinguido sin que a partir de ella se continuaran las ramas de la evolución humana.
Un descubrimiento reciente: El Kenyanthropus platyops
El género Homo
La mayoría de los científicos aceptan que hay dos grandes grupos, o géneros, de homínidos en los últimos 4 millones de años. Uno de ellos es el género Homo, que apareció hace 2.5 millones de años y que incluye por lo menos tres especies: Homo habilis, Homo erectus, Homo sapiens. Uno de los grandes misterios de los estudiosos de la prehistoria es cuándo, cómo y dónde el género Homo remplazó a los Australopithecus.
Arbol genealógico que representa la posible evolución del hombre. Hace algún tiempo, el diagrama hubiera sido una línea recta, pero en la actualidad los especialistas piensan que la situación fue más compleja.
Homo habilis y Homo erectus
En zonas del este de África se encontraron restos de otros homínidos que existieron al mismo tiempo que los Australopithecus, lo que viene a demostrar que esta especie de homínidos no era la única sobre la Tierra hace dos o tres millones de años. Como los homínidos que se encontraron parecen mucho más "hombres", se les ha puesto el nombre de Homo. La primera especie del género Homo apareció hace 2.5 millones de años y se dispersó gradualmente por Africa, Europa y Asia.
En sus primeras manifestaciones se le conoce como Homo habilis, y tenía una capacidad craneana de 680 cm3 y su altura alcanzaba el metro y 55 cms. Era robusto, ágil, caminaba erguido y tenía desarrollada la capacidad prensil de sus manos. Sabía usar el fuego, pero no producirlo, y se protegía en cuevas. Vivía de recolectar semillas, raíces, frutos y ocasionalmente comía carne.
La especie que se desarrolló posteriormente a esta se denomina Homo erectus, hace 1.5 millones de años. La diferencia fundamental del Homo erectus y los homínidos que lo antecedieron radica en el tamaño, sobre todo del cerebro. Su cuerpo es la culminación de la evolución biológica de los homínidos: era más alto, más delgado, capaz de moverse rápidamente en dos pies, tenía el pulgar más separado de la mano y su capacidad craneana llegó a ser de 1250 cm3. También fabricó herramientas, como el hacha de mano de piedra, y aprendió a conservar el fuego, aunque no podía generarlo. Los científicos creen que esta especie se propagó hacia el Norte, por Europa (hasta Francia) y Asia, durante 4 000 años. Esta especie duró diez veces más tiempo de la que lleva sobre la tierra el ser humano moderno. Entre los Homo erectus que se han encontrado restos están el "Hombre de Java" (700 mil años) y el "Hombre de Pekín" (400 mil años).
Homo sapiens neanderthalis
Una o más subespecies del Homo erectus evolucionaron hasta llegar al Homo sapiens, un nuevo tipo físico. Los restos más antiguos del Homo sapiens tienen una edad entre 250 mil y 50 mil años. En sentido estricto se le denomina Homo sapiens neanderthalis: el hombre de Neanderthal. Recibe este nombre por el lugar dónde se encontró el primer cráneo que demostraba la existencia de su especie, en el valle de Neander, en Alemania.
Los hombres de Neanderthal tenían el cerebro de mayor tamaño y el cráneo distinto que del Homo erectus. Su mentón estaba hundido y su constitución era muy gruesa. Esta especie se encontró desde Europa occidental y Marruecos hasta China, pasando por Irak e Irán.
Los neanderthales estaban más capacitados y eran mentalmente más avanzados que ningún otro ser que hubiera habitado en la Tierra anteriormente. Esta especie humana vivió la última glaciación y se adaptó a ella construyendo hogares excavados en el suelo o en cavernas y manteniendo hogueras encendidas dentro de ellos. Los neanderthales que vivían en las zonas del norte de Europa fueron cazadores y se especializaron en atrapar a los grandes mamíferos árticos: el mamut y el rinoceronte lanudo, cuyos restos llevaban arrastrando hasta la entrada de sus cuevas, en donde los cortaban en pedazos.
Los hombres de Neanderthal se cubrían con pieles y disponían de mejores útiles de piedra que sus antepasados. Además realizaban una actividad novedosa: enterraban a sus muertos con gran esmero (p.e. en Asia se encontró un niño de Neanderthal enterrado entre un círculo de cuernos de animales). Los muertos no sólo eran enterrados cuidadosamente, sino que también el muerto era provisto de utensilios y comida. Es posible que los enterramientos y los vestigios de rituales en los que aparecen animales señalen los inicios de la religión. Tal vez creían ya en una especie de continuación de la vida después de la muerte.
El hombre de Neaderthal desapareció bruscamente, su lugar fue ocupado por los hombres modernos, hace unos 35 mil años.
Homo sapiens sapiens
Después del Neanderthal vino el Homo sapiens sapiens, que es la especie a la cual pertenecemos los seres humanos modernos. Se han encontrado restos de los primeros miembros de esta rama en el Cercano Oriente y los Balcanes, fechados entre el 50 mil y el 40 mil antes de Nuestra Era. Quizá avanzaron h acia el norte y occidente a medida que retrocedía el hielo. Estos seres humanos también cruzaron el estrecho de Bering, penetrando así en el continente americano y llegaron a Australia hace unos 25 mil años.
Los Homo sapiens sapiens se extendieron por la Tierra más que ninguno de los primates anteriores. Un grupo prehistórico de esta especie fueron los hombres de Cro-Magnon (32 mil años), llamados así por la cueva cercana a la aldea de Les Eyzies, Francia, donde fueron hallados sus restos óseos. Los cro-magnones vivieron la última glaciación y aunque su cerebro no era mayor que el del hombre de Neanderthal, le dieron nuevos usos pues, entre otras cosas, hicieron y mejoraron muchos instrumentos y armas. Los cro-magnones son también los artistas más antiguos. El hombre actual no difiere básicamente ni en capacidad cerebral, ni en postura, ni en otros rasgos físicos, del modelo que la evolución había logrado en el hombre de Cro-Magnon.
Para los biólogos, todos los seres humanos formamos parte de la misma especie (Homo sapiens sapiens) aunque hay distintas razas. Las líneas generales de distribución racial se iniciaron en la Prehistoria. Desde el punto de vista físico se pueden reconocer por lo menos cuatro categorías raciales fundamentales: negroide, caucasoide, mongoloide, australoide.
Lo que dio al hombre moderno su control sobre la Tierra no fue su físico, sino su capacidad de aprovechar y transmitir a sus descendientes la información cultural por medio de su inteligencia.

Un cerebro para sobrevivir

La vida del ser humano durante el Paleolítico era difícil. Como todos los seres de la prehistoria, los primeros hombres tuvieron que enfrentarse a peligros que los acechaban a cada momento y cambios climáticos que ponían en riesgo su supervivencia como especie.
Para colmo, el ser humano nunca se ha encontrado adecuadamente adaptado para vivir en cualquier medio natural porque sus defensas corpóreas son generalmente inferiores a las que poseen la mayor parte de los animales. El hombre no tiene un abrigo de piel semejante al del oso polar, para conservar el calor de su cuerpo en un ambiente. Su cuerpo no está especialmente adaptado para la huida, la defensa propia o la cacería. No tiene un color que lo proteja, como el tigre o el leopardo; ni una armadura, como la tortuga o el cangrejo; ni garras o pico, o un oído o vista agudos; tampoco posee alas para escapar o una gran fuerza muscular para atrapar presas de su tamaño o defenderse de ataques.
Sin embargo, la desventaja corporal del ser humano frente a la mayoría de los animales se compensa con un órgano invaluable: un cerebro grande y complejo. El cerebro constituye el centro de un extenso y delicado sistema nervioso. Gracias a este "equipo", el ser humano puede dar respuestas diferentes, apropiadas a una amplia variedad de objetos y condiciones exteriores que lo afecten. Como la mayor parte de los mecanismos de adaptación se encuentran localizados en el cerebro, cuando las condiciones exteriores cambian el ser humano puede adaptarse a ellas y garantizar así su supervivencia y multiplicación.
Las distintas especies humanas contaron con cerebros de distintos tamaños que dotaron al ser humano de la inteligencia necesaria para construir substitutos para la carencia de defensas corpóreas, como abrigos para el frío, armas para la defensa y cacería o habitaciones para refugiarse. Pero este proceso de aprendizaje y transmisión del conocimiento no fue continuo ni homogéneo, por eso pasaron miles de años antes de que la especie humana pudiera hacerse de rasgos culturales complejos, como el lenguaje articulado, la escritura, el uso de metales o el pensamiento religioso.
En el momento en que los seres humanos fueron capaces de evitar las catástrofes mediante la prudencia, la previsión y la habilidad, empezó a funcionar una nueva fuerza en el proceso de selección, algo muy semejante a lo que se denomina inteligencia humana.

¿Cómo era la vida en el paleolítico?

La lucha por la supervivencia fue, en los tiempos paleolíticos, una lucha del ser humano con el medio natural y con sus competidores de otras especies animales. Como la vida era muy dura, sólo una minoría de seres humanos cumpliría los 40 años de vida y los que llegaran a esa edad seguramente tendrían una vejez difícil, aquejados de dolores de artritis, reumatismo, escorbuto, y amenazados de muerte con cada hueso roto o muela infectada.
La supervivencia de la humanidad durante el Paleolítico se logró en gran medida a la vida comunitaria, su ingenio, sus descubrimientos técnicos y la capacidad social que desarrolló para comunicar y guardar la memoria de su cultura.
La alimentación del hombre prehistórico dependía básicamente de la recolección de plantas, tubérculos y otros vegetales, así como de la ingestión de insectos, huevecillos de insectos y animales pequeños. Los primeros seres humanos cazaban presas pequeñas, pero con el desarrollo de la vida comunitaria y la tecnología de caza, el Homo erectus pudo convertirse en un depredador de manadas de animales salvajes o grandes, como el mamut y el bisonte, o de peces una vez que inventó redes. El hombre prehistórico no mantenía una dieta equilibrada y en muchos casos su alimento consistía en carne en estado de semiputrefacción.
Los grupos u hordas de esta época vivieron generalmente en cuevas que los protegían del frío y la humedad. Estos lugares también servían como lugar de enterramiento y de cultos y ritos. La aparición del arte rupestre convierte a la cueva en un santuario, que la convierte en el centro del universo familiar. Las cuevas tenían áreas de actividades bien definidas: lugar para encender la hoguera, talleres para el trabajo de piedra, hueso, madera, etc., áreas sagradas para las ceremonias, el culto y la magia, piletas naturales para el agua. En el exterior, había zonas para trabajar y secar pieles, áreas de descuartizamiento, fuegos de protección nocturna y chozas de estación cálida.
Los arqueólogos también han encontrado restos de cabañas que se usaban como vivienda. Hubo de varios tipos, construidas con diversos materiales: huesos, pieles, paja, etc. Los grupos humanos generalmente se asentaban en ciertos lugares donde abundaba la comida, como zonas fértiles y donde vivían los animales de gran tamaño. Algunos de estos asentamientos fueron ocupados durante miles y miles de años.
En esta etapa comenzó una diferenciación de labores entre hombres y mujeres. Como las crías humanas necesitan los cuidados maternos hasta mucho después del nacimiento, las madres humanas estaban mucho más atadas que las de las mayoría de los primates, y los padres cargaron con la tarea de obtener el alimento cazando animales, una actividad prolongada y ardua que no realizaban las hembras porque tenían que cuidar a las crías.
Lenguaje y aprendizaje
Para tener éxito en la vida, aún el hombre más primitivo necesitaba tener un conjunto considerable de conocimientos astronómicos, botánicos, geológicos y zoológicos. Adquiriendo y transmitiendo estos conocimientos, nuestros ancestros fueron estableciendo los fundamentos de la ciencia.
No se sabe qué sistema de comunicación utilizaba el Australopithecus. Quizá los primeros pasos hacia el lenguaje fueran la transformación de gritos en sonidos concretos susceptibles de variaciones, mediante los cuales podían transmitirse mensajes. Poco más de dos millones de años después, el Homo erectus, que vivía en grupos regidos por una cierta disciplina, contaba ya con la capacidad de comunicarse rudimentariamente mediante el habla.
En el curso del desarrollo evolutivo del hombre, las comunidades primitivas tuvieron que edificar una tradición científica, anotando y transmitiendo cuáles eran las mejores piedras, maderas o huesos, en dónde podían hallarse y cómo debían ser manipuladas para producir sus instrumentos.
Asimismo, el éxito en la caza sólo se pudo lograr por una observación prolongada y cuidadosa de los hábitos de las presas; los resultados deben haber formado una tradición colectiva de conocimientos sobre cacería. De mismo modo, la distinción entre plantas nutritivas y venenosas, también debe haber sido aprendida por experiencia y, luego, incorporada a la tradición comunal.
El aprendizaje consciente de las características del entorno y la reflexión sobre las mismas superaron poco a poco la mutación genética y a la selección natural como motor fundamental de cambio entre los homínidos. Lo que se aprendía tenia tanta importancia para la supervivencia como la herencia biológica. Sobre todo en una especie como la humana, que toma tanto tiempo para llegar a la edad adulta.
Una concepción del mundo con grupos de objetos diferenciados y la construcción de objetos (instrumentos) fueron fenómenos que se desarrollaron simultáneamente en el transcurso de los cientos de miles de años durante los cuales evolucionó el lenguaje. Gracias a ello pudo surgir el pensamiento abstracto (pensar sobre las cosas cuando no se encuentran presentes físicamente), hace 60 a 40 mil años, lo cual permitió al ser humano analizar el pasado y participar en el futuro; hacer planes, crear arte y un lenguaje complejo.

Tecnología y Arte

Tecnología del Paleolítico
Desde los remotos orígenes humanos se da una larga y compleja lucha por la subsistencia, en la que el ser humano, muy lentamente, desarrolla una tecnología básica en su intento por dominar el medio en el que habita. La cultura del Paleolítico es, en cierto modo, una respuesta que el hombre da a las condiciones naturales, usando su inteligencia y voluntad.
Los avances tecnológicos que desarrolló el ser humano durante el Paleolítico fueron la respuesta a necesidades de supervivencia específicas, como cazar, cortar la carne de las presas, desenterrar raíces para comer, protegerse del ataque de animales, guarecerse del clima frío, calentar la comida o la vivienda, etcétera. Estos adelantos fueron de la mano de la experimentación y puesta en práctica de nuevas técnicas de transformación de la materia prima.
Generalmente se piensa que la única tecnología del hombre del paleolítico era la de la piedra y el hueso. Sin embargo, cada vez se encuentran más vestigios arqueológicos que demuestran que los hombres primitivos también utilizaron otras materias primas como madera, pieles, fibras vegetales, conchas, dientes y astas de animales. Dentro de esta variedad de materiales, los que tuvieron mayor importancia fueron los que servían para fabricar instrumentos cortantes y punzantes.
Los utensilios de piedra
Los estudiosos de la prehistoria creen que los primeros utensilios fabricados por el ser humano fueron trozos de madera, hueso o piedra, toscamente afilados o acomodados a la mano, rompiéndolos o astillándolos. Los instrumentos fabricados en madera han desaparecido, por eso los arquéologos se valen de los útiles de piedra para establecer el desarrollo cultural de los hombres del Paleolítico.
La piedra tuvo un uso esencial en la vida diaria de los primeros seres humanos. Por eso se le llama Edad de Piedra a todo un periodo en que se usó ese material para la fabricación de utensilios que sirvieron a muchos propósitos. Los primeros instrumentos de piedra, tan simples, marcan el inicio de un complejo proceso de desarrollo técnico que culminará en la especialización de instrumentos adecuados a diversas funciones y necesidades.
El ser humano del Paleolítico aprendió por experiencia que las piedras eran adecuadas para fabricar instrumentos y la manera de tallarlas. Mientras fabricaban estas herramientas, las comunidades primitivas tuvieron que encontrar la manera de transmitir sus conocimientos acerca de cuáles eran las mejores piedras, dónde podían hallarlas y cómo debían trabajarlas.
La técnica básica de trabajo de la piedra fue la talla por percusión, es decir, se golpeaba una roca para tallarla o extraer fragmentos de ella. También se recurrió a talla por presión, que se realizaba utilizando un instrumento con el que se presionaba sobre la piedra, obteniendo así láminas.
El Homo habilis fue el primero en trabajar la piedra, movido por la necesidad de elaborar instrumentos de caza: piedras para arrojar, hondas y piedras con bordes cortantes para descuartizar las presas. Asimismo, el Homo erectus, que vivía como cazador y recolector en las estepas y en la selva, usaba también útiles de piedra que le servían para desenterrar raíces y para cazar y cortar la carne.
Con el paso de los milenios, el Homo erectus aprendió a distinguir los diferentes tipos de piedras y prefirió las que le servían para fabricar instrumentos, como cuarzo, pedernal, jaspe, obsidiana y diversos cristales. Estos minerales se pueden fraccionar con facilidad, son relativamente duros y se distinguen por tener bordes cortantes de lascado.
Otras tecnologías
Además de fabricar hachas de mano de piedra, el Homo erectus también dejó los primeros restos de viviendas construidas, de objetos de madera tallada, la primera lanza de madera y el recipiente más primitivo, un cuenco de madera. Pero su mayor avance cultural fue que aprendió a manejar el fuego. Se han encontrado los primeros indicios de su utilización en China, hace 300 mil años y se atribuyen al "hombre de Pekín", una versión del homo erectus.
Los Homo sapiens u "hombres inteligentes" comenzaron a fabricar cuchillos, mazos de madera y lanzas de este mismo material endurecidas al fuego. Asimismo, hizo instrumentos y armas de piedra y hueso, sencillos vestidos de piel, utensilios domésticos de cuernos de animales y tuvo ritos funerarios; sabía encender el fuego, con el que calentaba y cocinaba sus alimentos e hizo pequeñas estatuillas con fines mágicos.
El hombre de Cro-Magnon, el primer Homo sapiens sapiens, que vivió hace 40 mil años, fabricó afiladas puntas de lanza, hojas de cuchillo, picos, hachas y otras herramientas por medio de un lascado cuidadoso. Además aprendió que una piedra calentada al fuego y enfriada después lentamente se podía trabajar con mayor facilidad y precisión. Elaboró dardos y lanzas de madera que dotó de puntas de pedernal u obsidiana en forma de flecha, o sobre las que insertó arpones de hueso con numerosos garfios.
El Cro-Magnon se enfrentó, en hordas de 15 a 30 hombres, a la caza de grandes animales, como el mamut y el oso de las cavernas. Para la caza util izó trampas y canoas para la pesca. También aprendió a trabajar las piedras con cinceles y martillos de madera, hueso o cuerno, con lo que logró trabajos más finos. Sus viviendas se ubicaban en las entradas de cuevas o bien eran refugios colectivos con paredes de pieles y cueros, reforzadas con huesos de animales, y con tejados de hojas o de paja.
A finales el Paleolítico se empleaba la hoz para cortar ciertas plantas silvestres. Se disponía de arcos y flechas con puntas de sílex, lanzas y propulsores. Gracias a ellos se incrementó la velocidad de los proyectiles, su alcance, potencia y propulsión. También se construían anzuelos y arpones y con el hueso se hacían agujas.
El control del fuego
La utilización del fuego representó el adelanto más importante, hasta la aparición de la agricultura. Antes de que aprendiera a producirlo, el hombre del paleolítico podía obtener fuego de los incendios espontáneos provocados por la combustión de materias orgánicas en descomposición, por los rayos que caían durante las tormentas, de las erupciones volcánicas, del gas natural, etcétera.
Se cree que los seres humanos aprendieron a producir fuego a partir de la chispa que resulta de golpear el pedernal contra un trozo de pirita de hierro, de la rotación manual de un palo sobre la madera o por el calor generado al comprimir aire en un tubo de bambú. Con estas chispas se prendían plantas secas y luego se conservaba viva la flama.
El fuego proporcionaba luz y calor. Como fuente de energía sirvió para calentar las cuevas en zonas frías y se utilizó para cocinar alimentos que eran difíciles de comer crudos, como el tuétano de los huesos, y para conservar jugos. Con las llamas del fuego se endurecían las lanzas de madera y se encendían antorchas que se colocaban a la entrada de las cuevas para ahuyentar a animales que merodeaban por ahí. También servía para quemar maleza, hacer señales, dirigir la caza, trabajar el hueso, la madera y el sílex, preparar colorantes con ocre o carbón vegetal, etcétera.
El fuego, como foco de luz y calor, favorecía la reunión de gente a su alrededor al oscurecer, lo que promovía la conciencia de grupo. El fuego también contribuyó a mostrar diferencias entre los miembros de una misma comunidad. Aparecieron especialistas en su conservación, que eran muy respetados, pues de ellos podía depender la vida de otros miembros del grupo.
Gracias al fuego el hombre pudo soportar las noches frías y pudo penetrar en las regiones templadas y aún en las árticas. El hombre ya no tuvo que limitar sus movimientos a un tipo restringido de clima y sus actividades no quedaron determinadas necesariamente por la luz del sol. Alimentando y apagando el fuego, transportándolo y utilizándolo, el hombre se diferenció completamente de la conducta de los otros animales. De este modo, afirmó su humanidad.

Arte del Paleolítico
Hace unos 50 mil años, los neanderthales dejaron testimonios de pequeños depósitos de ocre rojo. Los arqueólogos no saben para qué lo utilizaban pero parece que era pintura que probablemente usaban sobre sus cuerpos o en los muros de ciertos lugares.
En la época del hombre de Cro-Magnon (Homo sapiens sapiens) se desarrollaron las artes. Tallaron figuras redondeadas en piedra o en marfil, modelaron animales en arcilla, decoraron sus armas con dibujos representativos y formales, ejecutaron bajorrelieves en las paredes de roca de las cavernas donde se guarecían, y grabaron o pintaron escenas en los techos de las cuevas.
Aproximadamente en el año 15 mil a. de N.E., comenzó un período en que se realizaron pinturas y grabados en las paredes y techos de las cuevas. Los animales constituyen el motivo principal de estas decoraciones. Esta tradición duró unos 5 mil años. Las pinturas murales alcanzaron su máximo esplendor en lugares como las cuevas de Lascaux, en Francia y de Altamira, en España. Se sabe también, por objetos funerarios encontrados, que el hombre de Cro-Magnon también fabricó adornos que pudo usar como talismanes: collares de conchas, dientes perforados que se colgaba y pulseras.
Las pinturas rupestres se han encontrado en muchos casos en lugares de difícil acceso y aislados. El artista paleolítico no se ocupaba del paisaje y apenas prestaba atención a la figura humana. Cuando muestra seres humanos lo hace de forma poco realista, abstracta y estilizada, mientras que los animales los dibujaba con todo detalle.
Es prácticamente imposible saber qué impulsó a los seres humanos a realizar las primeras manifestaciones artísticas que han llegado hasta nosotros. No sabemos cuál fue su propósito o qué pensaban que estaban haciendo. Sin embargo, se cree que en las cuevas en donde se pintaban los animales se llevaba a cabo algún ritual religioso o mágico, quizá con la intención de influir en los movimientos y el comportamiento de los animales, de cuya caza dependía la vida.
Con la misma seguridad con que el artista dibujaba un bisonte en la oscuridad de la caverna, así existiría un bisonte vivo en las estepas exteriores, para que sus compañeros lo mataran y se lo comieran. Quizá para asegurar el éxito, el artista dibujaba algunas veces a su bisonte traspasado por una saeta, tal como deseaba verlo en la realidad. De este modo, las pinturas deben haber estado conectadas con otras ceremonias mágicas. Es probable que los artistas-magos deben haber gozado de respeto y aún de autoridad.
Figuritas femeninas
También se han encontrado diversas figurillas femeninas talladas en piedra, en marfil o modeladas con mezcla de arcilla y polvo de hueso. Sus cuerpos son muy gruesos y están exagerados los rasgos sexuales y tienen el rostro casi sin tallar. Se supone que estas figuritas eran amuletos de la fertilidad.

Ubicación del Neolítico en la Historia

Los historiadores dividen temporalmente la vida de la humanidad en dos grandes etapas conocidas como Prehistoria e Historia. La primera empieza con la aparición de los primeros homínidos sobre la faz de la Tierra (hace unos 4 millones de años) y esta etapa se divide en dos periodos: Paleolítico y Neolítico. La Historia comienza cuando el ser humano inventa la escritura (3 500 antes de nuestra Era) y continúa hasta la actualidad.
¿Qué fue la revolución neolítica?
Hace unos 8 mil años se inició la revolución neolítica, que implicó el primer periodo de cambios radicales en la historia de la civilización humana. La agricultura, la domesticación de animales, la invención de la alfarería y la industria textil, la aparición de tecnología compleja, la sofisticación de las creencias mágico-religiosas y otros adelantos en el desarrollo de las comunidades humanas sucedieron durante esta época

¿Cuándo y dónde?

El periodo neolítico abarcó aproximadamente desde el año 6 mil hasta el año 3 mil antes de nuestra era.
La revolución neolítica abarcó toda la región que se extiende desde el valle del Nilo y el Mediterráneo oriental, incluyendo Siria e Irak, hasta la meseta irania y el valle del Indo. También incluyó cadenas de poblaciones campesinas florecientes en las llanuras boscosas del norte de Europa. En esta extensa región había una gran variedad de culturas, como ocurre todavía ahora

Civilización neolítica

El término "civilización neolítica" es ambigüo porque puede aplicarse a una enorme variedad de grupos culturales, todos ellos situados, más o menos, en el mismo nivel económico. Sin embargo, aunque hay rasgos comunes a la mayoría de las sociedades neolíticas (como la alfarería y la industria textil) no existió algo que pudiéramos llamar la civilización neolítica.
Varios grupos humanos, de composición racial diferente, viviendo en condiciones diversas de clima y de suelo, adoptaron las mismas ideas básicas y las adaptaron en forma diferente a sus distintos medios.

Cambios climáticos

En la época en la cual se manifiesta la revolución neolítica, cuando la agricultura se hace perceptible por primera vez, el norte de África y el Cercano Oriente gozaban de una época de lluvias y crecían árboles en regiones ahora desprovistas de ellos. Al mismo tiempo, en Europa, los bosques habían sustituído a las tundras y a las estepas de la Edad de Hielo.
Durante el período neolítico ocurrió una crisis climática. Las tormentas que humedecían el norte de África y Arabia se desviaron hacia Europa. En su lugar se inició la desecación en esas zonas

Piedra pulimentada

El término Neolítico significa "piedra nueva", con lo cual se hace referencia a la nueva técnica que se utilizó en este periodo: pulir la piedra para obtener mayor filo de ella. La piedra pulimentada produjo mejores utensilios que aquellos de las piedras labradas toscamente del Paleolítico. Además, este tratamiento a la piedra hizo más eficiente el uso de flechas y otras armas que utilizaron los seres humanos del Neolítico.

Agricultura

En el transcurso del inmenso período del Paleolítico, los únicos métodos practicados por el ser humano para asegurar su subsistencia fueron la recolección y la caza. Pero apenas terminada la Edad de Hielo, la actitud de algunas comunidades humanas hacia su medio ambiente sufrió un cambio radical.
Durante el periodo neolítico se dio la primera revolución que transformó la economía humana: el control del ser humano sobre su propio abastecimiento de alimentos. Los humanos comenzaron a sembrar, a cultivar y a mejorar por selección algunas hierbas, raíces y arbustos comestibles. También lograron domesticar y criar ciertas especies de animales.
La recolección dio lugar a la agricultura. La experiencia enseñó a las mujeres, que fueron las principales recolectoras, la conveniencia de arrojar algunos granos al suelo para que allí se reproduzcan. Después se descubrió la utilidad de arrancar o cortar las demás plantas y de depositar los granos en la tierra. Durante mucho tiempo, el agricultor contó únicamente con la estaca y la azada como instrumentos de apoyo tecnológico.
Los primeros cultivos fueron de cereales: el trigo, la cebada y el centeno en Europa, el mijo en África, el arroz en la India y China. El trigo y la cebada, dos formas domesticadas de hierbas silvestres, fueron los dos cultivos que fueron el fundamento de la economía durante el neolítico. Estos dos cereales constituyen un alimento nutritivo, se les puede almacenar con facilidad, su rendimiento es relativamente elevado, y se les cultiva con cierta facilidad. Además, durante los lapsos de siembra y cosecha, el cultivador de grano puede dedicarse a otras ocupaciones.
Sin embargo, no debe confundirse la adopción de la agricultura con la adopción de una vida sedentaria. Además, la producción de alimentos tampoco desalojó completamente a la recolección de alimentos.

Domesticación de animales


Los cazadores de los tiempos prehistóricos, estuvieron acostumbrados a acercarse a algunos cachorros de los animales salvajes, con propósitos rituales o por simple diversión. Desde la prehistoria, el hombre ha permitido al perro frecuentar su vivienda, recompensándolo con los desperdicios de su cacería y con los desechos de sus comidas.
En las condiciones de desecación climática del Neolítico, el agricultor tuvo oportunidad de agregar a su familia no sólo cachorros aislados, sino los restos de rebaños o manadas completas, comprendiendo animales de ambos sexos y todas las edades. Se dio cuenta entonces de la ventaja de tener un grupo de estos animales rondando en las cercanías de su vivienda, como una reserva de caza que podía usar con facilidad. De este modo, el ser humano conoció los beneficios de la domesticación de ciertos animales.
En adelante, debió imponerse restricciones y discriminaciones en el empleo de esta reserva de carne. Tuvo que abstenerse de espantar innecesariamente a las bestias o de sacrificar a las más tiernas. Pero también debió aprovechar las nuevas oportunidades para estudiar la vida de las bestias en forma más estrecha. Así aprendió los procesos de reproducción de los animales y sus necesidades de comida y de bebida.
En un principio las bestias mansas o domesticadas únicamente eran consideradas como una fuente potencial de abastecimiento de carne, como una caza fácilmente accesible. Más tarde se descubrieron otras maneras de servirse de ellas. Por ejemplo: el estiércol como fertilizante, el pelo de ovejas y cabras como lana, su uso para tiro y carga.
La cría de ganado dio al hombre control sobre su propio abastecimiento alimenticio, tal como lo hizo también la agricultura. Los varios modelos diferentes de cultivo se combinaron, en diversos grados, con distintas actitudes hacia la cría de ganado.
Los primeros animales domesticados no eran muy variados: perros, ganado vacuno, ovejas, cabras y cerdos. Más tarde se domesticó la gallina.

Domesticación de animales

Los cazadores de los tiempos prehistóricos, estuvieron acostumbrados a acercarse a algunos cachorros de los animales salvajes, con propósitos rituales o por simple diversión. Desde la prehistoria, el hombre ha permitido al perro frecuentar su vivienda, recompensándolo con los desperdicios de su cacería y con los desechos de sus comidas.
En las condiciones de desecación climática del Neolítico, el agricultor tuvo oportunidad de agregar a su familia no sólo cachorros aislados, sino los restos de rebaños o manadas completas, comprendiendo animales de ambos sexos y todas las edades. Se dio cuenta entonces de la ventaja de tener un grupo de estos animales rondando en las cercanías de su vivienda, como una reserva de caza que podía usar con facilidad. De este modo, el ser humano conoció los beneficios de la domesticación de ciertos animales.
En adelante, debió imponerse restricciones y discriminaciones en el empleo de esta reserva de carne. Tuvo que abstenerse de espantar innecesariamente a las bestias o de sacrificar a las más tiernas. Pero también debió aprovechar las nuevas oportunidades para estudiar la vida de las bestias en forma más estrecha. Así aprendió los procesos de reproducción de los animales y sus necesidades de comida y de bebida.
En un principio las bestias mansas o domesticadas únicamente eran consideradas como una fuente potencial de abastecimiento de carne, como una caza fácilmente accesible. Más tarde se descubrieron otras maneras de servirse de ellas. Por ejemplo: el estiércol como fertilizante, el pelo de ovejas y cabras como lana, su uso para tiro y carga.
La cría de ganado dio al hombre control sobre su propio abastecimiento alimenticio, tal como lo hizo también la agricultura. Los varios modelos diferentes de cultivo se combinaron, en diversos grados, con distintas actitudes hacia la cría de ganado.
Los primeros animales domesticados no eran muy variados: perros, ganado vacuno, ovejas, cabras y cerdos. Más tarde se domesticó la gallina.

Aumento de la población

Solamente después de la revolución neolítica fue cuando nuestra especie comenzó realmente a multiplicarse con toda rapidez. La introducción de una economía productora de alimentos afectó, como una revolución, a las vidas de todos los involucrados en ella lo bastante para reflejarse en la curva de la población.
Para incrementar la provisión de alimentos, sólo fue necesario sembrar más semillas, cultivando mayor extensión de tierras. Con más bocas para alimentar, también vinieron más brazos para trabajar los campos. Los niños se hicieron económicamente útiles porque podían ayudar a deshierbar los campos, y a espantar los pájaros u otros animales destructores. Además podían cuidar a las ovejas y vacas.
Prácticamente en todos los más antiguos poblados productores de alimentos de los examinados por los arqueólogos en Europa, el Cercano Oriente y el norte de África, la industria básica era la agricultura mixta; además del cultivo de cereales, criaban animales para emplearlos como alimento

Excedente de producción

La producción de alimentos, aún en su forma más simple, proporcionó una oportunidad para la acumulación de un sobrante. El rendimiento de los cultivos y de los rebaños pronto superó las necesidades inmediatas de la población. Así se inició el almacenamiento de grano y el conservación del ganado.
El sobrante ayudará a las comunidades a superar las dificultades en las malas épocas, formando una reserva para los periodos de sequía y de pérdida de cosechas. Servirá como apoyo para el crecimiento de la población. Finalmente, puede constituir una base para el comercio rudimentario que se dará más adelante.

Alfarería e industria textil

Una característica de las comunidades neolíticas fue la fabricación de ollas de arcilla. Esta nueva industria tuvo importancia para el pensamiento humano y para el comienzo de la ciencia. La fabricación de objetos de alfarería es, tal vez, la primera utilización consciente de una transformación química. Su realización, aún en su forma más simple, implicaba la apreciación de varios procesos distintos y la aplicación de todo un conjunto de descubrimientos.
A su vez, el arte de la alfarería era el ejemplo supremo de creación por parte del ser humano, lo cual provocó una serie de postulados de tipo filosófico. ¿cómo puede producirse una forma donde ésta no existe?
Por otro lado, las vasijas permitieron almacenar alimentos y hacer viajes más largos con provisiones de comida y bebida.
Entre las ruinas de las poblaciones neolíticas primitivas de Egipto y del Cercano Oriente se encontraron los primeros indicios de la industria textil. Prendas de vestir fabricadas con tejidos de lino, y después de lana, empiezan a competir con los vestidos de piel o las faldas de hojas, en la protección contra el frío y el sol. Para que esto fuera posible, se necesitó otra serie de descubrimientos e invenciones y debió aplicarse en la práctica un conjunto de conocimientos científicos.
La industria textil no sólo requirió el conocimiento de materiales especiales, como el lino, el algodón y la lana, sino también la cría de determinados animales y el cultivo de plantas específicas. Desde el periódo neolítico se inventó uno de los grandes triunfos del ingenio humano: el telar, una pieza de maquinaria muy complicada y fundamental para tejer.

Tecnología y metalurgia

Entre los años 6 mil y 3 mil antes de nuestra era, el ser humano aprendió a aprovechar la fuerza del toro y la del viento, invento el arado, la cerámica, el telar, los textiles, el horno rudimentario, la cestería, el molino de grano, el carro de ruedas y el bote de vela; descubrió los procesos químicos necesarios para usar los minerales de cobre y las propiedades físicas de los metales, empezó a elaborar un calendario solar preciso.
Hacia el final del Neolítico, el ser humano desarrolló una tecnología más compleja y aprendió a fabricar instrumentos con materiales más resistentes, como los metales. Alrededor del año 6 mil a. de N. E., el ser humano usaba metales como el oro y el cobre, para hacer adornos. Hacia el año 4 mil se descubrió el cobre aplicado en otro tipo de objetos, como cuchillos, flechas y agujas. El cobre ofrecía grandes ventajas porque era moldeable, duradero y se le podía sacar filo. Asimismo, era posible fundirlo e introducirlo en moldes para producir armas y herramientas.
El bronce, aleación de cobre y estaño, comenzó a utilizarse alrededor del año 3 500 a. de N.E. El uso del hierro se inició cerca del año 1400 a. de N. E.

Autosuficiencia e intercambio cultural y económico

La comunidad neolítica producía y recogía todo el alimento que necesitaba, era autosuficiente. Pero los poblados no se encontraban necesariamente aislados.
El mundo neolítico se formaba de una cadena continua de comunidades. Cada una de ellas estaba enlazada a todos sus vecinos por contactos recurrentes, así fueran poco frecuentes e irregulares.
El escaso intercambio que hubo entre las comunidades neolíticas fue de vital importancia para el progreso humano. A través del intercambio las ideas de una sociedad pudieron llegar a otras, se pudieron comparar los materiales extranjeros y se pudo difundir la cultura.

Creencias mágico-religiosas y astronomía

Parece que los enterramientos, cuyo origen se remonta a la edad paleolítica, debe haber adquirido una significación más profunda en la edad neolítica. En general, los muertos eran sepultados cuidadosamente en tumbas edificadas o excavadas, ya se agrupadas en cementerios próximos a los poblados o cavadas cerca de las casas individuales.
Esta práctica denota una actitud hacia los espíritus de los muertos. La tierra donde reposan los antepasados se consideraba como el suelo del cual debía brotar cada año, mágicamente, el sustento alimenticio de la comunidad. Los espíritus de los antepasados se consideraban como cooperadores en la germinación de las plantas cultivadas.
En el periodo neolítico cobró capital importancia el culto a la fertilidad. En varios poblados de esa época se han encontrado figurillas modeladas en arcilla conocidas como "diosas de la fecundidad". Estas se enterraban en los campos de cultivo para propiciar las buenas cosechas.
Las creencias sobrenaturales se modifican al pasar los pueblos de recolectores a agricultores y ganaderos. Se adoran fuerzas naturales relacionadas con el cultivo de la tierra, como son las plantas, la lluvia, el sol y las estrellas. En el culto hay sacrificios humanos verdaderos o figurados, que simbolizan en muchas ocasiones la muerte (siembra) del grano y su resurrección (la planta que nace de la semilla).
La revolución tecnológica se dio en forma paralela a una búsqueda del conocimiento de la Naturaleza, lo que condujo al nacimiento de las primeras ciencias. Una de ellas fue la astronomía, indispensable para determinar las estaciones y los ciclos agrícolas; otra fue la matemática, necesaria para contabilizar la producción.
Los pueblos agricultores elaboraron calendarios, para conocer las épocas propicias a la preparación de los campos. Por ello tienen que hacerse astrónomos.

Transformaciones sociales


A lo largo de los siglos, con el proceso de transformación de la sociedad recolectora en productora las comunidades se vuelven fundamentalmente sedentarias y se produce una mayor división del trabajo entre los seres humanos.
La organización familiar se transforma profundamente. En el Neolítico predomina la tribu, constituía por varios "clanes" o "gens", que son o se consideran descendientes de una misma madre, lo que revela una posición muy fuerte de la mujer.
Paulatinamente, los clanes de las aldeas fueron especializándose en diferentes áreas de la producción: algunos se dedicaron a la agricultura, otros al pastoreo y otros a la cerámica o a los textiles. Al intercambio que se dio entre los distintos clanes para abastecerse de diferentes productos se le llama trueque y se le considera como el primer intercambio comercial.
Al adquirir gran importancia la ganadería y también la agricultura que aprovecha el trabajo de animales, empieza el predominio del hombre. Hacia finales del Neolítico, la introducción de la esclavitud, relacionada con la guerra, actividad varonil, fortaleció también la posición del hombre en la sociedad. Para entonces, se considera de preferencia la descendencia la línea paterna, o sea, los hijos permanecen en el clan del padre y éste llega a ser el jefe de la familia. Así, a parece el "patriarcado".

Hacia la revolución urbana

A partir de la revoución neolítica, las invenciones trascendentales parecen haberse sucedido con gran rapidez, comparado con el ritmo lento del milenio anterior. De este modo, se encontró en el camino del desarrollo de la vida urbana, la cual requiere de la escritura, del procedimiento de computar y de patrones fijos de medidas, como instrumentos de una nueva manera de transmitir el conocimiento y de ciencias exactas.

Las primeras ciudades

Las primeras ciudades aparecieron en una etapa relativamente reciente de la historia de la humanidad, no hace más de unos 8.000 años. Gran parte de su pasado está enterrado totalmente o perdido para siempre, aunque existen una serie de restos en distintos lugares del mundo que han podido excavarse arqueológicamente y de esta manera estudiarse.
Una de las primeras dificultades que aparecen al estudiar el origen de las ciudades es definirlas con precisión para poder así diferenciarlas de los otros asentamientos humanos. El Diccionario de la real Academia Española lo hace de esta manera: Población, comúnmente grande, que en lo antiguo gozaba de mayores preeminencias que las villas. A esta explicación, breve e indeterminada, habría que añadir otra cualidades como el hecho de que la mayor parte de sus pobladores vive de labores no agrícolas ni ganaderas, y además suelen ser mano de obra especializada, realizando trabajos y labores muy concretas; y el hecho de que estas ciudades sean gobernadas por un número muy pequeño de sus pobladores. un simple aumento en las cifras de población y la obtención de ciertos privilegios no sería, pues, suficiente para diferenciar una ciudad de una aldea.
Uno de los aspectos del hombre primitivo fue su sentido de aislamiento defensivo junto con unas cierta pretensión de territorialidad. al principio mejoró su hábitat familiar, y posteriormente varias familias unidas colaboraron en distintas tareas. Con el paso del tiempo construyeron campamentos. En una economía de cazadores y recolectores, como la del hombre paleolítico, se ha calculado que se necesitaría al menos un kilómetro cuadrado para mantener a cuatro individuos, por lo que era preciso un territorio inmenso y una gran libertad de movimientos para subisitir, lo que hacía que asentarse en un territorio no fuera factible, de ahí el carácter nómada de esas gentes.
Durante el Mesolítico (hace unos 15.000 años) aparecieron los primeros establecimientos humanos más o menos duraderos. Se desarrolló una cultura basada en el aprovechamiento de pescados y mariscos, y se empezaron a cortar árboles y matas en los montes y llanuras con el fin de utilizar el suelo en faenas agrícolas. También se empezaron a domesticar diferentes animales como perros, cerdos y gallinas. Hace unos 10.000 ó 12.000 años se pasó a una segunda fase en la que se dio la recolección y la siembra sistemáticas de algunas hierbas y plantas, y comenzaron a utilizarse distintos animales, como bueyes y asnos.
En el Neolítico los cultivos y domesticación de animales se generalizaron, lo que trajo dos consecuencias; la estabilidad en las residencias y el control de algunos de los distintos fenómenos que se producen en la naturaleza. También en ese momento se empezó a elaborar la cerámica. El hombre mejoró sus asentamientos formando un nuevo tipo: el conformado por la unión permanente de varias familias en casas o chozas sencillas, con una o varias estancias, construidas de barro y cañas. En estos establecimientos también se encontraban silos y graneros que permitían almacenar los excedentes de los alimentos y proteger a los animales. Estos graneros y almacenes, fueron seguramente anteriores a la construcción de las casas.
Se produjo un aumento de población debido tanto a la mayor natalidad como a un descenso de la mortandad. Aparecieron nuevas ocupaciones y herramientas, junto con el cazador y sus lanzas, hachas y cuchillos, estuvieron el agricultor con su azada primero y su arado después, el alfarero y los primeros trabajadores del metal. Los ancianos personificaban la sabiduría de la comunidad y fueron los encargados de transmitirla oralmente la las generaciones más jóvenes. La población se regía por las normas dictadas por el consejo de ancianos. La religión se mantuvo a un nivel familiar; cada hogar tenía sus propios dioses y además se adoraba a los espíritus de los antepasados, siendo el cabeza de familia el encargado de guardar sus cultos.
La evolución de la aldea neolítica, hasta convertirse en una ciudad con sus nuevos órganos característicos, debió ser un proceso bastante lento, en el que algunos componentes de la aldea se mantuvieron, otros se modificaron, y otros desaparecieron y fueron sustituidos por nuevos elementos propios de las ciudades.

Cambios Sociales
El papel del rey
Aparición de una religión oficial
El comercio
Desarrollo de la arquitectura
Textos historicos

Cambios sociales

La sociedad, que habitaba en los nuevos núcleos urbanos, se hizo más complicada. Además de los que vivían en las aldeas, como cazadores, labradores, pastores, artesanos... se incorporaron otros tipos primitivos como pescadores o leñadores, apareciendo posteriormente nuevas ocupaciones: militares (la guerra parece surgir en este momento), mercaderes, sacerdotes, banqueros, funcionarios... Parece que fue la escasez de la tierra la que favoreció el desarrollo de los últimos y que adquirió más importancia en el conjunto de la sociedad. Así pues, las circunstancias obligaron a los agricultores a entregar parte de sus cosechas, bien de un modo voluntario para obtener cosas de las que carecían como utensilios, juyas, favores divinos, o bien por la fuerza mediante rentas, tributos o impuestos.
Este tipo de organización social requiere la existencia de un élite con el suficiente poder como para imponer la entrega, por el agricultor, de parte de su producción agraria. Esta élite dedicó su tiempo a actividades no relacionadas con la agricultura lo que le permitía organizarse e incluso monopolizar ciertas funciones. Con el paso del tiempo, la comunidad fue dividiéndose en oficios y haciéndose más compleja.

El papel del rey

Otra característica de la ciudad consistió en que el jefe local se convirtió en rey majestuoso con los grandes poderes. Los Consejos de Ancianos, en los lugares que no desaparecieron, quedaron convertidos en meros órganos consultivos. Esta característica no aparece en las necrópolis ni el las aldeas neolíticas primitivas, y no hay indicios que decidan sin objecciones la existencai de algún tipo de monarquía en este período, pues no se han encontrado sepulturas notablemente más ricas que las demás ni tampoco casas que tuvieran un aspecto de palacios o casas del estilo propio de una realeza. Los primitivos reyes fueron los descendientes de los fefes de cazadores, a los que en las aldeas paleolíticas les en cargaron la seguridad física no sólo frente a animales salvajes, sino también frente a los pueblos nómadas o gentes expulsadas de otras poblaciones.
También se piensa que los reyes podrían poroceder de los individuos que dirijían tribus de pastores que conquistarían las tierras de diferentes comunidades agrícolas permitiendo a sus antiguos propietarios conservar sus terrenos e incluso defenderlos de futuros enemigos a cambio de tributos en especie, esto originaria la servidumbre y una cierta aristocracia rural. Desde comienzos del Neolítico tiene que admitirse que hubo batallas entre diferentes pueblos, y aunque en un primer momento fueron a pequeña escala y de forma irregular, dieron oportunidades a algunos miembros de las comunidades a demostrar su valor y su valía, y su capacidad para dirijir los destinos de sus gentes. Otro camino hacia el trono pudo ser el éxito económico. Sea cual fuere el origen de los distintos reyes, todos tuvieron un rasgo común: su papel destacado en la centralización y la organización de la economía de las primeras ciudades.

Aparición de una religión oficial

Una clase social que surgió con los nuevos asentamientos urbanos, fue la de los sacerdotes. La religión durante el Neolítico se fue transformando tanto en lo que respecta a creencias como a los actos de culto. Con la economía agrícola los ritos mágicos no se anularon, sino que se vieron favorecidos, al depender la supervivencia del hombre de las diferentes fuerzas de la naturaleza y seguir, por lo tanto, a marced de la sequía, las inundaciones o las tempestades; y vivir al hilo de las estaciones anuales. Aquél o aquellos miembros de la comunidad que pudierna dominar o controlar de algún modo los fenómenos de la madre naturaleza, obtendrían unas influencias y unos poderes considerables sobre el resto de sus convecinos. Así pues, inicialmente los magos y posteriormente los sacerdotes debieron ser los primeros miembros de la comunidad que tuvieron derecho a recibir alimentos sin ayudr a producirlos con su trabajo físico. Es muy probable que en un principio el poder temporal y el poder religioso estuvierna en manos de una sola persona. Cuando la sociedad se fue haciendo más laica y compleja, un futuro rey necesitaba, para poder gobernar con cierta tranquilidad, la ayuda del clero. Como vemos, ya desde el inicio de la jerarquización de la sociedad, la relgión ocupaba los más altos escalanes, intentando manejarlo todo a su antojo.
Por otra parte, los antiguos dioses familiares y locales fueron reemplazados, en un momento difícil de precisar, por divinidades celestes que podían identificarse con el sol, la luna, el trueno, una montaña..., y que tuverian siempre un carácter supremo, por lo que de ellas dependían todas las funciones que tenían lugar en la ciudad, así como su existencia misma. Este cambio en las creencias trajo como consecuencia que el aspecto religioso ocupara un papel preponderante en todas las actividades cotidianas de las primeras ciudades.

El comercio

Otro de los factores que contribuyó a que una aldea llegara a comvertirse en ciudad fue el comercio de materias primas y productos elaborados, entre mercaderes locales y otros procedentes de sitios alejados. El comercio era conocdido desde el Paleolítico Superior, en le que ya se realizaban intercambios, siempre por iniciativa del demandante del producto; a cambio solía ofrecer al vendedor algún tipo de adornos o talismanes mágicos. En épocas posteriores algunas comunidades empezaron a importar, además, utensilios para mejorar sus actividades económicas. Así por ejemplo, se han hayado en el interior de Francia utensilios del modo 3, propio de los Neandertales, fabricados con un tipo de piedra que no se encontraba de forma natural en un radio de 100 kilómetros. Durante el Neolítico el comercio local se dedicaba al intercambio de productos familiares que completaban la economía de cada casa. El comercio de larga distancia se limitaba únicamente a productos de lujo que hicieran rentable los altos costes del porte.
Durante el tercer y segundo milenio aumentaría el número de ciudades, estableciéndose en cada una de ellas un núcleo comercial, por lo que tanto el volumen como la variedad de los productos intercambiados crecieron de forma significativa. Sin embargo, hasta la Edad del Bronce se limitaron a artículos de lujo: materiales preciosos que se utulizaron para el culto a sus dioses, para el mobiliario de los templos y palacios, o para adornos personales de las clases sociales más favorecidas. No hay apenas restos arqueológicos que indiquen la existencia de un comercio a larga distancia con artículos baratos que pudiesen ser consumidos por las clases populares. Este debió surgir durante el primer milenio en las ciudades marítimas debido al bajo coste del transporte por barco. alrededor del año 700 a.C., la invención de la moneda acuñada hizo que el comercio se popularizara.Por tanto el inicio de las actividades comerciales, más o menos regulares y como manera de vida de los mercaderes, fue solo posible cuando existió una clase privilegiada firmement asentada.

Desarrollo de la arquitectura

La vida sedentaria posibilitó la posesión de hogares y de las cosas necesarias para llevar una vida más confortable al tiempo que permitía el desarrollo de la arquitectura. Así pues, en el Neolítico, con la mejora de los útiles de construcción, el hombre edificó casas cuyas paredes eran de mimbre recubiertas con arcilla. Dichas casas a menudo se hallaban divididas en un vestíbulo y una habitación interior. El revoque de las paredes podía ser blanqueado o pintado. En algunos casos, las viviendas se elevaron sobre pilotes en aguas poco profundas cerca de las orillas de los lagos, lo que facilitaba su defensa ante cualquier agresión externa.
En las regiones en las que abundaban las piedras, las casas se construyeron con ellas utilizando barro o estiércol como cemento. En los valles de los ríos Tigris, Nilo o eufrates se fabricaban las paredes con arcilla compacta o adobe, posteriormente sustituido por ladrillos. Desde el principio, algunas casas urbanas - no todos los miembros de la comunidad podían costearse los nuevos materiales de construcción- eran más cómodas que las habitacioines de los campesinos neolíticos. También tenían mayor superficie y se hallaban divididas en varias habitaciones, cada una de las cuales tenía su función específica (cocina, dormitorio, etc.).
Cuando las viviendas urbanas crecieron, lo hicieron no sólo en longitud o anchura sino también en altura. Hacia el año 3000 a.C. las casas de las ciudades que se encontraban cerca de los ríos Indo, tigris, Eufrates y Nilo tenían dos pisos; en torno al año 1500 a.C. se levantó este tipo de viviendas en la isla de creta, y pocos años después eran corrientes en toda Grecia e Italia. Bajo el control del rey se empezaron a construir grandes obras públicas como acequias y canales, templos, palacios, grandes sepulcros, etc., que necesitaban ingentes cantidades de trabajadores para ser construídas.
Estos no podían provenir de los sectores de producción primarios, pues se habría paralizado la economía de la ciudad, por lo que fue necesario la utilización de esclavos. Las fuentes para proveerse de ellas eran varias: en las guerras, en lugar de matar al enemigo derrotado se le obligaba a desempeñar los trabajos incómodos para el resto de la comunidad, además, los exiliados de otras ciudades trabajaban a cambio de sustento y/o protección, y también los miembros más pobres de la población se sometieron a servidumbre en las mismas condiciones que los anteriores.
Uno de los elementos que caracterizan a las sociedades más evolucionadas es la utilización de la escritura. Aunque los distintos sistemas existentes tardaron varios siglos en desarrollarse, la escritura ha sido considerada como una norma útil para diferenciar a las comunidades propiamente urbanas, qeu serían las que conocieron alguna de sis formas, de aquellas denominadas semiurbanas, entre las que se hallarían aquellas que, pese a su gran dimensión o elevada densidad de población, no utilizaban tipo alguno de grafía. La creciente complicación de los sistemas administrativos y jurídicos forzó la aparición de la escritura, que llegaría a ser utilizada como instrumento de trabajo de nuevos grupos sociales, tales como escribas y maestros a la vez que facilitó las transaciones comerciales. Hay que señalar además que al instrucción fue patrimonio exclusivo de la élite ociosa, ya que las clases populares permanecían incultas y esclavas de la tradición.
La simbiosis campo-ciudad fue constante en todo el mundo antiguo, ya que la población de las ciudades estuvo constituida, en un gran parte, por individuos que vivían de una economía básicametne agrícola. por este motivo la ciudad no era algo aislado y totalmente opuesto al campo, sino que intercambiaba con él hombres, productos y servicios. El potencial humano que vivía permanentemente en los núcleos humanos fue siempre muy inferior al de la región rural uqe la rodeaba; durante el Imperio romano, el período de mayor florecimiento de las ciudades en todo el mundo antiguo, los habitantes de estas no suponían más del 10 por ciento de la población total.
Los imperios de todo el mundo antiguo eran unos eficaces difusores de las ciudades. Necesitaban tenerlas para poder mantener su supremacía tanto militar como comercial de los territorios conquistados. Los nuevos núcleos urbanos se desarrollaron de dos maneras: elevando a la categoría de ciudad los poblados ya existentes, o creándolas de nueva planta. Estas últimas tenían un trazado más racional y geométrico que las anteriores, que crecían de formas más lenta pero más libre.
Hasta fechas relativamente recientes se consideraba que las primeras ciudades habían aparecido en Mesopotamia durante el IV milenio. sin embargo, en los años 60 K. Kenyon publicó los resultados de als excavaciones arqueólogicas realizadas en jericó, fechando su priemer nivel en si VIII milenio. Por esas mismas fechas J. Mellaar daba a conocer un asentamiento con caracteres urbanos en Asia Menor, Catal Hüyük, datándolo a finales del VII milenio.

Fuentes generales:V. Gordon Childe, Los orígenes de la civilización, México, Fondo de Cultura Económica, 1986. (Breviarios, 92) Grahame Clark, La Prehistoria, Madrid, Alianza Editorial, 1981. (Alianza Universidad. Textos)John M. Roberts. La Prehistoria, Historia Universal Ilustrada, Vol. 1, Madrid, Debate, Prehistory. The World of the Early Man. Edited by Jean Guilaine, New York - Oxford, Facts on File, 1991.
Jorge Juan Eiroa, La prehistoria. Paleolítico y Neolítico. Historia de la ciencia y de la técnica, Vol. 1., Madrid, Ediciones Akal, 1994.