jueves, 5 de junio de 2008

La independencia de Chile

Situación Interna antes de la Independencia
A continuación te contamos la situación de Chile antes de 1810, (cuando eramos colonia).

Durante los últimos años del siglo XVIII y los primeros del siglo XIX, se comenzó a gestar en el reino de Chile un sentimiento de descontento frente a las políticas de las autoridades españolas.

Economía:
Se produjo un deterioro en la economía chilena, provocada por las alzas de impuestos y creación de monopolios. El comercio estaba controlado por el Imperio español, y Chile sólo podía vender y comprar productos con su autorización, además de tener que pagarle impuestos. Estos hechos repercutieron sobre la agrícultura, minería, artesanía industrial, y sobre el comercio, ya que éste tuvo que soportar una verdadera inundación de productos importados.

Político
La centralización administrativa aplicada por los reyes Borbones de España en el siglo XVIII , limitó a los criollos al puesto buracrático, esto generó una pérdida de poder político de este sector de la sociedad.
Muchos medidades de interes general o particular tanto en lo político como judicial, debían ser aprobadas en España.
Esta realidad terminó cansando a los criollos, (personas nacidas en América, y que eran hijos de los europeos que habían llegado al Nuevo Continente). Los criollos, amaban esta tierra, y deseaban gobernarla en forma libre.
Querían más libertad para comerciar y así obtener ganancias para el país, y pagar menos impuestos. También, anhelaban participar en el gobierno, tener leyes que fueran más adecuadas a la realidad de Chile, y mayor libertad para expresar sus ideas, mejorar la enseñanza, etcétera.

Influencias del extranjero
- La Independencia de Estados Unidos

- Revolución Francesa, sus ideas emancipadoras fueron captadas y traídas por los criollos que eran enviados a estudiar a Europa.

- Influencia del pensamiento ilustrado. Los principios básicos de la Ilustración, como la lucha por la libertad y por el gobierno representativo, eran conocidos y acogidos por los criollos.

Situación en España
En 1808, Napolén invadió España y obligó al rey Fernando VII renunciar a su trono. Con el objetivo de devolver la corona al rey y luchar por la reconquista de su territorio, los españoles organizaron las famosas "Juntas de Gobierno", la cual ellos ejercerían el poder hasta que el rey fuera dejado en libertad.

El momento que vivía España tuvo repercusión en el continente americano, sobre todo en Chile.

La crisis de España se juntó al malestar existente en el territorio chileno por la mala administración ejercida por el gobernador Francisco Antonio García Carrasco, quien no quiso emprender ningún cambio.

La presión era tan grande, que el gobernador tuvo que renunciar y la Real Audiencia designó en su lugar a don Mateo de Toro y Zambrano, el militar de más alta graduación en el reino.

En Chile, al igual que en otros puntos de América hispana, los criollos se dieron a la tarea de formar una Junta que gobernara en nombre de Fernando VII. Solicitaron al gobernador interino la realización de un Cabildo Abierto, que fue convocado para el 18 de septiembre de 1810.


Primera Junta de Gobierno
(septiembre de 1810 a julio de 1811)
Al Cabildo Abierto asistieron más de 450 personas, la gran mayoría partidaria de formar una Junta de Gobierno. Los asistentes gritaron "¡Junta queremos!"
El Cabildo y la Creación de la Primera Junta de Gobierno

Debido a que la organización de este evento fue asumida directamente por los criollos, la mayoría de los 450 asistentes a la asamblea estuvo compuesta por personas afines a las ideas que proclamaban la conveniencia de formar una Junta de Gobierno. Con la finalidad de evitar alteraciones que pudiesen provocar durante el Cabildo los miembros más exaltados del bando realista, los patriotas organizaron patrullas armadas, que ya el día 17 controlaron la ciudad.

El gobernador Toro y Zambrano, al día siguiente, abrió la sesión y renunció a su cargo. A continuación, su secretario, José Gregorio Argomedo, ratificó la decisión del conde y solicitó al Cabildo que se discutieran los pasos a seguir.

Posteriormente se dirigió a la asamblea el procurador del Cabildo, José Miguel Infante; éste manifestó que lo más conveniente para el país y para los intereses del rey Fernando era la creación de una Junta de Gobierno.

La propuesta fue aceptada por aclamación de la gran mayoría de los asistentes al Cabildo, bajo la consigna de "¡Junta queremos!".

Inmediatamente se designó a los miembros de la primera Junta Nacional de Gobierno. Ella quedó constituida por las siguientes personas:
Integrantes

Presidente: Mateo de Toro y Zambrano.
VicePresidente: José Antonio Martínez de Aldunate.
Vocales: Juan Martínez de Rozas, Fernando Márquez de la Plata, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y el coronel Francisco Javier Reina.
Secretarios: José Gregorio Argomedo y Gaspar Marín.
Principales Obras de la Primera Junta de Gobierno

* Creó nuevos cuerpos militares y reorganizó los existentes.

* Decretó la apertura de los puertos chilenos al tráfico internacional (Comercio Libre) y dictó una Ordenanza de Aduanas complementaria.

* Estableció relaciones con la Junta de Buenos Aires.

* Por una disposición especial, se eximió por un año y medio de todo impuesto a libros, planos, mapas, armas, imprentas, instrumentos de física, herramientas y maquinarias y todos los elementos que dan impulso al progreso de la sociedad.

* Convocó a un Congreso Nacional, cuya función seria relevar en el corto plazo a la Junta del mando.

* El golpe de estado Realista, conocido como "Motín de Figueroa", la obligó a disolver la Real Audiencia, institución que había sido tradicionalmente el principal reducto realista.

El Primer Congreso Nacional
(4 de julio de 1811)
En medio de un ambiente lleno de agitación y propaganda política, en el que destacaban distintos escritos que propiciaban abiertamente una completa independencia respecto de España, se llamó a la elección de un Congreso Nacional.

Este nuevo paso, que marcaba un quiebre político con la tradición colonial, provocó una violenta reacción de los grups realistas. Tan así fue que el 1 de abril, fecha en que debía realizarse la elección para el Congreso, se sublevó el militar español Tomás de Figueroa junto con las tropas a su mando. Aun cuando este motín fue rápidamente sofocado y su cabecilla fusilado al día siguiente, el hecho llenó de temor a la capital, pues señalaba que la posibilidad de una contrarrevolución aún estaba vigente.
Las autoridades criollas decidieron adoptar una actitud más enérgica, luego que se difundiera la idea de que la Real Audiencia había estado detrás del motín de Figueroa. Junto con disolver a la Audiencia, se relegó a lugares apartados a los oidores que no hubiesen abandonado el país voluntariamente. De esta manera se esperaba sofocar cualquier nuevo intento restaurador por parte de la oposición realista.

El resultado de las elecciones mostró que las posiciones políticas moderadas aún mantenían una gran presencia, ya que las fuerzas que se oponían a cambios muy radicales triunfaron ampliamente. El Congreso Nacional abrió su primera sesión en el edifico de la Audiencia el 4 de julio de 1811.

El que sectores más exaltados quedaran en franca minoría provocó una nueva ola de agitación. Instigados principalmente por Martínez de Rozas, los miembros de este sector comenzaron a conspirar abiertamente en contra de la mayoría moderada, puesto que se sentían excluidos de la Junta Ejecutiva, cuya función central era hacerse cargo de los asuntos públicos mientras se dictaba una Constitución Nacional.

En medio de este ambiente, irrumpió en la escena política el joven militar José Miguel Carreera, quien se transformaría en el nuevo líder de los exaltados y, por ende, de los sectores que propiciaban la libertad política. El 4 de septiembre de 1811, Carrera dio un golpe militar, y derribó a la mayoría conservadora del Congreso, sin mediar resistencia armada alguna.

Tras la separación de sus cargos de algunos diputados y la incorporación de otros nuevos, los radicales lograron formar una mayoría afín a sus ideas. Acto seguido se formó una nueva Junta Ejecutiva, compuesta ahora por cinco miembros favorables a una posición más avanzada.

La Guerra contra los Españoles
El avance de las ideas separatistas provocó la reacción militar por parte del virrey del Perú, quien, con el propósito de restablecer la obediencia hacia la metrópoli española, envió hacia Chile sucesivos contingentes durante 1813 y 1814.
Tras organizar rápidamente un inexperto ejército, los Carrera, apoyados esta vez por Bernardo O´Higgins, iniciaron la defensa del territorio.
Hasta abril de 1814 se sucedió una serie de batallas, las que a pesar de algunos éxitos menores, no produjeron cambios significativos para los patriotas. En cambio, los realistas lograron recuperar Concepción, afianzando, de esta manera, su predominio sobre el sur del país.

Tomando en cuenta el equilibrio que se había producido, ambos bandos resolvieron sentarse a negociar. Tras una serie de conferencias se subscribió el tratado de Lircay (mayo de 1814). Firmado por O´Higgins y Gaínza, estipulaba:

1º El reconocimiento de Chile de la soberanía del rey Fernando.
2º El derecho de Chile a gobernarse a sí mismo.
3º El cese inmediato de las hostilidades
4º La obligación de las tropas españolas de abandonar Chile en un plazo de treinta días.

Carrera asume nuevamente el Poder. Fin de la Patria Vieja

El período que se inició tras la firma del tratado de Lircay se caracterizó por una abierta pugna entre los patriotas. Los hermanos Carrera dieron -en julio- un golpe militar, que los instaló nuevamente en el poder. El director supremo Francisco de la Lastra fue reemplazado por una Junta de Gobierno compuesta por tres miembros y encabezada por José Miguel Carrera.

Finalmente, y en medio de las disputas personales entre Carrera y O´Higginis, el virrey Abascal envió una nueva expedición al mando del general Mariano Osorio. Éste, en la batalla de Rancagua, logró dar el golpe definitivo al ejército patriota.

Mientras los restos del disminuido ejército chileno huían hacia Argentina, se ponía fin al período iniciado en 1810, llamado "Patria Vieja", y se daba inicio al perído denominado "Reconquista".

Independencia de Chile
El origen de un gobierno independiente en Chile está relacionado con los problemas que afectaron a la monarquía española en los primeros años del siglo XIX y que condujeron a la formación de juntas de Gobierno en España y luego en América.

Poco después de ser proclamado rey de España, Fernando VII fue tomado prisionero por Napoléon.
Francisco Antonio García Carrasco asumió como gobernador tras la muerte de Luis Muñoz de Guzmán.
El gobernador Luis Muñoz de Guzmán murió en 1808.
Una vez que Napoléon se apoderó de Portugal, creyó posible hacerlo también con España.
La fuerte personalidad de Juan Martínez de Rozas gravitó poderosamente en el movimiento independentista.
El quiebre de la monarquía española a principios del siglo XIX se produjeron grandes transformaciones en el mapa político de Europa. En este contexto, España fue invadida por el emperador francés Napoleón Bonaparte (1808) y el rey Fernando VII fue obligado a renunciar y, luego, hecho prisionero.
Esta circunstancia no solo provocó trastornos en España, sino, también, en sus territorios de ultramar. Al principio, las colonias americanas no dudaron en mantener su fi delidad al monarca. Chile no fue la excepción y manifestó su apoyo a Fernando VII como rey legítimo de la monarquía hispana.
Sin embargo, en nuestro país las noticias de Europa siguieron inquietando, y pronto en Chile se apreciaron dos grupos, los realistas y los reformadores. Estos últimos eran más radicales y empezaron a aspirar a la independencia.
Antes de la Patria Vieja
A principios de 1808, y tras la muerte del gobernador Luis Muñoz de Guzmán, se inició una lucha por la sucesión entre la Real Audiencia y una parte del ejército. Los militares formaron una Junta en Concepción, en la que propusieron como candidato a gobernador al brigadier Francisco Antonio García Carrasco, quien, según las leyes, debía asumir. Este conflicto finalizó cuando García Carrasco accedió al cargo en abril de 1808.
Su gobierno se caracterizó por sus desaciertos y protagonizó varios roces con la aristocracia santiaguina. Además, García Carrasco fue influido por los antirreformistas, quienes lo llevaron a desarrollar acciones que, a la larga, provocaron el repudio de la población.
Cabe señalar que su gestión se vio afectada por la crisis de la monarquía española y porque el gobernador no tomó una postura clara frente a estos acontecimientos.
Ante tanta presión, la Real Audiencia intervino solicitando la renuncia del gobernador. Así, el mismo día que presentaba su dimisión, el 16 de julio, se nombró como su reemplazante a Mateo Toro Zambrano, conde de la Conquista.
- La Patria Vieja (1810-1814)
Gracias a la creación de la Junta de Gobierno se dieron los primeros pasos en los objetivos de los criollos por lograr cambios administrativos y marcó, además, el inicio del período conocido como Patria Vieja.
- La Reconquista (1814-1817)
El período denominado Reconquista coincide con el de "restauración monárquica" en España, ya que el rey Fernando VII, tras ser liberado por Napoleón, recuperó su trono y restableció el régimen absolutista en España. Esta reacción también se trasladó a América, siendo anuladas todas las medidas tomadas por las juntas de gobierno. Así, Chile volvería a los parámetros de la administración colonial.
- Patria Nueva (1817-1823)
El 15 de febrero se reunió en la capital un Cabildo Abierto que designó a don José de San Martín como Director Supremo, pero éste se rehusó y propuso a O'Higgins para el cargo, quien aceptó. Así se inicia la última etapa de nuestra independencia conocida como Patria Nueva.

La Patria Vieja

¡Junta Queremos!
Toro Zambrano debió enfrentar las presiones relacionadas con la idea de crear una Junta de Gobierno, que provenían del Cabildo; pero también la propuesta absolutista, que tenía la Audiencia, y que esperaba mantener el rígido control del Estado colonial.

La tensión que la situación generaba era grande e, incluso, algunos grupos armados recorrían las calles de Santiago. Toro Zambrano no tuvo más alternativa que convocar a una asamblea para el día 18 de septiembre de 1810, a la que asistieron cerca de 450 personas. La mayoría de ellas comenzó a gritar "¡Junta queremos!", como una forma de constituir un gobierno más participativo para defender los intereses del pueblo, pero manteniendo lealtad al rey.
De esta manera, se estableció una Junta de Gobierno, que era un organismo transitorio y de representación limitada, pues solo estaba formada por los vecinos de Santiago. Su mandato se extendería hasta la reunión de un Congreso Nacional. Los integrantes de la Primera Junta de Gobierno fueron: Mateo Toro Zambrano, como presidente; el obispo José Martínez de Aldunate, como vicepresidente; Juan Martínez de Rozas, Fernando Márquez de la Plata, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier de Reina, como vocales, mientras que Gregorio Argomedo y Gaspar Marín fueron designados como secretarios.
Esta Junta creó nuevos cuerpos militares, decretó la libertad de comercio con España y otros países y estrechó relaciones con la organización homónima de Buenos Aires. Es decir, se dieron los primeros pasos en los objetivos de los criollos por lograr cambios administrativos y marcando, además, el inicio del período conocido como Patria Vieja.

El primer Congreso nacional
Los partidos, como se llamaban las divisiones territoriales, eligieron sus diputados, pero en Santiago el proceso se vio atrasado debido a un movimiento militar encabezado por Tomás de Figueroa, el que fue controlado. Finalmente, el Congreso inició sus sesiones el 4 de julio de 1811 y contó con 42 diputados; fue presidido, inicialmente, por Juan Antonio Ovalle.
Los diputados que componían este organismo se dividieron en tres tendencias: la mayoría pertenecía al grupo de los moderados, que tenían la intención de emprender solo reformas, sin apurar la independencia; los exaltados, que querían la ruptura con España y la formación de una república, y los realistas, que se oponían a cualquier reforma que no fuese reconocida por las autoridades españolas.

En el Congreso se fue implementando una serie de reformas de características moderadas, las que provocaron la molestia de los exaltados, quienes querían dar más pasos hacia la Independencia.

Los permanentes conflictos entre estos grupos fueron controlados por un golpe de Estado dirigido por el criollo José Miguel Carrera el 4 de septiembre de 1811. Carrera cambió la composición del Congreso y, así, los exaltados pasaron a formar el grupo mayoritario, permitiendo que los criollos que buscaban la independencia tuvieran la oportunidad de organizar una nueva Junta Ejecutiva.

Esta implementó una política algo más reformista, que se tradujo en decisiones como la creación del Supremo Tribunal de Justicia (en reemplazo de la Audiencia); prohibición de enterrar a los difuntos en las iglesias y orden de levantar cementerios; creación de la provincia de Coquimbo; oficialización de las relaciones con Buenos Aires; ruptura de los lazos con el Perú, y, sin duda, la más importante, la ley de libertad de vientre, que declaraba libres a los hijos de esclavos nacidos en Chile.
Pero la estabilidad de la Junta pronto se vio alterada. José Miguel Carrera comenzó a discrepar con algunos miembros del Congreso y decidió asumir la dirección de los asuntos públicos.

Luego, junto a sus dos hermanos, protagonizó un segundo golpe de Estado el 15 de noviembre de 1811. En esta segunda intervención militar, Carrera decidió disolver el Congreso (diciembre de 1811) y con esta acción tomó el control total. Su administración se caracterizó por la generación de importantes reformas que buscaban preparar a los chilenos para la lucha por la Independencia. De esta manera, bajo el mandato de Carrera se editó el periódico Aurora de Chile, que promovía las nuevas ideas políticas; se dictó un reglamento constitucional provisorio (ver recuadro), se establecieron relaciones diplomáticas con EE.UU. y se sentaron las bases para la creación de la Biblioteca y el Instituto Nacional.

La reacción española
Las reformas realizadas y el avance de las ideas independentistas no eran del agrado del virrey del Perú, José Fernando de Abascal. Por ello, aprovechando un movimiento contrarrevolucionario que se dio en el sur de Chile, envió fuerzas al mando del brigadier Antonio Pareja (enero de 1813).

Pareja desembarcó en Chiloé y Valdivia y logró reclutar alrededor de 4.000 soldados, con los que llegó a Talcahuano, tomando ese puerto y el de San Vicente y, luego, las ciudades de Concepción y Chillán, donde completó un ejército que bordeó los 6.000 hombres.

Los avances de la causa independentista estaban en peligro y, por ello, el Senado nombró una nueva Junta de Gobierno, que quedó compuesta por José Miguel Infante, Francisco Antonio Pérez y Agustín de Eyzaguirre. Mientras que Carrera asumió el cargo de general en jefe del Ejército para combatir contra las tropas realistas. Este, con ayuda de Juan Mackenna y Bernardo O’Higgins, organizó un ejercito que alcanzó los 4.500 hombres.

Las primeras confrontaciones entre realistas y revolucionarios fueron en Yerbas Buenas (abril de 1813) y San Carlos (mayo de 1813), sin resultados muy decisivos. Por esos días, Pareja enfermó gravemente y murió. Su sucesor fue el capitán Juan Francisco Sánchez.

Los independentistas recuperaron Concepción y marcharon hacia Chillán (agosto de 1813) donde estaban refugiados los realistas. Sitiaron la ciudad a la espera de su rendición, pero la operación fue un desastre porque las tropas de Carrera no lograron soportar el crudo y lluvioso invierno. Finalmente, el sitio fue levantado.

En octubre de 1813, las tropas realistas sorprendieron a los patriotas que acampaban en El Roble (cerca del río Itata). El enfrentamiento pudo terminar en una catástrofe para las fuerzas criollas, si no es por la oportuna acción de O'Higgins, quien comandó una arremetida que logró vencer a sus enemigos.

Debido a las erradas decisiones de Carrera y su obstinado afán de poder, la Junta decidió reemplazarlo en su cargo de general en jefe, por O'Higgins (enero de 1814). En su regreso a Santiago, el sustituido militar fue tomado prisionero -junto a su hermano Luis- por un grupo de realistas.

Campaña de 1814
Días después de que O’Higgins asumiera el cargo de general en jefe, una nueva fuerza realista desembarcó en Talcahuano.
Esta estaba comandada por el militar español Gabino Gaínza (quien reemplazó a Sánchez). Poco después, en marzo, Talca caía bajo su dominio.

En tanto, en Santiago la Junta se disolvió y le entregó el mando a un director supremo, el coronel Francisco de la Lastra (14 de marzo de 1814).

Mientras tanto, las tropas de O'Higgins y Mackenna se enfrentaron a los realistas en los combates de El Quilo y Membrillar, sin existir un claro vencedor.

A continuación, ambos mandos iniciaron una marcha paralela rumbo a Santiago, encontrándose en Cancha Rayada (29 de marzo) donde los realistas vencieron. Sin embargo, estos fueron alcanzados y derrotados en Quechereguas (8 de abril) por los patriotas, provocando el repliegue de los españoles a Talca.

Las fuerzas de Gaínza lograron lo suyo al apoderarse nuevamente de Concepción, lo que implicaba el predominio de los españoles sobre el sur del país.

En esta etapa, las hostilidades no daban ventaja a ninguno de los bandos, por lo que se necesitaba una tregua. Además, tanto el director supremo como el virrey del Perú comenzaron a sentir el gasto económico y las pérdidas humanas que representaban los combates.

Por lo anterior, Fernando de Abascal envió a Chile al comodoro inglés James Hillyard, quien sirvió como mediador. Tras largas negociaciones se firmó el tratado de Lircay (3 de mayo de 1814) en el que se estipulaba el fin de los enfrentamientos.

A pesar de este pacto, ni los realistas ni los revolucionarios pensaron en cumplir con lo acordado en el tratado y ocuparon el tiempo de tregua para reponer fuerzas y planificar sus operaciones.

O'Higgins Versus Carrera
Tras obtener la libertad, los hermanos Carrera quedaron bajo vigilancia en Chillán. Pero José Miguel no tardó en fugarse y partió a Santiago, en donde se alió con otros criollos que no estaban de acuerdo con el tratado de Lircay, para dar un nuevo golpe de Estado (el tercero) el día 23 de julio de 1814, con el que que depuso a De la Lastra.
La acción de Carrera no agradó a O’Higgins (que se encontraba en Talca) y decidió ir a la capital a enfrentarlo. Pero sus tropas fueron derrotadas por los carreristas, al mando de Luis Carrera, en las Tres Acequias (26 de agosto).
O'Higgins se retiró al sur con el fin de volver a la carga, pero al enterarse del desembarco de tropas españolas al mando del general español Mariano Osorio (reemplazante de Gaínza), decidió dejar de lado sus diferencias con Carrera y se puso bajo sus órdenes.

Fin de la Patria Vieja
Los patriotas querían evitar que Osorio llegara a Santiago, por lo que el general Bernardo O'Higgins y Juan José Carrera se atrincheraron en la plaza principal de Rancagua con un batallón de 1.700 soldados (alcanzando apenas el 40% de los efectivos de Osorio). El enfrentamiento se produjo en la madrugada del 1º de octubre, cuando Osorio y sus hombres atacaron a los patriotas.

Estos se defendieron como pudieron; sin embargo, ya al día siguiente O'Higgins sabía que todo estaba perdido y ordenó la retirada (quedaban vivos casi 300 patriotas) atravesando a caballo las trincheras enemigas. Este enfrentamiento fue conocido como el desastre de Rancagua y marcó el fin de la Patria Vieja.

Osorio, entonces, tuvo el camino abierto hacia Santiago. Pronto se haría cargo de la administración de Chile.

Mientras, los patriotas que salvaron ilesos de la batalla huyeron a Mendoza (donde los recibió José de San Martín) y lo mismo hicieron algunos ciudadanos de Santiago quienes escaparon debido al temor a una represión realista.

La Reconquista

El período denominado Reconquista coincide con el de "restauración monárquica" en España, ya que el rey Fernando VII, tras ser liberado por Napoleón, recuperó su trono y restableció el régimen absolutista en España. Esta reacción también se trasladó a América, siendo anuladas todas las medidas tomadas por las juntas de gobierno. Así, Chile volvería a los parámetros de la administración colonial.

El gobierno español de este período estuvo a cargo de Mariano Osorio, a quien se le encomendó tratar sin violencia a los criollos nacionales.

Durante su gobierno rehabilitó el presidio de Juan Fernández y confinó en él a aquellos que, estando aún en Chile, hubiesen estado implicados en actos revolucionarios. Creó el Tribunal de Vindicación, organismo que sirvió para investigar la conducta de los funcionaros públicos en los últimos años; también se enjuició a los detenidos por razones políticas, siempre tratando de que los procesos fueran imparciales Además,designó un nuevo cabildo, reabrió la Real Audiencia, eliminó todos los decretos dictados y cerró las instituciones creadas por los patriotas durante la Patria Vieja. Entre estas últimas se contaron el Instituto y la Biblioteca Nacional.

Cabe señalar que las buenas intenciones que pudiese haber tenido Osorio se vieron sobrepasadas por las crueles acciones del capitán Vicente San Bruno, comandante del Batallón Talaveras de la Reina.

Debido a los conflictos con el virrey, Osorio fue reemplazado por el mariscal de campo Casimiro Marcó del Pont, quien llegó a Chile a fines de 1815. El nuevo gobernador se caracterizó por sus decisiones arbitrarias. Creó el Tribunal de Vigilancia y Seguridad Pública, con el fin de castigar a las personas que se manifestasen a favor de la emancipación. Además obligó a los criollos a pagar alzas en los tributos, generando el obvio descontento popular.

El Ejército Libertador
Mientras los realistas reconstituían su dominio en Chile, en Mendoza, José de San Martín le proponía a Bernardo O´Higgins formar una fuerza militar capaz de abatir a los realistas en Chile y continuar hacia el Perú. Solo de esta manera sería posible la liberación total, y por eso empezaron de inmediato la organización y preparación del Ejército Libertador.

Entre 1815 y 1816, O´Higgins y sus seguidores, junto con San Martín, se abocaron a la tarea de buscar recursos y los soldados necesarios para conformar un gran ejército. Este se armaría con tropas argentinas, los patriotas que estaban en Mendoza, algunos carreristas y esclavos liberados a cambio de unirse a la causa. En total, se reunieron cerca de 5.000 hombres, quienes constituyeron el Ejército de los Andes.

A comienzos de 1817, las tropas se dirigieron a Chile cruzando por diferentes pasos de la cordillera. Así, las huestes estuvieron comandadas por el propio San Martín y por Gregorio de las Heras y Miguel Soler (argentinos también) y el resto estaba a cargo de los chilenos Ramón Freire y Bernardo O’Higgins.

Fin de la Reconquista
El gobernador Marcó del Pont -enterado de la invasión patriota- entregó el mando de las fuerzas realistas al brigadier Rafael Maroto, quien, con un ejército que no superó los 2.000 hombres, se enfrentó a las tropas independentistas el 12 de febrero de 1817, en la batalla de Chacabuco. En esta, O’Higgins y Soler (a cargo de las tropas patriotas) obtuvieron una contundente victoria.

Tras su triunfo, los patriotas se abrieron paso hacia Santiago el 14 de febrero de 1817, poniendo fin al período conocido como la Reconquista e iniciando el de la Patria Nueva.


Las Guerrillas

Antes de cruzar los Andes, San Martín contó con la ayuda de unas guerrillas que provocaron dispersión y confusión entre las tropas realistas. El principal gestor de estas partidas fue Manuel Rodríguez, quien, junto a Francisco Villota y el bandido José Miguel Neira, se encargó de distraer a las tropas españolas desde el Maipo hasta el Maule.

Además, estos patriotas informaban sobre los sucesos que ocurrían en Chile y, generalmente, llegaban disfrazados de frailes, arrieros o borrachos.

Esto hizo que fueran intensamente buscados y que Marcó del Pont le pusiera precio a la cabeza de Rodríguez.

Patria Nueva


Hacia la consolidación de la Independencia
Una vez liberada Santiago, los patriotas convocaron a una asamblea de notables (15 de febrero). En ella se decidió que San Martín asumiera el mando del país, pero el general no lo aceptó y propuso en su lugar a O'Higgins, quien ocupó el cargo de director supremo el día siguiente.

Una de sus primeras medidas fue organizar un ejército para enfrentar a las fuerzas realistas atrincheradas en Talcahuano, luego de Chacabuco. Además, liberó a los revolucionarios prisioneros en Juan Fernández.

O'Higgins continuaba su gobierno, cuando en enero de 1818 desembarcó en Talcahuano Mariano Osorio, junto a 3.000 soldados, enviado por el virrey Joaquín de la Pezuela (sucesor de Abascal). Ante el arribo de nuevas fuerzas realistas al país, O'Higgins proclamó en Talca la Independencia de Chile el día 12 de febrero de 1818, para demostrar a los realistas la firme convicción de los criollos por su emancipación.

Enfrentamientos de 1818
Tras la declaración de Independencia, los patriotas acamparon en el norte de Talca, en donde fueron atacados por los realistas durante la noche del 19 de marzo de 1818. El enfrentamiento fue conocido como Sorpresa de Cancha Rayada, y en él los españoles lograron dispersar las fuerzas comandadas por O’Higgins (que quedó herido), las que arrancaron desorganizadamente hacia Quechereguas para encontrarse con San Martín.

Por su parte, Mariano Osorio comenzó una marcha a la capital, y en sus cercanías se encontró con las fuerzas patriotas comandadas por San Martín, enfrentándose en la batalla de Maipú (5 de abril de 1818). El enfrentamiento dejó victorioso al ejército criollo.

La guerra a muerte
Como consecuencia de la batalla de Maipú, las fuerzas realistas se retiraron al sur, concentrándose en Valdivia y Chiloé. Además, en Santa Bárbara se organizaba un grupo de tropas heterogéneas (mapuches, cuatreros, hacendados y el bajo clero de la zona) bajo el mando del capitán Vicente Benavides. Estas fuerzas recibieron por mar la ayuda del virrey del Perú.

Enterado de estos movimientos en el sur, O'Higgins envió tropas comandadas por Ramón Freire, dándose inicio a los enfrentamientos que forman parte de "la guerra a muerte" (1819), la que se caracterizó por la crueldad de ambos bandos y que terminó en octubre de 1821, cuando el coronel patriota Joaquín Prieto derrotó a Benavides en el combate de Vegas de Saldías (en la provincia de Ñuble).

A pesar de la muerte de Benavides, hasta 1824 siguieron algunas escaramuzas contra los indígenas, que acordaron la paz con el gobierno chileno al año siguiente.

Formación de la fuerza naval
Para proteger navalmente el largo territorio de la naciente república de Chile y continuar con la Expedición Libertadora hacia el Perú, Bernardo O'Higgins y su ministro de Guerra y Marina, José Ignacio Zenteno, comenzaron a comprar barcos a Inglaterra y Estados Unidos.

La base de la Primera Escuadra Nacional la constituyó el bergantín Águila, capturado después de Chacabuco. A él se agregaban la fragata Lautaro, adquirida en Inglaterra, y otras tres embarcaciones compradas en 1818. Más tarde se capturó la fragata española María Isabel, que fue rebautizada como O´Higgins.

En junio de 1819, llegó a Chile lord Thomas Cochrane, uno de los más célebres marinos ingleses, quien logró apoderarse de Valdivia -aún en manos españolas- quedando bajo la soberanía nacional (enero de 1820).

La Expedición Libertadora del Perú
En enero de 1820, el rey Fernando VII se enfrentó a una revolución liberal militar que estalló en Cádiz bajo el mando del general Rafael Riego. Como esas tropas que se sublevaron venían a América, y ya no lo harían, O'Higgins decidió apresurar el envío de la Expedición Libertadora al Perú, la que zarpó el 20 de agosto de 1820 desde Valparaíso, comandada por lord Cochrane y conformada por 23 barcos y un ejército con cerca de 5.000 hombres (al mando de San Martín).

El enfrentamiento entre patriotas y realistas en el virreinato fue muy positivo para las fuerzas libertadoras, ya que la Escuadra se apoderó el 5 de noviembre de 1820 de la fragata Esmeralda (luego rebautizada Valdivia), mientras que San Martín logró que José de la Serna (nuevo virrey) pactara su retirada, lo que permitió apoderarse de la capital virreinal sin resistencia alguna. El 28 de julio de 1821 se proclamó la Independencia del Perú.

Fin del Gobierno de O´higgins
En 1822, se promulgó una nueva Constitución, que reemplazó a la provisional de 1818. Entre sus principales puntos destacó que la duración del cargo de director supremo sería de seis años, pudiendo O’Higgins ser reelecto por un período de cuatro años más.

En noviembre de 1822 se formó, en Concepción, un movimiento opositor - encabezado por Ramón Freire- que no reconocía la legitimidad del gobierno de O´Higgins. Ante el temor del estallido de una guerra civil, el 28 de enero se congregó en Santiago una asamblea que exigió la renuncia del gobernante. Tras una reunión a puertas cerradas en el edificio del tribunal del Consulado, O'Higgins prefirió evitar la confrontación y accedió a renunciar, autoexiliándose más tarde en el Perú.
En su reemplazo quedó una junta compuesta por tres miembros y un secretario: Agustín Eyzaguirre, Fernando Errázuriz, José Miguel Infante y Mariano Egaña.
Al momento de asumir, O´Higgins se encontró con un país convulsionado por la guerra. Esto lo llevó a consolidar un régimen
autoritario y de duración indefinida. Su administración se distinguió por llevar a cabo numerosas obras públicas de carácter modernizador, tales como: instalación del alumbrado público, reapertura del Instituto y Biblioteca Nacional, fundación del Mercado de Abastos, creación del Cementerio General de Santiago, creación del paseo Alameda de las Delicias, etc. En cuanto a las reformas sociales, se destacan la abolición de los títulos de nobleza y de los escudos de armas.