jueves, 5 de junio de 2008

La independencia de Chile

Situación Interna antes de la Independencia
A continuación te contamos la situación de Chile antes de 1810, (cuando eramos colonia).

Durante los últimos años del siglo XVIII y los primeros del siglo XIX, se comenzó a gestar en el reino de Chile un sentimiento de descontento frente a las políticas de las autoridades españolas.

Economía:
Se produjo un deterioro en la economía chilena, provocada por las alzas de impuestos y creación de monopolios. El comercio estaba controlado por el Imperio español, y Chile sólo podía vender y comprar productos con su autorización, además de tener que pagarle impuestos. Estos hechos repercutieron sobre la agrícultura, minería, artesanía industrial, y sobre el comercio, ya que éste tuvo que soportar una verdadera inundación de productos importados.

Político
La centralización administrativa aplicada por los reyes Borbones de España en el siglo XVIII , limitó a los criollos al puesto buracrático, esto generó una pérdida de poder político de este sector de la sociedad.
Muchos medidades de interes general o particular tanto en lo político como judicial, debían ser aprobadas en España.
Esta realidad terminó cansando a los criollos, (personas nacidas en América, y que eran hijos de los europeos que habían llegado al Nuevo Continente). Los criollos, amaban esta tierra, y deseaban gobernarla en forma libre.
Querían más libertad para comerciar y así obtener ganancias para el país, y pagar menos impuestos. También, anhelaban participar en el gobierno, tener leyes que fueran más adecuadas a la realidad de Chile, y mayor libertad para expresar sus ideas, mejorar la enseñanza, etcétera.

Influencias del extranjero
- La Independencia de Estados Unidos

- Revolución Francesa, sus ideas emancipadoras fueron captadas y traídas por los criollos que eran enviados a estudiar a Europa.

- Influencia del pensamiento ilustrado. Los principios básicos de la Ilustración, como la lucha por la libertad y por el gobierno representativo, eran conocidos y acogidos por los criollos.

Situación en España
En 1808, Napolén invadió España y obligó al rey Fernando VII renunciar a su trono. Con el objetivo de devolver la corona al rey y luchar por la reconquista de su territorio, los españoles organizaron las famosas "Juntas de Gobierno", la cual ellos ejercerían el poder hasta que el rey fuera dejado en libertad.

El momento que vivía España tuvo repercusión en el continente americano, sobre todo en Chile.

La crisis de España se juntó al malestar existente en el territorio chileno por la mala administración ejercida por el gobernador Francisco Antonio García Carrasco, quien no quiso emprender ningún cambio.

La presión era tan grande, que el gobernador tuvo que renunciar y la Real Audiencia designó en su lugar a don Mateo de Toro y Zambrano, el militar de más alta graduación en el reino.

En Chile, al igual que en otros puntos de América hispana, los criollos se dieron a la tarea de formar una Junta que gobernara en nombre de Fernando VII. Solicitaron al gobernador interino la realización de un Cabildo Abierto, que fue convocado para el 18 de septiembre de 1810.


Primera Junta de Gobierno
(septiembre de 1810 a julio de 1811)
Al Cabildo Abierto asistieron más de 450 personas, la gran mayoría partidaria de formar una Junta de Gobierno. Los asistentes gritaron "¡Junta queremos!"
El Cabildo y la Creación de la Primera Junta de Gobierno

Debido a que la organización de este evento fue asumida directamente por los criollos, la mayoría de los 450 asistentes a la asamblea estuvo compuesta por personas afines a las ideas que proclamaban la conveniencia de formar una Junta de Gobierno. Con la finalidad de evitar alteraciones que pudiesen provocar durante el Cabildo los miembros más exaltados del bando realista, los patriotas organizaron patrullas armadas, que ya el día 17 controlaron la ciudad.

El gobernador Toro y Zambrano, al día siguiente, abrió la sesión y renunció a su cargo. A continuación, su secretario, José Gregorio Argomedo, ratificó la decisión del conde y solicitó al Cabildo que se discutieran los pasos a seguir.

Posteriormente se dirigió a la asamblea el procurador del Cabildo, José Miguel Infante; éste manifestó que lo más conveniente para el país y para los intereses del rey Fernando era la creación de una Junta de Gobierno.

La propuesta fue aceptada por aclamación de la gran mayoría de los asistentes al Cabildo, bajo la consigna de "¡Junta queremos!".

Inmediatamente se designó a los miembros de la primera Junta Nacional de Gobierno. Ella quedó constituida por las siguientes personas:
Integrantes

Presidente: Mateo de Toro y Zambrano.
VicePresidente: José Antonio Martínez de Aldunate.
Vocales: Juan Martínez de Rozas, Fernando Márquez de la Plata, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y el coronel Francisco Javier Reina.
Secretarios: José Gregorio Argomedo y Gaspar Marín.
Principales Obras de la Primera Junta de Gobierno

* Creó nuevos cuerpos militares y reorganizó los existentes.

* Decretó la apertura de los puertos chilenos al tráfico internacional (Comercio Libre) y dictó una Ordenanza de Aduanas complementaria.

* Estableció relaciones con la Junta de Buenos Aires.

* Por una disposición especial, se eximió por un año y medio de todo impuesto a libros, planos, mapas, armas, imprentas, instrumentos de física, herramientas y maquinarias y todos los elementos que dan impulso al progreso de la sociedad.

* Convocó a un Congreso Nacional, cuya función seria relevar en el corto plazo a la Junta del mando.

* El golpe de estado Realista, conocido como "Motín de Figueroa", la obligó a disolver la Real Audiencia, institución que había sido tradicionalmente el principal reducto realista.

El Primer Congreso Nacional
(4 de julio de 1811)
En medio de un ambiente lleno de agitación y propaganda política, en el que destacaban distintos escritos que propiciaban abiertamente una completa independencia respecto de España, se llamó a la elección de un Congreso Nacional.

Este nuevo paso, que marcaba un quiebre político con la tradición colonial, provocó una violenta reacción de los grups realistas. Tan así fue que el 1 de abril, fecha en que debía realizarse la elección para el Congreso, se sublevó el militar español Tomás de Figueroa junto con las tropas a su mando. Aun cuando este motín fue rápidamente sofocado y su cabecilla fusilado al día siguiente, el hecho llenó de temor a la capital, pues señalaba que la posibilidad de una contrarrevolución aún estaba vigente.
Las autoridades criollas decidieron adoptar una actitud más enérgica, luego que se difundiera la idea de que la Real Audiencia había estado detrás del motín de Figueroa. Junto con disolver a la Audiencia, se relegó a lugares apartados a los oidores que no hubiesen abandonado el país voluntariamente. De esta manera se esperaba sofocar cualquier nuevo intento restaurador por parte de la oposición realista.

El resultado de las elecciones mostró que las posiciones políticas moderadas aún mantenían una gran presencia, ya que las fuerzas que se oponían a cambios muy radicales triunfaron ampliamente. El Congreso Nacional abrió su primera sesión en el edifico de la Audiencia el 4 de julio de 1811.

El que sectores más exaltados quedaran en franca minoría provocó una nueva ola de agitación. Instigados principalmente por Martínez de Rozas, los miembros de este sector comenzaron a conspirar abiertamente en contra de la mayoría moderada, puesto que se sentían excluidos de la Junta Ejecutiva, cuya función central era hacerse cargo de los asuntos públicos mientras se dictaba una Constitución Nacional.

En medio de este ambiente, irrumpió en la escena política el joven militar José Miguel Carreera, quien se transformaría en el nuevo líder de los exaltados y, por ende, de los sectores que propiciaban la libertad política. El 4 de septiembre de 1811, Carrera dio un golpe militar, y derribó a la mayoría conservadora del Congreso, sin mediar resistencia armada alguna.

Tras la separación de sus cargos de algunos diputados y la incorporación de otros nuevos, los radicales lograron formar una mayoría afín a sus ideas. Acto seguido se formó una nueva Junta Ejecutiva, compuesta ahora por cinco miembros favorables a una posición más avanzada.

La Guerra contra los Españoles
El avance de las ideas separatistas provocó la reacción militar por parte del virrey del Perú, quien, con el propósito de restablecer la obediencia hacia la metrópoli española, envió hacia Chile sucesivos contingentes durante 1813 y 1814.
Tras organizar rápidamente un inexperto ejército, los Carrera, apoyados esta vez por Bernardo O´Higgins, iniciaron la defensa del territorio.
Hasta abril de 1814 se sucedió una serie de batallas, las que a pesar de algunos éxitos menores, no produjeron cambios significativos para los patriotas. En cambio, los realistas lograron recuperar Concepción, afianzando, de esta manera, su predominio sobre el sur del país.

Tomando en cuenta el equilibrio que se había producido, ambos bandos resolvieron sentarse a negociar. Tras una serie de conferencias se subscribió el tratado de Lircay (mayo de 1814). Firmado por O´Higgins y Gaínza, estipulaba:

1º El reconocimiento de Chile de la soberanía del rey Fernando.
2º El derecho de Chile a gobernarse a sí mismo.
3º El cese inmediato de las hostilidades
4º La obligación de las tropas españolas de abandonar Chile en un plazo de treinta días.

Carrera asume nuevamente el Poder. Fin de la Patria Vieja

El período que se inició tras la firma del tratado de Lircay se caracterizó por una abierta pugna entre los patriotas. Los hermanos Carrera dieron -en julio- un golpe militar, que los instaló nuevamente en el poder. El director supremo Francisco de la Lastra fue reemplazado por una Junta de Gobierno compuesta por tres miembros y encabezada por José Miguel Carrera.

Finalmente, y en medio de las disputas personales entre Carrera y O´Higginis, el virrey Abascal envió una nueva expedición al mando del general Mariano Osorio. Éste, en la batalla de Rancagua, logró dar el golpe definitivo al ejército patriota.

Mientras los restos del disminuido ejército chileno huían hacia Argentina, se ponía fin al período iniciado en 1810, llamado "Patria Vieja", y se daba inicio al perído denominado "Reconquista".

Independencia de Chile
El origen de un gobierno independiente en Chile está relacionado con los problemas que afectaron a la monarquía española en los primeros años del siglo XIX y que condujeron a la formación de juntas de Gobierno en España y luego en América.

Poco después de ser proclamado rey de España, Fernando VII fue tomado prisionero por Napoléon.
Francisco Antonio García Carrasco asumió como gobernador tras la muerte de Luis Muñoz de Guzmán.
El gobernador Luis Muñoz de Guzmán murió en 1808.
Una vez que Napoléon se apoderó de Portugal, creyó posible hacerlo también con España.
La fuerte personalidad de Juan Martínez de Rozas gravitó poderosamente en el movimiento independentista.
El quiebre de la monarquía española a principios del siglo XIX se produjeron grandes transformaciones en el mapa político de Europa. En este contexto, España fue invadida por el emperador francés Napoleón Bonaparte (1808) y el rey Fernando VII fue obligado a renunciar y, luego, hecho prisionero.
Esta circunstancia no solo provocó trastornos en España, sino, también, en sus territorios de ultramar. Al principio, las colonias americanas no dudaron en mantener su fi delidad al monarca. Chile no fue la excepción y manifestó su apoyo a Fernando VII como rey legítimo de la monarquía hispana.
Sin embargo, en nuestro país las noticias de Europa siguieron inquietando, y pronto en Chile se apreciaron dos grupos, los realistas y los reformadores. Estos últimos eran más radicales y empezaron a aspirar a la independencia.
Antes de la Patria Vieja
A principios de 1808, y tras la muerte del gobernador Luis Muñoz de Guzmán, se inició una lucha por la sucesión entre la Real Audiencia y una parte del ejército. Los militares formaron una Junta en Concepción, en la que propusieron como candidato a gobernador al brigadier Francisco Antonio García Carrasco, quien, según las leyes, debía asumir. Este conflicto finalizó cuando García Carrasco accedió al cargo en abril de 1808.
Su gobierno se caracterizó por sus desaciertos y protagonizó varios roces con la aristocracia santiaguina. Además, García Carrasco fue influido por los antirreformistas, quienes lo llevaron a desarrollar acciones que, a la larga, provocaron el repudio de la población.
Cabe señalar que su gestión se vio afectada por la crisis de la monarquía española y porque el gobernador no tomó una postura clara frente a estos acontecimientos.
Ante tanta presión, la Real Audiencia intervino solicitando la renuncia del gobernador. Así, el mismo día que presentaba su dimisión, el 16 de julio, se nombró como su reemplazante a Mateo Toro Zambrano, conde de la Conquista.
- La Patria Vieja (1810-1814)
Gracias a la creación de la Junta de Gobierno se dieron los primeros pasos en los objetivos de los criollos por lograr cambios administrativos y marcó, además, el inicio del período conocido como Patria Vieja.
- La Reconquista (1814-1817)
El período denominado Reconquista coincide con el de "restauración monárquica" en España, ya que el rey Fernando VII, tras ser liberado por Napoleón, recuperó su trono y restableció el régimen absolutista en España. Esta reacción también se trasladó a América, siendo anuladas todas las medidas tomadas por las juntas de gobierno. Así, Chile volvería a los parámetros de la administración colonial.
- Patria Nueva (1817-1823)
El 15 de febrero se reunió en la capital un Cabildo Abierto que designó a don José de San Martín como Director Supremo, pero éste se rehusó y propuso a O'Higgins para el cargo, quien aceptó. Así se inicia la última etapa de nuestra independencia conocida como Patria Nueva.

La Patria Vieja

¡Junta Queremos!
Toro Zambrano debió enfrentar las presiones relacionadas con la idea de crear una Junta de Gobierno, que provenían del Cabildo; pero también la propuesta absolutista, que tenía la Audiencia, y que esperaba mantener el rígido control del Estado colonial.

La tensión que la situación generaba era grande e, incluso, algunos grupos armados recorrían las calles de Santiago. Toro Zambrano no tuvo más alternativa que convocar a una asamblea para el día 18 de septiembre de 1810, a la que asistieron cerca de 450 personas. La mayoría de ellas comenzó a gritar "¡Junta queremos!", como una forma de constituir un gobierno más participativo para defender los intereses del pueblo, pero manteniendo lealtad al rey.
De esta manera, se estableció una Junta de Gobierno, que era un organismo transitorio y de representación limitada, pues solo estaba formada por los vecinos de Santiago. Su mandato se extendería hasta la reunión de un Congreso Nacional. Los integrantes de la Primera Junta de Gobierno fueron: Mateo Toro Zambrano, como presidente; el obispo José Martínez de Aldunate, como vicepresidente; Juan Martínez de Rozas, Fernando Márquez de la Plata, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier de Reina, como vocales, mientras que Gregorio Argomedo y Gaspar Marín fueron designados como secretarios.
Esta Junta creó nuevos cuerpos militares, decretó la libertad de comercio con España y otros países y estrechó relaciones con la organización homónima de Buenos Aires. Es decir, se dieron los primeros pasos en los objetivos de los criollos por lograr cambios administrativos y marcando, además, el inicio del período conocido como Patria Vieja.

El primer Congreso nacional
Los partidos, como se llamaban las divisiones territoriales, eligieron sus diputados, pero en Santiago el proceso se vio atrasado debido a un movimiento militar encabezado por Tomás de Figueroa, el que fue controlado. Finalmente, el Congreso inició sus sesiones el 4 de julio de 1811 y contó con 42 diputados; fue presidido, inicialmente, por Juan Antonio Ovalle.
Los diputados que componían este organismo se dividieron en tres tendencias: la mayoría pertenecía al grupo de los moderados, que tenían la intención de emprender solo reformas, sin apurar la independencia; los exaltados, que querían la ruptura con España y la formación de una república, y los realistas, que se oponían a cualquier reforma que no fuese reconocida por las autoridades españolas.

En el Congreso se fue implementando una serie de reformas de características moderadas, las que provocaron la molestia de los exaltados, quienes querían dar más pasos hacia la Independencia.

Los permanentes conflictos entre estos grupos fueron controlados por un golpe de Estado dirigido por el criollo José Miguel Carrera el 4 de septiembre de 1811. Carrera cambió la composición del Congreso y, así, los exaltados pasaron a formar el grupo mayoritario, permitiendo que los criollos que buscaban la independencia tuvieran la oportunidad de organizar una nueva Junta Ejecutiva.

Esta implementó una política algo más reformista, que se tradujo en decisiones como la creación del Supremo Tribunal de Justicia (en reemplazo de la Audiencia); prohibición de enterrar a los difuntos en las iglesias y orden de levantar cementerios; creación de la provincia de Coquimbo; oficialización de las relaciones con Buenos Aires; ruptura de los lazos con el Perú, y, sin duda, la más importante, la ley de libertad de vientre, que declaraba libres a los hijos de esclavos nacidos en Chile.
Pero la estabilidad de la Junta pronto se vio alterada. José Miguel Carrera comenzó a discrepar con algunos miembros del Congreso y decidió asumir la dirección de los asuntos públicos.

Luego, junto a sus dos hermanos, protagonizó un segundo golpe de Estado el 15 de noviembre de 1811. En esta segunda intervención militar, Carrera decidió disolver el Congreso (diciembre de 1811) y con esta acción tomó el control total. Su administración se caracterizó por la generación de importantes reformas que buscaban preparar a los chilenos para la lucha por la Independencia. De esta manera, bajo el mandato de Carrera se editó el periódico Aurora de Chile, que promovía las nuevas ideas políticas; se dictó un reglamento constitucional provisorio (ver recuadro), se establecieron relaciones diplomáticas con EE.UU. y se sentaron las bases para la creación de la Biblioteca y el Instituto Nacional.

La reacción española
Las reformas realizadas y el avance de las ideas independentistas no eran del agrado del virrey del Perú, José Fernando de Abascal. Por ello, aprovechando un movimiento contrarrevolucionario que se dio en el sur de Chile, envió fuerzas al mando del brigadier Antonio Pareja (enero de 1813).

Pareja desembarcó en Chiloé y Valdivia y logró reclutar alrededor de 4.000 soldados, con los que llegó a Talcahuano, tomando ese puerto y el de San Vicente y, luego, las ciudades de Concepción y Chillán, donde completó un ejército que bordeó los 6.000 hombres.

Los avances de la causa independentista estaban en peligro y, por ello, el Senado nombró una nueva Junta de Gobierno, que quedó compuesta por José Miguel Infante, Francisco Antonio Pérez y Agustín de Eyzaguirre. Mientras que Carrera asumió el cargo de general en jefe del Ejército para combatir contra las tropas realistas. Este, con ayuda de Juan Mackenna y Bernardo O’Higgins, organizó un ejercito que alcanzó los 4.500 hombres.

Las primeras confrontaciones entre realistas y revolucionarios fueron en Yerbas Buenas (abril de 1813) y San Carlos (mayo de 1813), sin resultados muy decisivos. Por esos días, Pareja enfermó gravemente y murió. Su sucesor fue el capitán Juan Francisco Sánchez.

Los independentistas recuperaron Concepción y marcharon hacia Chillán (agosto de 1813) donde estaban refugiados los realistas. Sitiaron la ciudad a la espera de su rendición, pero la operación fue un desastre porque las tropas de Carrera no lograron soportar el crudo y lluvioso invierno. Finalmente, el sitio fue levantado.

En octubre de 1813, las tropas realistas sorprendieron a los patriotas que acampaban en El Roble (cerca del río Itata). El enfrentamiento pudo terminar en una catástrofe para las fuerzas criollas, si no es por la oportuna acción de O'Higgins, quien comandó una arremetida que logró vencer a sus enemigos.

Debido a las erradas decisiones de Carrera y su obstinado afán de poder, la Junta decidió reemplazarlo en su cargo de general en jefe, por O'Higgins (enero de 1814). En su regreso a Santiago, el sustituido militar fue tomado prisionero -junto a su hermano Luis- por un grupo de realistas.

Campaña de 1814
Días después de que O’Higgins asumiera el cargo de general en jefe, una nueva fuerza realista desembarcó en Talcahuano.
Esta estaba comandada por el militar español Gabino Gaínza (quien reemplazó a Sánchez). Poco después, en marzo, Talca caía bajo su dominio.

En tanto, en Santiago la Junta se disolvió y le entregó el mando a un director supremo, el coronel Francisco de la Lastra (14 de marzo de 1814).

Mientras tanto, las tropas de O'Higgins y Mackenna se enfrentaron a los realistas en los combates de El Quilo y Membrillar, sin existir un claro vencedor.

A continuación, ambos mandos iniciaron una marcha paralela rumbo a Santiago, encontrándose en Cancha Rayada (29 de marzo) donde los realistas vencieron. Sin embargo, estos fueron alcanzados y derrotados en Quechereguas (8 de abril) por los patriotas, provocando el repliegue de los españoles a Talca.

Las fuerzas de Gaínza lograron lo suyo al apoderarse nuevamente de Concepción, lo que implicaba el predominio de los españoles sobre el sur del país.

En esta etapa, las hostilidades no daban ventaja a ninguno de los bandos, por lo que se necesitaba una tregua. Además, tanto el director supremo como el virrey del Perú comenzaron a sentir el gasto económico y las pérdidas humanas que representaban los combates.

Por lo anterior, Fernando de Abascal envió a Chile al comodoro inglés James Hillyard, quien sirvió como mediador. Tras largas negociaciones se firmó el tratado de Lircay (3 de mayo de 1814) en el que se estipulaba el fin de los enfrentamientos.

A pesar de este pacto, ni los realistas ni los revolucionarios pensaron en cumplir con lo acordado en el tratado y ocuparon el tiempo de tregua para reponer fuerzas y planificar sus operaciones.

O'Higgins Versus Carrera
Tras obtener la libertad, los hermanos Carrera quedaron bajo vigilancia en Chillán. Pero José Miguel no tardó en fugarse y partió a Santiago, en donde se alió con otros criollos que no estaban de acuerdo con el tratado de Lircay, para dar un nuevo golpe de Estado (el tercero) el día 23 de julio de 1814, con el que que depuso a De la Lastra.
La acción de Carrera no agradó a O’Higgins (que se encontraba en Talca) y decidió ir a la capital a enfrentarlo. Pero sus tropas fueron derrotadas por los carreristas, al mando de Luis Carrera, en las Tres Acequias (26 de agosto).
O'Higgins se retiró al sur con el fin de volver a la carga, pero al enterarse del desembarco de tropas españolas al mando del general español Mariano Osorio (reemplazante de Gaínza), decidió dejar de lado sus diferencias con Carrera y se puso bajo sus órdenes.

Fin de la Patria Vieja
Los patriotas querían evitar que Osorio llegara a Santiago, por lo que el general Bernardo O'Higgins y Juan José Carrera se atrincheraron en la plaza principal de Rancagua con un batallón de 1.700 soldados (alcanzando apenas el 40% de los efectivos de Osorio). El enfrentamiento se produjo en la madrugada del 1º de octubre, cuando Osorio y sus hombres atacaron a los patriotas.

Estos se defendieron como pudieron; sin embargo, ya al día siguiente O'Higgins sabía que todo estaba perdido y ordenó la retirada (quedaban vivos casi 300 patriotas) atravesando a caballo las trincheras enemigas. Este enfrentamiento fue conocido como el desastre de Rancagua y marcó el fin de la Patria Vieja.

Osorio, entonces, tuvo el camino abierto hacia Santiago. Pronto se haría cargo de la administración de Chile.

Mientras, los patriotas que salvaron ilesos de la batalla huyeron a Mendoza (donde los recibió José de San Martín) y lo mismo hicieron algunos ciudadanos de Santiago quienes escaparon debido al temor a una represión realista.

La Reconquista

El período denominado Reconquista coincide con el de "restauración monárquica" en España, ya que el rey Fernando VII, tras ser liberado por Napoleón, recuperó su trono y restableció el régimen absolutista en España. Esta reacción también se trasladó a América, siendo anuladas todas las medidas tomadas por las juntas de gobierno. Así, Chile volvería a los parámetros de la administración colonial.

El gobierno español de este período estuvo a cargo de Mariano Osorio, a quien se le encomendó tratar sin violencia a los criollos nacionales.

Durante su gobierno rehabilitó el presidio de Juan Fernández y confinó en él a aquellos que, estando aún en Chile, hubiesen estado implicados en actos revolucionarios. Creó el Tribunal de Vindicación, organismo que sirvió para investigar la conducta de los funcionaros públicos en los últimos años; también se enjuició a los detenidos por razones políticas, siempre tratando de que los procesos fueran imparciales Además,designó un nuevo cabildo, reabrió la Real Audiencia, eliminó todos los decretos dictados y cerró las instituciones creadas por los patriotas durante la Patria Vieja. Entre estas últimas se contaron el Instituto y la Biblioteca Nacional.

Cabe señalar que las buenas intenciones que pudiese haber tenido Osorio se vieron sobrepasadas por las crueles acciones del capitán Vicente San Bruno, comandante del Batallón Talaveras de la Reina.

Debido a los conflictos con el virrey, Osorio fue reemplazado por el mariscal de campo Casimiro Marcó del Pont, quien llegó a Chile a fines de 1815. El nuevo gobernador se caracterizó por sus decisiones arbitrarias. Creó el Tribunal de Vigilancia y Seguridad Pública, con el fin de castigar a las personas que se manifestasen a favor de la emancipación. Además obligó a los criollos a pagar alzas en los tributos, generando el obvio descontento popular.

El Ejército Libertador
Mientras los realistas reconstituían su dominio en Chile, en Mendoza, José de San Martín le proponía a Bernardo O´Higgins formar una fuerza militar capaz de abatir a los realistas en Chile y continuar hacia el Perú. Solo de esta manera sería posible la liberación total, y por eso empezaron de inmediato la organización y preparación del Ejército Libertador.

Entre 1815 y 1816, O´Higgins y sus seguidores, junto con San Martín, se abocaron a la tarea de buscar recursos y los soldados necesarios para conformar un gran ejército. Este se armaría con tropas argentinas, los patriotas que estaban en Mendoza, algunos carreristas y esclavos liberados a cambio de unirse a la causa. En total, se reunieron cerca de 5.000 hombres, quienes constituyeron el Ejército de los Andes.

A comienzos de 1817, las tropas se dirigieron a Chile cruzando por diferentes pasos de la cordillera. Así, las huestes estuvieron comandadas por el propio San Martín y por Gregorio de las Heras y Miguel Soler (argentinos también) y el resto estaba a cargo de los chilenos Ramón Freire y Bernardo O’Higgins.

Fin de la Reconquista
El gobernador Marcó del Pont -enterado de la invasión patriota- entregó el mando de las fuerzas realistas al brigadier Rafael Maroto, quien, con un ejército que no superó los 2.000 hombres, se enfrentó a las tropas independentistas el 12 de febrero de 1817, en la batalla de Chacabuco. En esta, O’Higgins y Soler (a cargo de las tropas patriotas) obtuvieron una contundente victoria.

Tras su triunfo, los patriotas se abrieron paso hacia Santiago el 14 de febrero de 1817, poniendo fin al período conocido como la Reconquista e iniciando el de la Patria Nueva.


Las Guerrillas

Antes de cruzar los Andes, San Martín contó con la ayuda de unas guerrillas que provocaron dispersión y confusión entre las tropas realistas. El principal gestor de estas partidas fue Manuel Rodríguez, quien, junto a Francisco Villota y el bandido José Miguel Neira, se encargó de distraer a las tropas españolas desde el Maipo hasta el Maule.

Además, estos patriotas informaban sobre los sucesos que ocurrían en Chile y, generalmente, llegaban disfrazados de frailes, arrieros o borrachos.

Esto hizo que fueran intensamente buscados y que Marcó del Pont le pusiera precio a la cabeza de Rodríguez.

Patria Nueva


Hacia la consolidación de la Independencia
Una vez liberada Santiago, los patriotas convocaron a una asamblea de notables (15 de febrero). En ella se decidió que San Martín asumiera el mando del país, pero el general no lo aceptó y propuso en su lugar a O'Higgins, quien ocupó el cargo de director supremo el día siguiente.

Una de sus primeras medidas fue organizar un ejército para enfrentar a las fuerzas realistas atrincheradas en Talcahuano, luego de Chacabuco. Además, liberó a los revolucionarios prisioneros en Juan Fernández.

O'Higgins continuaba su gobierno, cuando en enero de 1818 desembarcó en Talcahuano Mariano Osorio, junto a 3.000 soldados, enviado por el virrey Joaquín de la Pezuela (sucesor de Abascal). Ante el arribo de nuevas fuerzas realistas al país, O'Higgins proclamó en Talca la Independencia de Chile el día 12 de febrero de 1818, para demostrar a los realistas la firme convicción de los criollos por su emancipación.

Enfrentamientos de 1818
Tras la declaración de Independencia, los patriotas acamparon en el norte de Talca, en donde fueron atacados por los realistas durante la noche del 19 de marzo de 1818. El enfrentamiento fue conocido como Sorpresa de Cancha Rayada, y en él los españoles lograron dispersar las fuerzas comandadas por O’Higgins (que quedó herido), las que arrancaron desorganizadamente hacia Quechereguas para encontrarse con San Martín.

Por su parte, Mariano Osorio comenzó una marcha a la capital, y en sus cercanías se encontró con las fuerzas patriotas comandadas por San Martín, enfrentándose en la batalla de Maipú (5 de abril de 1818). El enfrentamiento dejó victorioso al ejército criollo.

La guerra a muerte
Como consecuencia de la batalla de Maipú, las fuerzas realistas se retiraron al sur, concentrándose en Valdivia y Chiloé. Además, en Santa Bárbara se organizaba un grupo de tropas heterogéneas (mapuches, cuatreros, hacendados y el bajo clero de la zona) bajo el mando del capitán Vicente Benavides. Estas fuerzas recibieron por mar la ayuda del virrey del Perú.

Enterado de estos movimientos en el sur, O'Higgins envió tropas comandadas por Ramón Freire, dándose inicio a los enfrentamientos que forman parte de "la guerra a muerte" (1819), la que se caracterizó por la crueldad de ambos bandos y que terminó en octubre de 1821, cuando el coronel patriota Joaquín Prieto derrotó a Benavides en el combate de Vegas de Saldías (en la provincia de Ñuble).

A pesar de la muerte de Benavides, hasta 1824 siguieron algunas escaramuzas contra los indígenas, que acordaron la paz con el gobierno chileno al año siguiente.

Formación de la fuerza naval
Para proteger navalmente el largo territorio de la naciente república de Chile y continuar con la Expedición Libertadora hacia el Perú, Bernardo O'Higgins y su ministro de Guerra y Marina, José Ignacio Zenteno, comenzaron a comprar barcos a Inglaterra y Estados Unidos.

La base de la Primera Escuadra Nacional la constituyó el bergantín Águila, capturado después de Chacabuco. A él se agregaban la fragata Lautaro, adquirida en Inglaterra, y otras tres embarcaciones compradas en 1818. Más tarde se capturó la fragata española María Isabel, que fue rebautizada como O´Higgins.

En junio de 1819, llegó a Chile lord Thomas Cochrane, uno de los más célebres marinos ingleses, quien logró apoderarse de Valdivia -aún en manos españolas- quedando bajo la soberanía nacional (enero de 1820).

La Expedición Libertadora del Perú
En enero de 1820, el rey Fernando VII se enfrentó a una revolución liberal militar que estalló en Cádiz bajo el mando del general Rafael Riego. Como esas tropas que se sublevaron venían a América, y ya no lo harían, O'Higgins decidió apresurar el envío de la Expedición Libertadora al Perú, la que zarpó el 20 de agosto de 1820 desde Valparaíso, comandada por lord Cochrane y conformada por 23 barcos y un ejército con cerca de 5.000 hombres (al mando de San Martín).

El enfrentamiento entre patriotas y realistas en el virreinato fue muy positivo para las fuerzas libertadoras, ya que la Escuadra se apoderó el 5 de noviembre de 1820 de la fragata Esmeralda (luego rebautizada Valdivia), mientras que San Martín logró que José de la Serna (nuevo virrey) pactara su retirada, lo que permitió apoderarse de la capital virreinal sin resistencia alguna. El 28 de julio de 1821 se proclamó la Independencia del Perú.

Fin del Gobierno de O´higgins
En 1822, se promulgó una nueva Constitución, que reemplazó a la provisional de 1818. Entre sus principales puntos destacó que la duración del cargo de director supremo sería de seis años, pudiendo O’Higgins ser reelecto por un período de cuatro años más.

En noviembre de 1822 se formó, en Concepción, un movimiento opositor - encabezado por Ramón Freire- que no reconocía la legitimidad del gobierno de O´Higgins. Ante el temor del estallido de una guerra civil, el 28 de enero se congregó en Santiago una asamblea que exigió la renuncia del gobernante. Tras una reunión a puertas cerradas en el edificio del tribunal del Consulado, O'Higgins prefirió evitar la confrontación y accedió a renunciar, autoexiliándose más tarde en el Perú.
En su reemplazo quedó una junta compuesta por tres miembros y un secretario: Agustín Eyzaguirre, Fernando Errázuriz, José Miguel Infante y Mariano Egaña.
Al momento de asumir, O´Higgins se encontró con un país convulsionado por la guerra. Esto lo llevó a consolidar un régimen
autoritario y de duración indefinida. Su administración se distinguió por llevar a cabo numerosas obras públicas de carácter modernizador, tales como: instalación del alumbrado público, reapertura del Instituto y Biblioteca Nacional, fundación del Mercado de Abastos, creación del Cementerio General de Santiago, creación del paseo Alameda de las Delicias, etc. En cuanto a las reformas sociales, se destacan la abolición de los títulos de nobleza y de los escudos de armas.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Regionalización


Chile se ubica en el extremo sudoeste de América del Sur, entre los paralelos 17º30’ y 56º30’ al sur de la línea del Ecuador. Este territorio se conoce como Chile continental americano.
Por otro lado, nuestro país también posee territorios en otros continentes. El llamado Chile polinésico comprende las islas de Pascua y Salas y Gómez en Oceanía, y el Territorio Chileno Antártico corresponde a los territorios ubicados en ese continente. Es por esto que se puede decir que Chile es un país tricontinental, característica que lo beneficia enormemente. Su posición estratégica en la cuenca del Pacífico le permite, además, relacionarse comercial y culturalmente con otras regiones del mundo, específicamente con aquellos países que tienen costas en torno al Océano Pacífico.
También es parte del territorio chileno un espacio que comprende 12 millas mar adentro desde sus costas y que se conoce como mar territorial. Asimismo, Chile tiene derechos económicos sobre el suelo y subsuelo marino a una distancia de 200 millas marinas desde sus costas. Este espacio se conoce como Zona Económica Exclusiva, y esto significa que ningún otro país tiene derecho a explotar estos recursos sin la expresa autorización de Chile.


El proceso de regionalización
Integrarnos como país ha sido una preocupación constante a través de nuestra historia. Con este objetivo se han implementado distintas divisiones político-administrativas. Durante la Colonia existieron los corregimientos y desde el siglo XVIII las intendencias, que se encargaron de velar por los intereses de España en esta gobernación.
Las diferentes divisiones provinciales que se ensayaron desde la Independencia tenían en común su carácter centralista: todas las decisiones que afectaban a las provincias se tomaban en Santiago. Recién a partir de 1960 se comenzaron a dar los primeros pasos hacia la regionalización.
La regionalización, vale decir, la organización territorial en áreas de determinadas características que se estructuren en un sistema integrado a nivel nacional, se concibe como un instrumento de gobierno de participación y administración. En base a esto, con la creación de la CONARA (Corporación Nacional de Reforma Administrativa) el 13 de julio de 1974, se comenzó a implementar un proceso de regionalización que culminó en nuestra división político-administrativa. Actualmente, esta comprende 13 regiones, 51 provincias y 336 comunas.
Con la regionalización se plantearon los siguientes objetivos a alcanzar:
a) Readecuación de la división político-administrativa del territorio que posibilite, por una parte, el desarrollo y, por otra, la seguridad interior del Estado.
b) Una organización administrativa descentralizada, en función de unidades territoriales definidas, con adecuados niveles de capacidad de decisión y que permita despejar a la capital de todas las tomas de decisiones.
c) Una jerarquización de las unidades territoriales.
d) Una dotación de autoridades y organismos en cada unidad territorial con las mismas facultades de decisión, haciendo así más independientes a las regiones, para que cada una adapte sus políticas a sus propias necesidades.
e) Por último, la integración de todos los sectores mediante instituciones que los obliguen a proceder en conjunto.
La CONARA también se preocupó de definir ciertos conceptos vinculados a la división territorial:
Región: se define como la unidad territorial mayor con características geográficas relativamente semejantes. Posee población suficiente para impulsar su desarrollo y un centro administrativo o lugar central que actúa como impulsor de las actividades regionales.
Provincia: es una unidad territorial de tamaño intermedio, que se delimita en función de un conjunto de entidades pobladas urbanas y rurales, unidas por un sistema de vías de comunicación convergente a un centro urbano principal.
Comuna: es la unidad territorial menor, que tiene por objeto satisfacer los intereses locales y necesidades más específicas de los habitantes del lugar.
Criterios utilizados para definir las regiones
Para que una región tenga carácter de tal, se establecieron los siguientes requisitos:
a) Debe contar con una dotación de recursos naturales que avale una perspectiva de desarrollo económico de amplia base, compatible con el ritmo de crecimiento que se desea imprimir al país.
b) Debe poseer una estructura urbano-rural que garantice un nivel de servicios mínimos a la población regional.
c) Debe existir un lugar central que actúe como núcleo de la estructura económico-espacial de la región y oriente su dinámica de crecimiento.
d) Debe contar con una base de población suficiente para sostener por sí misma un ritmo de crecimiento mínimo, actuando como fuerza de trabajo y mercado de consumo.
e) Debe caracterizarse por una delimitación y situación geográfica que, en casos particulares, expresen el cumplimiento de los objetivos de seguridad nacional.
f) Debe poseer un tamaño que la haga eficiente desde el punto de vista de la administración territorial y del manejo de los recursos con decisión regional. Además, debe permitir que la región actúe como eslabón entre los intereses locales y nacionales, y que sea eficiente para justificar la localización en ellas de equipos técnicos especializados.
Las ciudades chilenas como polo de desarrollo
El polo de desarrollo es el centro urbano que desde su núcleo ejerce su influencia en un radio determinado de acción, definido como su “entorno”. No todos los centros urbanos en Chile pueden actuar como polos de desarrollo. Su distribución en el espacio geográfico determinará en gran medida los criterios para fomentar el crecimiento socioeconómico de las distintas regiones del país.
Para determinar un polo de desarrollo se pueden seguir varios criterios, entre los cuales figuran la estructura y la dinámica demográfica, los niveles de ingresos, la extensión de servicios y funciones urbanas, la actividad de servicios (caminos) y la actividad industrial. Las ciudades que se transforman en nodos o núcleos del polo, deben caracterizarse por tener altas tasas de crecimiento urbano e industrial, incluso mayores que el promedio nacional. Deben aportar también nuevas actividades económicas e imprimir una dinámica al crecimiento industrial.
Para ver el mapa de tu ciudad ingresa a:
http://mapasdechile.com/antofagasta/index.htm
Para profundizar y conocer la historia y ubicación de algunas de las ciudades chilenas ingresa a:
http://ciudades.dechile.net/B.html
De acuerdo a las normas fijadas por la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN), se ha definido una jerarquía de polos de desarrollo. Este ordenamiento depende de la dimensión y de las funciones socioeconómicas de los centros urbanos, y consiste en determinar el nivel y función de cada uno de ellos en relación a los demás, pues no todos los núcleos urbanos tienen la misma importancia en el contexto regional y nacional.
El criterio general ha sido definir las ciudades que son polos de desarrollo de varias regiones y, finalmente, el polo de desarrollo nacional. De este modo, se especifica la siguiente disposición jerárquica:
A) Polo de desarrollo de orden nacional: Representado por la capital de la República. Sin embargo, se ha planteado que su ritmo de crecimiento urbano e industrial deberá ser racionalizado, ordenado y disminuido a corto plazo, precisamente para desarrollar el potencial de cada una de las regiones.
B) Polos de desarrollo multirregional: Se consideran los complejos urbanos de Antofagasta, gran Valparaíso y Concepción. Su fuerte peso demográfico y su localización en áreas específicas los hacen convertirse en polos de desarrollo para varias regiones. Su equipamiento e infraestructura deben prestar atracción a una alta población; luego, deben poseer grandes centros comerciales, administrativos, industriales y de servicios.
C) Polos de desarrollo de orden regional: Cada región del país cuenta, a lo menos, con una ciudad que cumple las funciones de núcleo de un polo de desarrollo. Comúnmente esta ciudad corresponde a la capital regional, donde se localizan el Intendente Regional y las Secretarías Ministeriales, junto con la Oficina de Planificación.

¿Cuáles son las regiones naturales de Chile?
El país está constituido por una larga faja de tierra, muy estrecha, situada entre los Andes y el océano Pacífico. Tiene una longitud de 4.270 km y una anchura que oscila entre 100 y 355 km. De norte a sur, Chile dispone de varias regiones naturales, siendo las principales la desértica, la de los valles, la del llano central, la austral y la antártica.
La región de los desiertos se encuentra situada al norte del país, desde la frontera peruana hasta el río Copiapó, y se encuentra cerrada al este por la cordillera de los Andes y al oeste por la costa; entre ambas se halla la planicie central. Los ríos son escasos, la principal riqueza es la minería y la población es poco densa debido a las escasas posibilidades de vida.
La región de los valles se extiende desde el río Copiapó hasta el cordón de Chacabuco. La loma de los Cristales, la sierra del Cóndor y las cordilleras de Punilla y Doña Rosa son las principales cadenas montañosas que unen los Andes con la cordillera de la Costa. Es una zona esencialmente minera y la vegetación va aumentando conforme se avanza hacia el sur. Los ríos son más caudalosos y la densidad de población es algo superior que en la región de los desiertos.
Desde el cordón de Chacabuco hasta el canal de Chacao se extiende la región del llano central. Es una zona completamente agrícola, con abundante producción de trigo, maíz, patatas y arroz que abastece al resto del país.
La región austral abarca desde el canal de Chacao hasta el cabo de Hornos y está cruzada sólo por la cordillera de los Andes; se distingue por la abundancia de islas y penínsulas. Su producción es fundamentalmente ganadera, criándose con excelentes condiciones la oveja; además se explota la madera, el carbón y el petróleo.
Finalmente hay que mencionar la región antártica, reivindicada por Chile. Se trata de un territorio de inmensas e ignoradas riquezas, donde en la actualidad sólo se explotan unos pocos recursos animales y mineros.

¿Qué es la regionalización?
Desde los orígenes de la República hasta 1974, el país estuvo dividido, desde el punto de vista político-administrativo, en provincias.
En 1811 existían solo tres provincias que -con el transcurrir de los años y de acuerdo a la realidad territorial y a las necesidades administrativas- se convirtieron en 25.
De acuerdo a la legislación vigente, el país se encuentra dividido en 13 regiones –de Tarapacá, de Antofagasta, de Atacama, de Coquimbo, de Valparaíso, Metropolitana de Santiago, del Libertador General Bernardo O’Higgins, del Maule, del Bío Bío, de La Araucanía, de Los Lagos, de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo y de Magallanes y de la Antártica Chilena–, 51 provincias y 346 comunas.
Antecedentes
Los antecedentes de la actual regionalización tienen su origen en estudios realizados para intentar frenar el centralismo nacional e impulsar el desarrollo del país. Estos fueron efectuados por algunos organismos del Estado, como la Corfo (Corporación de Fomento de la Producción y del Comercio) y Odeplán (Oficina de Planificación Nacional).
La actual regionalización del país, es fruto del estudio que la Comisión Nacional de la Reforma Administrativa (Conara) realizó en 1974. Junto a la división del territorio en trece regiones, dicho estamento definió un sistema de administración nacional, con la finalidad de modernizar el Estado de Chile.
Por sus peculiares condiciones geográficas, este requirió una organización tal, que permitiera un desarrollo descentralizado administrativa y regionalmente, en función de la integración, la seguridad, el desarrollo socio-económico y la administración nacional.
Para el proceso de integración se tuvieron presentes diversos factores, como aquellos que derivan de considerar los aspectos físicos-geográficos y de recursos naturales. Ellos se deducen de las estructuras creadas por el hombre (centros poblacionales, vías de comunicaciones, etcétera), aquellas que provienen de criterios de seguridad, áreas económicas deprimidas y áreas que constituyen espacios vacíos dentro del territorio nacional.
La combinación de todos estos factores permitió la formación de unidades geoeconómicas con población suficiente, y con un lugar central que actuara como impulsor de las actividades económicas y sociales, orientando la dinámica de su crecimiento vinculado al quehacer nacional.
Un nuevo sistema
De acuerdo a lo planeado por las autoridades de la época, la nueva división político-administrativa del territorio nacional permitiría lograr los siguientes objetivos:
- La organización administrativa descentralizada, con adecuados niveles de capacidad de decisión y en función de unidades territoriales bien precisas.- La jerarquización de las unidades territoriales, de acuerdo con la realidad nacional.- La dotación de autoridades y organismos en cada unidad territorial, que tengan poder de decisión y que actúen coordinadamente entre sí.
La Región
Se puede definir como un espacio geográfico que posee características propias. Es una unidad territorial homogénea, con aspectos físicos, humanos y económicos relativamente semejantes.
Es el espacio geográfico y político esencial a partir del cual se administra al país.
El gobierno interior de la región corresponde al Intendente, nombrado por el Presidente de la República.
La administración de la región corresponde al Gobierno Regional, compuesto por el Intendente como órgano ejecutivo, y el Consejo Regional, como órgano resolutivo, nominativo y fiscalizador de aquel.
Las funciones de administración son apoyadas por las Secretarías Regionales Ministeriales, subordinadas a nivel regional al Intendente, destacando entre ellas la Secretaría Regional de Planificación y Coordinación.
Requisitos
Las unidades territoriales que se estructuran como región deben reunir los siguientes requisitos:
- Cada unidad territorial debe contar con una dotación de recursos propios, que avalen una perspectiva de desarrollo económico de amplia base.- Debe poseer una estructura urbano-rural que garantice un nivel de servicio básico a la población.- Debe contar con un lugar central que actúe como centro o núcleo de las actividades económicas y sirva de orientador de la dinámica de crecimiento.- La base poblacional debe ser lo suficientemente grande para impulsar el desarrollo, actuando como fuerza de trabajo y mercado de consumo.- El tamaño de las regiones debe ser tal, que facilite una administración territorial adecuada y un buen manejo de los recursos naturales existentes.
Fundamentos
El proceso de integración nacional se lograría a través de una nueva división política del país, para alcanzar esta meta se consideró como fundamentos de la regionalización:
- Un equilibrio entre el aprovechamiento de los recursos naturales, la distribución geográfica de la población y la seguridad nacional.- Una participación real de la población en la definición de su propio destino, integrándose al proceso de desarrollo de la región.- Una igualdad de oportunidades para alcanzar los beneficios del desarrollo nacional.- Un equilibrio fronterizo definido, que hiciera posible una mayor utilización de los territorios y sus recursos, además de una distribución racional de la población nacional.- La descentralización económica del país, evitando la concentración de las actividades solo en algunas zonas.
El Sistema de Gobierno y Administración Regional, se estructura de la siguiente forma:
El gobierno interior de la región corresponde al Intendente, en su calidad de representante del Presidente de la República. La administración de la región corresponde al Gobierno Regional, compuesto por el Intendente como órgano ejecutivo y el Consejo Regional, como órgano resolutivo, nominativo y fiscalizador de aquél.
Las funciones de administración son apoyadas por las Secretarías Regionales Ministeriales, órganos desconcentrados de los Ministerios, subordinados a nivel regional al Intendente, destacando entre ellas la Secretaría Regional de Planificación y Coordinación.
A nivel provincial el Gobierno corresponde al Gobernador, subordinado al Intendente. Su administración también compete a aquel como órgano desconcentrado del Intendente, en cuanto ejecutivo del Gobierno Regional. Existe como instancia de representación consultiva el Consejo Económico y Social Provincial, presidido por el Gobernador.
La administración comunal corresponde a la Municipalidad, compuesta por el Alcalde como autoridad superior y el Concejo, presidido por el Alcalde como órgano resolutivo, nominativo y fiscalizador de aquél, ambos de elección popular cada 4 años.
Para cumplir sus funciones la Municipalidad cuenta con Unidades, como la Secretaría Comunal de Planificación y Coordinación.
Existe además en cada comuna un Consejo Económico y Social, de carácter consultivo, representativo de los organismos sociales.

Chile tiene dos nuevas regiones!
Luego de que la Presidenta Michelle Bachelet firmara el decreto que así lo indica, Chile dejó atrás su división territorial de 13 regiones incorporando la XV Región de Arica y Parinacota y la XIV Región de Los Ríos. Ahora el país está a la espera de la publicación de este evento en el Diario Oficial para que, seis meses después, estas dos nuevas regiones existan legalmente.
Imágenes
La XV Región de Arica y Parinacota está ubicada en el Norte Grande y corresponde a las provincias de Arica (en la foto) y Parinacota.
La XIV Región de Los Ríos comprende las provincias de Valdivia (en la foto) y Ranco.
Desde 1974, y hasta el pasado 15 de marzo, Chile estaba dividido en 13 regiones; Región de Tarapacá, Región de Antofagasta, Región de Atacama, Región de Coquimbo, Región de Valparaíso, Región Metropolitana, Región del Libertador General Bernardo O'Higgins, Región del Maule, Región del Bío-Bío, Región de La Araucanía, Región de Los Lagos, Región Aisén del General Carlos Ibañez del Campo y Región de Magallanes y la Antártica Chilena. Pero el 19 de diciembre del año 2006 fue aprobado en el Congreso Nacional el proyecto de ley que incorpora dos nuevas regiones a nuestro país; la XV Región de Arica-Parinacota y la XIV Región de Los Ríos. Fue la propia Presidenta Michelle Bachelet quien el 15 de marzo pasado firmó el decreto que crea definitivamente estas dos regiones que vienen a modificar la realidad político-administrativa de Chile.
Chile y sus 13 regiones
Chile no ha estado siempre dividido como hoy se le conoce; con sus 13 regiones más las dos que fueron agregadas recientemente. La Constitución de 1811 cambió la división territorial que tenía nuestro país entre los siglos XVI y XIX, cuando contaba con tres grandes regiones: Norte, Central y Austral. A partir de la entrada en vigencia de la nueva ley el país fue dividido nuevamente en tres regiones pero esta vez llamadas: Coquimbo, Santiago y Concepción. Ya en 1945 -y basándose en un carácter geográfico y económico- el país sufrió una nueva delimitación propuesta por la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) quedando como resultado las 6 regiones; Norte Grande, Norte Chico, Núcleo Central, Concepción y La Frontera, Los Lagos y Los Canales.
Algunos años después fue creada la ODEPLAN, un Oficina de Planificación encargada de solucionar algunos conflictos que había en ese momento. Fue entonces cuando se generaron 12 regiones en nuestro país. Pero en 1969 -y a partir de la creación de la Comisión Nacional de la Reforma Administrativa (CONARA) el proceso de regionalización terminó por dejar a Chile con las 13 regiones ya conocidas hasta la incorporación de las dos nuevas, cada una con sus respectivas provincias y comunas.
¿Porqué se incorporaron dos nuevas regiones?
La población chilena a lo largo de los años, ha hecho notar su necesidad de realizar un cambio regional en el país, para poder así lograr mayor representatividad a nivel nacional. Es por esta razón que se pensó en la incorporación de las dos nuevas regiones de Arica-Parinacota y de Los Ríos. La idea es que ambas cumplan su función aportando en ciertas áreas como el turismo, la minería, la agricultura, la economía y las comunicaciones. Pero la principal motivación para realizar este cambio fue poder solucionar el grave problema de centralismo que se da en Chile.
Pero, ¿Cómo comenzó el proceso que cambió la regionalización de nuestro país?: En el año 2005 la Constitución Política sufrió algunas modificaciones en materia territorial y abrió la posibilidad de ponerle fin al número de regiones con las que se contaba, para poder cambiarlas según fuese necesario. De esta forma se comenzó a tramitar la creación de las nuevas regiones.
Tiempo después la presidencia de nuestro país le entregó al Senado una propuesta con los cambios a realizar. Durante el 2005 se trabajó en el proyecto y en diciembre del año 2006 fue aprobado para su próxima realización el año 2007.
Las regiones de Los Ríos y de Arica y Parinacota podrán existir legalmente seis meses desde su publicación en el Diario Oficial. Y es importante destacar que los números de las regiones (del I al XII más la Región Metropolitana) que hasta hoy conocemos no serán eliminados. Es por eso que las nuevas regiones se han incorporado con los números XIV y XV.
XV Región de Arica y Parinacota y XIV Región de Los Ríos
La XV Región de Arica y Parinacota está ubicada en el Norte Grande y corresponde a las provincias de Arica y Parinacota (antes pertenecientes a la I Región de Tarapacá). La nueva provincia del Tamarugal incluirá como capital provincial la comuna de Pozo Almonte y además las comunas de Pica, Huara, Camiña y Colchane.
Por su parte la XIV Región de Los Ríos comprende las provincias de Valdivia y Ranco (antes pertenecientes a la X Región de Los Lagos). La Unión es la capital de Ranco y se incorporan además las comunas de Futrono, Río Bueno y Lago Ranco. La provincia de Valdivia, por su parte, incluirá a Mariquina, Lanco, Los Lagos, Corral, Máfil, Panguipulli, Paillaco y Valdivia.
Es probable que nuestro país siga cambiado su división territorial, incluso ya existen algunas propuestas para modificar la provincia de Aconcagua, la provincia de El Loa, la provincia de Chiloé, la Provincia de Ñuble y el sector sur de la VII Región del Maule.

miércoles, 20 de junio de 2007

La encomienda y la evangelización

La encomienda fue una institución socio-económica mediante la cual un grupo de individuos debía retribuir a otros en trabajo, especie o por otro medio, por el disfrute de un bien o por una prestación que hubiese recibido.

En Castilla durante la Edad Media, se trataba de territorios, inmuebles, rentas o beneficios pertenecientes a una orden militar a cuyo frente se encontraba un comendador. Constituyeron auténticas circunscripciones de las órdenes.

En América se constituyó a partir de las Leyes de Burgos como una institución que buscaba limitar los abusos de los españoles sobre la población indígena, se buscaba que el encomendero tuviera obligaciones de trato justo: trabajo y retribución equitativa y que evangelizara a los encomendados. Sin embargo, a partir de la secularización del imperio español, estas obligaciones fueron omitidas transformándose la encomienda en un sistema de trabajo forzado para los pueblos originarios en favor de los encomenderos.

La encomienda fue una institución creada por la Corona española bajo el derecho indiano, que tuvo como objetivo fundamental premiar el servicio de los conquistadores en las nuevas colonias de América, a cambio de la protección y evangelización de sus encomendados. Estos eran grupos de indígenas, en algunos casos muy numerosos, que tenían la obligación de tributar para su encomendero.

La encomienda como institución varió en los distintos países de América Latina donde se aplicó, según las características particulares de cada lugar. La concesión de privilegios, otorgados a partir de 1492, tuvo en sus inicios un carácter hereditario, pero a los pocos años las capitulaciones fueron otorgadas por una o dos vidas y bajo la condición de la confirmación por parte de la Corona.

En Chile la institución de la encomienda, clave en la constitución social del país, se extendió a través de toda la zona central -desde el valle de Aconcagua hasta el río Maule- y en la zona sur, desde Concepción a Osorno. Esta institución, como toda creación histórica, experimentó variaciones a través del tiempo. En un comienzo el sistema fue utilizado en la minería- especialmente en la extracción de oro- sin embargo la decadencia de esta actividad llevó a la ruralización del servicio personal indígena. Al mismo tiempo, una acusada mortandad de la población indígena debido principalmente a las epidemias, redujo considerablemente el número de los indios encomendados.

Durante el siglo XVII, especialmente entre 1600 y 1650, se promulgaron una serie de medidas que tendieron a fortalecer la servidumbre indígena en el campo, así como también la estancia y la hacienda. Sin embargo, ya desde la segunda mitad del siglo XVII se generó, tanto en las colonias como en la metrópoli, un fuerte debate público en torno a la esclavitud que afectaba a los indígenas así como también múltiples denuncias, por parte de los protectores de indios, de maltrato y abuso por parte de los españoles. Durante el siglo XVIII, y principalmente a partir del ascenso de la dinastía borbónica a la monarquía española, comenzó un período de decadencia de la encomienda, hasta su abolición oficial en el año 1791.
Cuando el sistema de encomienda entró en funcionamiento, como la mejor manera de relación dominadores-dominados con la sociedad indígena, se impuso un sistema de dominio colonial adecuado para la obtención de tributos y servicios personales por parte del encomendero.
La encomienda, como aparato organizador de la mano de obra indígena, produjo cambios en la distribución de la población y además el requerimiento de productos(en casos desconocidos por los indígenas) para el abastecimiento de la población.
Este sistema de encomienda trajo consigo la doble finalidad de obtener riquezas e integrar al indígena a la cultura española por medio de la evangelización y la prédica de costumbres cristianas.
Los objetivos del trabajo podrían, de manera general, resumirse en tres: en primer lugar, analizar como influyeron las organizaciones socioeconómicas españolas en la sociedad indígena; en segundo lugar, analizar de qué manera la cotidianeidad se vio alterada ante la inclusión y producción de productos europeos; y por último, ver las maneras en que la cultura española efectivizó su dominio en el aspecto religioso.

La encomienda consistía en la entrega de un grupo de indígenas a un español para su "protección, educación y evangelización" a cambio de cobrar(el encomendero) un tributo. El deber de los encomenderos era entonces instruir al indígena en la fe católica y hacerles hábitos de buenas costumbres:
[...]para que os sirváis dellos conforme a las ordenanzas reales e con que dejéis, a los caciques, sus mujeres e hijos e indios de su servicio, e con que los dotrinéis e hagáis dotrinar en las cosas de nuestra santa fe católica, como Su Majestad lo tiene mandado[...]
En la segunda mitad del siglo XVI, las encomiendas fueron limitadas legalmente a un tributo calculado mediante la multiplicación del número de tributarios por la cantidad que cada uno tenía que pagar. Hacia mediados del siglo XVI, la emigración española hacia el nuevo Mundo alcanzó niveles elevados y de manera acelerada aparecieron pueblos de españoles, generando una demanda de alimentos, en particular aquellos productos que todavía los agricultores indígenas no podían suministrar, como carne, trigo, azúcar y vino.
El proceso de aculturación y la religión católica
Es verdad que los misioneros actuaron a menudo como un freno para la explotación abrumadora, constituyendo una alternativa a los enfrentamientos armados y una posibilidad para el indígena de compartir un dios que lo protegiese de los estigmas de su origen y le brindaran un teórico derecho a la igualdad, pero como siempre, todas estas ventajas ofrecidas al indígena fundamentaron un paternalismo que se aprovechó al máximo por el misionero para generar dependencia, puesto que en sus manos estaba convertir a aquél en un "ser humano" y defenderlo de los excesos de la encomienda, las "rancheadas"(saqueos militares) y el exterminio. O’Gorman afirma: "España no conoció más discriminación racial que la consagrada en un cuerpo de disposiciones paternales y protectoras del indio contra la rapacidad y el mal ejemplo de los españoles, y si esas medidas no dieron el fruto esperado, debe reconocerse el propósito del intento que, a pesar de todo, no dejó de cumplirse de cierta manera en el mestizaje"(1992, pp.154). Los esfuerzos que se hicieron por "evangelizar" a los habitantes del suelo americano no alcanzaron, hubo mucha resistencia, por parte de estos, en aceptar "verdaderamente"(si se permite la expresión) esta nueva creencia. Amadeo Frezier considerada."La religión cristiana, que se les hizo abrazar, todavía no ha arraigado bien en el corazón de la mayoría de ellos, donde conservan una marcada inclinación por su antigua idolatría; con frecuencia se descubre que aún adoran a la divinidad de sus mayores, es decir, el sol; sin embargo, son naturalmente dóciles y capaces de aprender lo bueno en cuanto a costumbres y religión, si tuviesen buenos ejemplos ante sus ojos; pero como se los instruye mal y como, por otra parte, ven generalmente que quienes les enseñan desmienten con sus actos lo que dicen por la boca, no saben qué deben creer. En efecto, cuando se les prohíben las mujeres y ven que el cura tiene dos o tres, deben sacar como consecuencia natural, o bien que éste no cree lo que dice, o bien que transgredir la ley es un pequeñísimo pecado".
Digamos entonces que, mas allá de los objetivos redentores declarados, la consecuencia del desmantelamiento de las culturas propias es la resignada sumisión del indígena y su integración, siempre degradada, al modelo de civilización occidental. Podríamos decir que España bajó toda una cultura, una cosmovisión que entró en guerra con las culturas locales. No se detuvo, siguió su camino y no le interesó integrar todas las culturas de ese Nuevo Mundo, desconocido y profundo.


La encomienda como tal

La encomienda fue una institución característica de la colonización española de América y Filipinas, que establecía, entre otras cosas, un sistema de trabajo forzoso o no libre. Jurídicamente fue establecida como un derecho otorgado por el Rey en favor de un súbdito español (encomendero) con el objeto de que éste percibiera los tributos o los trabajos que los súbditos españoles indígenas debían pagar a la monarquía. A cambio, el encomendero debía cuidar del bienestar de los indígenas en lo espiritual y en lo terrenal, asegurando su mantenimiento y su protección, así como su adoctrinamiento cristiano.

Los tributos indígenas (que podían ser metales, ropa o bien alimentos como el maíz, trigo, pescado o gallinas) eran recogidos por el cacique de la comunidad indígena, quien era el encargado de llevarlo al encomendero. El encomendero estaba en contacto con la encomienda, pero su lugar de residencia era la ciudad, bastión neurálgico del sistema colonial español.

La encomienda fue una institución que permitió consolidar la dominación del espacio que se conquistaba, puesto que organizaba a la población indígena como mano de obra forzada de manera tal que beneficiaran a la corona española. Se establecieron el 20 de diciembre de 1503 en la real Provisión.

Supuso una manera de recompensar a aquellos españoles que se habían distinguido por sus servicios y de asegurar el establecimiento de una población española en las tierras recién descubiertas y conquistadas. Inicialmente tuvo un carácter hereditario, posteriormente se otorgó por tiempo limitado.

La encomienda de indios procedía de una vieja institución medieval implantada por la necesidad de protección de los pobladores de la frontera peninsular en tiempos de la Reconquista. En América, esta institución debió adaptarse a una situación muy diferente y planteó problemas y controversias que no tuvo antes en España.

Si bien los españoles aceptaron en general que los indígenas eran seres humanos, los definieron como incapaces que, al igual que los niños o los discapacitados, no eran responsables de sus actos. Con esa justificación sostuvieron que debían ser "encomendados" a los españoles. Algunos historiadores sostienen que los encomenderos abusaron laboral y sexualmente de sus encomendados y encomendadas, en tanto que otros sostienen que los excesos no fueron generalizados y que las indígenas mantenían relaciones sexuales voluntarias con los encomenderos.

La encomienda también sirvió como centro de aculturación y de evangelización obligatoria. Los indígenas eran reagrupados por los encomenderos en pueblos llamados "Doctrinas", donde debían trabajar y recibir la enseñanza de la doctrina cristiana a cargo generalmente de religiosos pertenecientes a las Órdenes regulares. Los indígenas debían encargarse también de la manutención de los religiosos.

Las constantes denuncias frente al maltrato de los indígenas por parte de los encomenderos y el advenimiento de la llamada catástrofe demográfica de la población indígena, provocaron que la encomienda entrara en crisis desde finales del siglo XVII, aunque en algunos lugares llegó a sobrevivir aún hasta el siglo XVIII. La encomienda fue siendo reemplazada por un sistema de esclavitud abierta de personas secuestradas en Africa y llevadas forzadamente a América.

Jurídicamente estuvo regulada por las Leyes de Burgos (1512 y 1513) y fue modificada por las Leyes Nuevas (1542). Fue abolida en 1791.

La crítica de Bartolomé de Las Casas a este sistema hizo que los monarcas limitaran las acciones de estos encomenderos, aboliendo la esclavitud de los indios en 1542 con las Leyes Nuevas. ademas se`puede tratar de mecanismos que se obtenia una renta del trabajo


La colonia en Chile

Capitanía General de Chile
El Reino de Chile (Reyno de Chile), también conocido como Capitanía General de Chile, fue un territorio perteneciente al Imperio Español entre 1541 y 1818, año en el cual se independizó, convirtiéndose en el núcleo de la actual República de Chile. Su capital era la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura.

Límites
Máxima extensión de la Capitanía durante el siglo XVI
La Capitanía General se ubicaba en el borde suroccidental de América del Sur junto al Océano Pacífico y en sus inicios abarcaba también el extremo sur de la Patagonia oriental desde el límite austral de la Gobernación del Río de la Plata en el meridiano 48° 21’ 15’’ de latitud sur, establecido por la Real Cédula del 1 de junio de 1570, de la que estaba separada por la cordillera de los Andes. Su límite septentrional era el desierto de Atacama y el meridional era la zona al sur del Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos, hacia la Terra Australis Incognita (Polo Sur).
El área de control efectivo del territorio, donde se encontraban los mayores núcleos poblaciones, se ubicaba en la zona occidental de la Cordillera de los Andes entre el desierto de Atacama y el río Biobío, conocido como La Frontera, además de la ciudad-fuerte de Valdivia, la Isla Grande de Chiloé, además de las provincias de Tucumán y Cuyo, al oriente de la cordillera (separadas en 1563 y 1776, respectivamente).

Historia
El conquistador español Pedro de Valdivia llegó a las tierras del centro de Chile y fundó, el 12 de febrero de 1541, la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura. Uno de los primeros hechos fue la fundación del cabildo que lo proclamó como Gobernador del Reyno de Chile, bajo la tutela del gobernador del Perú Francisco Pizarro.
El el año 1544 mandó a fundar la ciudad de La Serena, y posteriormente, Valdivia extendió la Conquista de Chile hacia el sur, fundando diversas ciudades: Concepción en 1550, La Imperial en 1551, Villarrica y Valdivia en 1552, Los Confines y los fuertes de Arauco, Purén y Tucapel en 1553. Al otro lado de la cordillera, Valdivia ordenó la fundación de Santiago del Estero en Tucumán. Otras ciudades fundadas durante los primeros años de la Gobernación fueron: Mendoza en 1561, San Luis, San Juan en 1562, Cañete, Castro en 1567 y Osorno en 1558.
En 1591, los mapuches se levantan y se produce el Desastre de Curalaba, lo que casi acaba con el intento de colonización de Chile. Las ciudades al sur del Biobío son destruidas, a excepción de Castro y se establece este río como límite de facto entre la colonia española y los indígenas. En 1684 se refundó Valdivia y un siglo más tarde se creó la Intendencia de Chiloé que dependía directamente de Lima. La Guerra de Arauco tendría, a lo largo de la colonia, diversas etapas de alta beligerancia y otras más pacíficas.
En 1810, el gobernador Mateo de Toro y Zambrano presentó su renuncia y se formó la primera Junta de Gobierno, iniciándose la Patria Vieja. Entre 1814 y 1818, se reestableció el poder realista en el territorio durante la Reconquista, hasta la independencia definitiva de Chile.

Organización Al frente de la capitanía se encontraba el gobernador y capitán general, asesorado por la Real Audiencia, presidida por el mismo gobernador (razón por la cual se le denominaba indistintamente presidente o gobernador). La Audiencia, además de servir de órgano consultivo del gobernador, tenía las funciones de tribunal de apelaciones del reino.
Como toda capitanía general, Chile era una zona especial de administración, pero en base al sistema de control recíproco de las autoridades, el rey Felipe II sujetó al gobernador a la vigilancia del virrey del Perú, al expresar en una real cédula del 21 de enero de 1589: "Que el Governador de Chile esté subordinado al Virrey de Lima, y le correspondan en las materias de su cargo" y debía "guardar, cũplir, y executar sus ordenes, y avisarle de todo lo que allí se ofreciere de consideracion". A partir de dicha norma, los virreyes entendieron que la relación entre ambos era de efectiva dependencia, sin embargo, en algunos casos la relación del gobernador fue directa con el rey y en otras pasó por el virrey del Perú. La base de la relación es la real cédula antes mencionada, no obstante, hubo otras posteriores que perfilaron el tipo de relación efectiva entre la capitanía y el virreinato. Por ejemplo, mediante real cédula, se autorizó a los virreyes a intervenir en Chile sólo en caso "alboroto y tumulto"; se facultó a los virreyes a poner en práctica estrategias militares en la guerra de Arauco (guerra defensiva) y después se ordenó directamente al gobernador de Chile a implantarlas (guerra ofensiva). También se facultó a los virreyes para remover al gobernador y posteriormente, se negó tal atribución.
La Recopilación de Leyes de Indias de 1680, en la Ley XXX (Que el Virrey del Perú y Audiencia de Lima no se entrometan en el govierno de Chile, si no fuere en casos graves, y de mucha importancia) del Título III (De los Virreyes, y Presidentes Governadores) del Libro III, recoge el contenido de una real cédula del rey Felipe III, de 15 de octubre de 1597, que establecía que "Es nuestra voluntad, que los Virreyes del Perú, y Audiencia de Lima no impidan, ni embaracen al Presidente Governador y Capitan general de Chile en el govierno, guerra y materias de su cargo, si no fuere en casos graves, y de mucha importancia, aunque esté subordinado al Virrey, y Governador de la Audiecia de Lima"[1].
Respecto a los recursos militares (armas, soldados, etc.) y el abastecimiento comercial, la capitanía dependió del virreinato. La administración de justicia de la capitanía era autónoma del virreinato, salvo respecto de la Inquisición, que correspondía a un delegado de Lima, y los juicios de comercio que dependieron del Consulado de Lima hasta 1795, fecha en la se crea un Consulado en Santiago. En lo gubernativo la relación fue fluctuante, dependiendo del periodo, las instrucciones que enviaba el rey e incluso las personalidades de las respectivas autoridades (virreyes y gobernadores) y no hubo nunca una anexión formal de la capitanía al virreinato. Además, en ciertos periodos, por cuestiones estratégicas de seguridad del virreinato — por ejemplo, ante amenazas de corsarios— los virreyes intervinieron directamente en el gobierno de Chile, incluso por propia iniciativa. Asimismo, algunos gobernadores acostumbraron consultar o pedir instrucciones sobre temas urgentes al virrey, por la gran distancia que los separaba del rey, que se encontraba en España.
Finalmente, en 1798, a propósito de una disputa entre el virrey O'Higgins y el gobernador Avilés, el rey Carlos IV resolvió en una comunicación dirigida al virrey, el 15 de marzo de aquél año, declarar a Chile "independiente de ese virreinato, como siempre debió entenderse".


La Colonia


La Colonia es el nombre dado al periodo de la historia de Chile que comprende los siglos XVII, XVIII y los primeros años del siglo XIX. Este periodo comienza una vez finalizado el periodo de la Conquista de Chile y finaliza al realizarse la primera Junta de Gobierno.
Durante este periodo Chile estuvo bajo la soberanía de España, su Metrópoli. Esta época se caracterizó por:
La creación de una organización institucional muy compleja;
El mestizaje y el sincretismo cultural.

Administración colonial

Desde España el máximo soberano de las colonias era el rey, la cabeza de una monarquía absoluta, bajo su mando habían dos instituciones: el Consejo de Indias y la Casa de Contratación. El Consejo de Indias era un organismo ubicado en Madrid, creado en 1524. Su función era asesorar al rey en el nombramiento de funcionarios destinados a América y en la creación de leyes; ejercer como máximo tribunal de justicia para América; vigilar la aplicación del derecho a patronato (Derechos del estado por sobre la iglesia católica para el nombramiento de autoridades eclesiásticas y definir lugares para construir templos, monasterios, etc.) y realizar juicios de residencia (evaluación que se hacía a todos los funcionarios de américa al terminar su mandato). La Casa de Contratación era un organismo creado en 1503, en Sevilla. Se encargaba del comercio, de supervisar el monopolio comercial que España tenía sobre Chile y sus otras colonias y de vigilar la llegada de colonos a América.
En América el máximo representante del rey era el Virrey, quien tenía atribuciones judiciales y administrativas, bajo su mandato estaban gobernaciones y capitanías generales. El virreinato bajo el cual estaba la Capitanía General de Chile era el de Perú. El gobernador a cargo del reino de Chile tenía funciones gubernativas, militares y económicas. Su deber era velar por la seguridad del territorio y ejercer el vicepatronado(ejercía el derecho a patronato en situaciones más cotidianas). También, se encargaba de presidir la Real Audiencia, máximo tribunal de justicia en territorio chileno. Este organismo era el consejo asesor del gobernador, y podía ejercer su cargo momentáneamente si él moría o renunciaba. Además de él, participaban cuatro oidores, quienes se encargaban del cumplimiento de las leyes indígenas. Por la división del territorio en provincias, se necesitaba a alguien que se hiciera cargo de ellas: el corregidor, quien tendría las mismas atribuciones que el gobernador pero en un territorio más reducido. Y por último estaba el cabildo, grupo que representaba y defendía a los vecinos españoles. Su rol era preocuparse por el aseo y ornamento de la ciudad; de la salud pública e instrucción primaria y del abastecimiento de alimentos.

Cambios políticos del siglo XVIII
Felipe V o de Anjou, primer rey Borbon
En el siglo XVIII España cambió de casa dinástica, ya no eran los Hasburgos quienes reinaban, eran los Borbones Ellos hicieron muchos cambios para intentar mejorar el sistema colonial, basados en el despotismo ilustrado, los cuales podemos clasificar en:
Económicos: Para el buen funcionamiento del monopolio comercial se necesitaba terminar con el contrabando, por lo que los Borbones abren más puertos, como el de Valparaíso y Talcahuano, aumentando la variedad de productos y permiten el comercio entre colonias, antes prohibido.
Administrativos: Para hacer más eficiente el gobierno los Borbones deciden crear unidades políticas y administrativas más pequeñas. Por lo que surgen las intendencias, división de las capitanías generales, entre ellas la de Concepción y Santiago. Además, con el mismo fin se fundan ciudades, como Rancagua y Talca.

La iglesia en la colonia

Durante esta época su poder era muy reducido, ya que la Corona Española conquistó América con la misión de evangelizar, por lo tanto, asumió ciertos derechos sobre la Iglesia, que en España contaba con un gran poder y en Europa en general, para poder cumplir su rol. Entre ellos, el derecho a Patronato. Éste consistía en una serie de atribuciones que el rey de España tenia sobre la administración de la Iglesia entre los cuales le permitía a la corona nombrar autoridades eclesiásticas y elegir los lugares para construir templos, monasterios y escuelas a cargo de la iglesia, la recaudación y administración del impuesto que recibía la Iglesia (diezmo) y el derecho exequator, que le permitía autorizar o rechazar el paso a América de decretos papales. Pero aún así conservaron cierta influencia en la evangelización y en la educación. Las principales órdenes religiosas que se preocuparon por esos fines fueron: franciscanos, dominicanos y jesuitas. Estos últimos se destacaban por la preparación de sus miembros, su importante rol evangelizador, sus riquezas, sus tierras y su producción. Pero en 1767 la Corona los expulsa de América debido a algunos conflictos que se habían desarrollado entre ellos y las otras órdenes religiosas.

Estructura social

A la cabeza de la rígida estructura social estaban los españoles, grupo minoritario de la sociedad colonial, pero dominante de la aristocracia. Ellos ocupaban importantes cargos públicos y del ejército. Sus descendientes en estado puro (y legítimos) se llamaban criollos, también, gran parte de ellos, de la aristocracia. Estos eran los dueños de las tierras y dominaban la mayoría de las actividades productivas. Algunos integrantes de este grupo con fuerte poder socio-económico, pero no político, lograban ocupar cargos públicos, pero de mediana o poca importancia. Al terminar el período de la Colonia, la mayor parte de este grupo era de origen septentrional (castellano y vasco principalmente). Debajo de esta aristocracia (de origen español septentrional) se encontraba una incipiente "clase media", principalmente de origen español meridional (andalúz y extremeño principalmente). El grueso de la población colonial eran mestizos, nacidos de relaciones español-indígena o criollo-indígena, aunque al avanzar el período colonial, y con la extinción de los indígenas en las áreas bajo dominio español, sigue su curso el proceso de mestizaje, esta vez entre blancos y mestizos (aumentando así el porcentaje de sangre española en la población que habitaba estas áreas). Los mestizos trabajaban en diversas labores, como artesanos, militares de bajo rango, comerciantes, etc., aunque principalmente en la agricultura (como mano de obra, a través del "inquilinaje", institución que a su vez reemplazó a las "encomiendas" debido a la extinción de los indios en las áreas bajo dominio español). Por la inexistencia de una legislación que los protegiera, a pesar de ser libres, eran fuertemente discriminados, por lo que no participaban en actividades políticas ni administrativas. Los indios (también llamados "naturales") eran considerados menores de edad, por lo que existía una legislación que, a diferencia del grupo anterior, los protegía. Pero a pesar de eso no fueron muy respetados ni tuvieron derecho a participación política. Al llegar el siglo XVIII se produjo su extinción en las áreas bajo dominio español. El único grupo en la escala social que estaba más abajo que ellos, pero en presencia muy reducida, eran los esclavos negros, quienes se encargaban de los trabajos domésticos. Al terminar el período colonial, los negros en estado puro o casi puro representaban un pequeñísimo porcentaje de la población, no tanto así los "pardos" (mulatos y zambos).

Guerra de Arauco

Artículo principal: Guerra de Arauco
Esta guerra comenzó en 1598 con un periodo llamado La Mano Dura. Esta etapa se inicia con la realización un alzamiento indígena, en el cual se toman siete ciudades australes. Como respuesta, los españoles empiezan una guerra despiadada y violenta contra los indígenas, tomando la medida de esclavizar a los indios rebeldes. En 1605 la Corona determina el fin de la esclavitud, pero en 1608, Felipe III permite la esclavitud de los indios cogidos en guerra. En 1612 termina esta etapa dando inicio a La Guerra Defensiva. El jesuita Luis de Valdivia fue asesor del gobernador García Ramón. Juntos intentaron suprimir el servicio personal de indios pacíficos. Por su fracaso, el jesuita elaboró un plan de guerra defensiva, que consiste en: suprimir la esclavitud; reconocer la independencia del pueblo Mapuche, con el río Bio-Bio como frontera y solo los sacerdotes en misión evangelizadora pueden traspasarla. El consejo de Indias aprobó esta propuesta y la guerra se transformó en defensa de la frontera. Pero muchos sacerdotes fueron asesinados por el rechazo departe de los indígenas a la iglesia católica, por lo que dejó de utilizarse este sistema, decisión tomada por el nuevo rey: Felipe IV. En 1625, con el término de esta etapa comenzó otra: El Regreso de la Mano Dura. El nuevo monarca restableció la esclavitud de indios rebeldes que no entregaran las armas en 2 meses, retomando la violencia inicial sin favorecer considerablemente a ningún bando. En 1639 el Marqués Baides asumió el gobierno de Chile y decidió buscar la paz mediante Los Parlamentos. Estás juntas entre caciques y gobernadores se hacían periódicamente en tierra neutral, donde pactaban condiciones para el fin de la guerra, evitando alzamientos generales. En 1655 por la deshonestidad de un gobernador, se produce un alzamiento indígena, que marca el comienzo de La Guerra Estabilizada. Durante este periodo la guerra está en empate, debido a disminución del número de indígenas, la decadencia del espíritu guerrero y al cambio de mentalidad de los bandos (españoles prefieren comercializar que luchar con el enemigo e indígenas hacen solo ataques sorpresivos para destruir, robar y capturar). En 1674 ocurre la abolición de la esclavitud, de a poco, las relaciones fronterizas se hacen más coordiales, hasta que en 1700 se termina la guerra.

Economía colonial

En los inicios de la colonia, en el siglo XVI la economía se basaba en la Encomienda. Este sistema consistía en que a un encomendero se le asignaban un grupo de indígenas que trabajaban para él y defendían el territorio de la Corona. A cambio, el encomendero les daba protección, evangelización, vestuario y alimento. Por la progresiva disminución de indígenas este sistema ya no era sustentable, por lo que La Hacienda, en el siglo XVII, se transforma en la base de la economía rural. Estos grandes terrenos, en que se realizaban actividades agropecuarias, tenían talleres para la fabricación de los elementos que necesitaban, por lo que la hacienda era capaz de autoabastecerse. El hacendado, generalmente criollo, estaba a cargo de su hacienda. Él se encargaba de contratar inquilinos y peones como mano de obra. Los primeros trabajaban en faenas productivas y protegían los límites del territorio, a cambio, recibían una tierra para vivir, cultivar y criar ganado. Los segundos, solían vagabundear por los campos, buscando trabajo en las haciendas durante los tiempos de cosecha.
En el siglo XVI el mercantilismo, sistema económico optado por la Corona, fomentó la minería, específicamente, la obtención de metales, para poder enriquecer a la Metrópoli. Se encontraron numerosos lavaderos de oro en diferentes lugares de Chile, pero a finales de la 1580, las minas se comienzan a agotar y además, por la disminución indígena, se produjo falta de mano de obra, por lo que la producción decae. La explotación de cobre en (Copiapó y Aconcagua), oro y plata continúa, pero en mínimas proporciones, utilizándose para fabricar monedas, vajillas, joyas, cañones, campanas y utensilios domésticos.
En cuanto a la actividad agrícola-ganadera, en el siglo XVI era bastante avanzada, se cultivaba papa, maíz, quinoa y zapallo, y habían caballos, vacuno y chancho, animales agregados por el español, como ganado. En el siglo XVII y XVIII la ganadería y su industria adquiere mayor importancia. Además, aumenta la producción de trigo y cereales para abastecer al mercado peruano. Con al aprobación de la ley de liberación de impuestos al trigo y harina, se fomentó la exportación.

Importantes gobernadores En el siglo XVIII Chile tuvo importantes gobernadores, muchos de los cuales llegaron a ser virreyes de Perú. Por ejemplo, el irlandés Ambrosio O'Higgins. España lo había enviado a América para asumir varios cargos menores, hasta que en 1787 se transformó en gobernador de Chile. Se destacó por ser el mayor representante en Chile del despotismo ilustrado; eliminar al Encomienda, en 1789; construir muchas obras públicas, como el camino de Santiago a Valparaíso y los tajamares del río Mapocho; avanzar la construcción de La Moneda y embellecer a Santiago. Durante una relación pasajera con Isabel Riquelme, Ambrosio tiene a un hijo llamado Bernardo O'Higgins, quien será un líder independentista durante su virreinato.